50 años de Amigos de los Patios
El patio cordobés une la tradición romana, musulmana y cristiana
LOS patios en Córdoba tienen tres componentes: la arquitectónica, que es el patio del inmueble en sí; la festiva, conocida como la Fiesta de los Patios; y la humana, que son las personas que los viven.
El patio de la casa cordobesa subsiste a través del tiempo, uniendo la tradición romana, musulmana y cristiana de esta ciudad. Desde la segunda mitad del siglo XIX se mantenía una tradición genuina con casas de vecinos en los barrios de Alcázar Viejo, Judería, Catedral, Santa Marina, San Lorenzo, San Agustín, San Andrés, San Pedro y Santiago. No eran edificios divididos en apartamentos, con poca luz y ventilación, como en otras ciudades. Aquí se trataba de un viejo caserón, a veces procedente de desamortizaciones de conventos, bañado por la luz y la brisa de la sierra, donde se vivía en familia como en los antiguos pueblos. Todos, al estar en el casco histórico, son Patrimonio de la Humanidad desde 1994.
La fiesta, a su vez, tiene una tradición popular desde la segunda mitad del siglo XIX. Su origen fue el compartir el cuidado del patio por los vecinos y celebrar juntos las penas, las alegrías, las enfermedades y las fiestas. Esta fiesta, a la que se le dio formato institucional, con un concurso instituido por el Ayuntamiento en 1921, fue incluida en la lista de Patrimonio Cultural Inmaterial por la UNESCO en 2012.
Y el tercer componente son las personas que lo habitan. Hace cien años eran aquellos vecinos de las casas. Luego, con la desaparición del formato de casas vecinales, los protagonistas son sus propietarios y residentes, aglutinados en asociaciones como la de los Amigos de los Patios de Córdoba, la más antigua de las dos existentes. Este año cumple su 50 aniversario, como contaba ABC hace unos días en un reportaje de Javier Gómez. Con varios centenares de socios, su labor en estos 50 años merece reconocimiento. Cuenta con dos bellísimas casas con patio de su propiedad, en los barrios del Alcázar Viejo y de Santiago, que apuestan por la apertura en el tiempo más allá de las dos semanas de mayo. Sus sucesivos presidentes, Santiago Granados, Manuel Garrido y actualmente Miguel Ángel Roldán, han prestado un servicio decisivo para que se mantenga esta tarjeta de visita del alma de Córdoba y siga habiendo patios habitados, con esencia tradicional y no meros museos de los patios.
Su contribución fue también muy importante cuando el Ayuntamiento hubo de preparar un dossier para la UNESCO, con vistas a la candidatura para Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, cuya primera tentativa había fracasado por haber hecho más hincapié en el aspecto arquitectónico y no en el ritual y humano. Enhorabuena por estas bodas de oro de compromiso con Córdoba y mi deseo de que en nuestros patios siga existiendo la triple y enriquecedora componente arquitectónica, festiva y humana.