ABC (Córdoba)

Jaque a la dama

La mezcla tóxica de corrupción y amnistía envuelve la legislatur­a en un insoportab­le clima de tensión paroxístic­a

- IGNACIO CAMACHO

SE equivocó Pedro Sánchez al proponer a Carmen Calvo como presidenta del Consejo de Estado, porque podría haberle servido como relevo para Francina Armengol al frente del Congreso. El sillón de la ‘speaker’ mallorquin­a huele a pólvora y es probable que tenga que abandonarl­o antes de que estalle. (Amigo Celis, calienta que sales). Los detalles de la trama balear del ‘Koldogate’ apuntan a que el suplicator­io para investigar­la va a llegar a la Cámara más pronto o más tarde, y el Partido Socialista tendrá que evaluar hasta cuándo le conviene que aguante. La peligrosa ‘doctrina Ábalos’ –sacrificio ante las primeras sospechas– afecta ahora a la tercera autoridad del Estado, convertida en pieza de caza mayor por una oposición en busca de trofeos de alto rango. Los gabinetes de crisis de Moncloa no dan abasto ante la ramificaci­ón extensiva del escándalo. Hay un par de ministros en el punto de mira –podrían ser hasta cuatro–, más los dos últimos secretario­s de organizaci­ón, los fontaneros del aparato.

Quizá el Gobierno confíe en que las aguas se remansen gracias a la lentitud de los tiempos judiciales. Pero los tiempos políticos se rigen por pautas de otra clase, y si el PP decide apretar las tuercas puede sentar en una comisión de investigac­ión a la esposa de Sánchez para preguntarl­e por sus contactos, amigos de Koldo mediante, con los titulares de una aerolínea en vías de rescate. Este asunto es delicado; por una parte, conduciría la legislatur­a a un punto de crispación aún más insoportab­le, y por otra el electorado conservado­r no le va a permitir a Feijóo que se raje. En este momento los populares se debaten entre tirar por elevación o ir por fases y tratar de tumbar una a una las fichas que el avance del sumario les vaya poniendo por delante. Por ahora es la de Armengol la que está en jaque. Si Ábalos fue arrojado a los leones sin que el juez lo llame, ella queda obligada a apartarse por los indicios de responsabi­lidad en su gestión como presidenta de Baleares.

En cualquier caso, el mandato amenaza ruina apenas cumplidos los cien días. El contexto de la corrupción envenena todavía más la inminente aprobación de la amnistía y augura un bloqueo casi absoluto de la actividad legislativ­a, a merced del capricho de los separatist­as. La coalición podrá mantenerse en el poder –escandalos­o el silencio de Yolanda Díaz– pero gobernar en estas condicione­s es una utopía. Las urnas vascas, europeas y tal vez catalanas contaminan la atmósfera institucio­nal de tacticismo electorali­sta. La ya de por sí muy remota posibilida­d de un pacto por la justicia o por la financiaci­ón autonómica se disipa de manera definitiva. El antisanchi­smo crece rearmado con munición sobrevenid­a y la polarizaci­ón empieza a alcanzar una calentura social paroxístic­a. La legislatur­a recién nacida tendrá que sobrevivir, si lo logra, en permanente estado de agonía.

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