ABC (Córdoba)

«Siento que Galdós escribió para que yo pintara»

▶Tras contar la batalla de Trafalgar en cuarenta cuadros se ha embarcado en la de Lepanto: asegura que el autor de los Episodios Nacionales le susurra al oído

- RAFAEL A. AGUILAR —Sí, por favor.

El pintor cordobés afincado en la localidad malagueña de Colmenar lleva siempre dos móviles en el bolsillo: con uno atiende la petición de la entrevista de ABC y con otro graba la conversaci­ón con el periodista mientras éste recorre la deslumbran­te exposición ‘Trafalgar. El viaje con Galdós’ del Teatro Cómico Principal, y que su autor visita este domingo a las 11.30 horas para encabezar un pase explicativ­o abierto al público.

—Cuando acabemos de hablar me manda el audio, por favor, para que pueda transcribi­rla.

—Sin problema.

—Empezamos. Estoy justo en la puerta de la sala. Antes de nada. He leído que la idea de hacer estos cuadros y esta exposición, a la que va a seguir otra sobre la batalla de Lepanto, le surgió cuando, paseando por Madrid hace años, entró al Museo Naval.

—Es cierto. Hablando hace tiempo con el historiado­r con el que he trabajado, Javier Noriega, me propuso meterme en temática naval, pero en ese momento vi lo que se estaba haciendo con temática histórica y la verdad es que no me llamaba la atención. Todo cambió cuando paseando por Madrid, viniendo de Arco, entré por primera vez en el Museo Naval del que tanto me había hablado Javier. Ahí sentí una especie de llamada con la batalla de Trafalgar al ver los objetos, las bolas de cañón, los restos de banderas agujereada­s que hay por allí, la reconstruc­ción de un camarote o al leer las biografías de las personas que participar­on en ella. Sentí la necesidad de contar eso, no de hacer un cuadrito de barcos.

—Y cuando salió del Museo se fue directo a una librería a comprarse el libro de Trafalgar de Pérez-Reverte, no el de Galdós.

—Sí, ‘Cabo de Trafalgar’. Me inspiró, claro. Me llamó mucho la atención el libro.

—Cuando Pérez-Reverte conoció su trabajo declaró a este periódico que sentía «un consuelo analgésico» por el hecho de que un pintor joven como usted tuviera estas inquietude­s.

—Él tuvo un acercamien­to a esta obra, fue de los primeros que vio lo que preparaba. Me quedé también con esa frase cuando leí sus declaracio­nes. Él veía que la semilla que había lanzado germinaba en otra generación, aunque él pensó que era estéril en su momento. Me emocionaro­n sus palabras.

Pintores de batallas —Él es amigo y colaborado­r de Ferrer-Dalmau, reconocido pintor de batallas y de pasajes históricos.

—Sí, trabajan juntos. Conmigo, PérezRever­te no se ha querido involucrar mucho, aunque sí es verdad que comentó que le llamó mucho la atención mi trabajo, que le gustó y tuvo su acercamien­to. Lo que pasa es que yo voy por otro lado: intento acercar más mis cuadros al gran público, trato de ser más didáctico. Cuando expusimos en Madrid pasaron más de trece mil visitantes, y estamos hablando de pleno Covid: había gente de todo signo, de toda ideología, y se interesaba­n por la historia. Eso a mí me dio un empuje: es lo que yo quería, contar esa batalla.

—‘Trafalgar’, el primer Episodio Nacional, es uno de los libros más célebres de la literatura española. ¿Cómo se ha tomado el trabajo de trasladar a imágenes una obra escrita tan conocida?

—Creo que ése es uno de los valores de la exposición: aunar la literatura, la historia, la pintura, el arte… Esa unificació­n es lo que le ha llamado más la atención a la gente: hay personas que han visitado la muestra por Galdós, otras por la historia, y otras por el hecho de ver cuadros con los que se pueden identifica­r. Me planteé la exposición como una narrativa sobre los datos que tenemos, sobre todo en los estudios de José Ignacio González-Aller ‘Sisiño’, que es quien tiene el corpus documental, además del libro de Hugo O’Donnell, que es muy histórico. Reverte aporta muchos datos a nivel de vida, de cómo vivían los marineros, y a lo mejor te quita el halo misticismo y te lo hace todo más llano para que comprendas cómo era la gente que se embarcaba allí. La aportación de Galdós ha sido importantí­sima para que todo encaje perfectame­nte. Es lo que tiene la Historia: le puedes dar si quieres un tinte interpreta­tivo pero las cosas pasan como pasan. Entonces lo que hicimos fue que, tal y como lo iba contando Galdós, yo lo contaba en imágenes. A veces me parecía que él había escrito las frases para que yo pintara mis cuadros. Fue un efecto superbonit­o: yo introduje un personaje en el cuadro, que era un adolescent­e, y en los Episodios Nacionales está la figura de Gabriel de Araceli, el protagonis­ta.

—Gabrielill­o.

—Lo introduje incluso en el cartel de la exposición: es un niño con una llamita en el corazón, que representa el momento en el que le surge el sentimient­o patrio.

—La exposición es una historia gráfica de la batalla de Trafalgar que se puede ver casi como un cómic, ¿no?

—Sí. Es esa narrativa. Al estar expuesta en el Teatro Cómico se puede ver incluso como una representa­ción teatral, porque se ve a los protagonis­tas cómo actúan en el consejo de guerra. Y hay una secuencial­idad de los cuadros que

se dividen en viñetas. La exposición, además, está dividida en actos.

—Galdós escribe sobre su primer Episodio Nacional: «Mi destino, que me había llevado a Trafalgar». Ese destino también es el suyo.

—Sí, sí. Esa frase me pone los pelos de punta. El Museo Naval me llevó a esto. Hay gente que me dice: ‘Pero si es una batalla que la perdimos, es una derrota...’.

—Las derrotas pueden ser más honrosas que las victorias.

—Efectivame­nte. Y depende de cómo se pierdan. En la derrota de Trafalgar hay mucha honra, mucha valentía y muchos cerebros privilegia­dos, como Alcalá Galiano. Fue una derrota porque desde el punto de vista logístico estaba predestina­da a que se perdiera. De hecho, Churruca ya lo dijo cuando salió: ‘Si ves mi barco apresar di que he muerto’. Ninguno de los españoles salió a rendirse, desde luego.

—Vuelvo a Pérez-Reverte. Hace ya bastante tiempo le escuché que él sentía más respeto por los perdedores que por los ganadores, y que los supervivie­ntes algo no del todo honroso habrían hecho para salvarse. —(Risas). De hecho, quien nos metió en este follón, que fue Villeneuve, se rindió: lo apresaron y salió vivo, no murió en combate. Y sin embargo casi todos nuestros almirantes y comandante­s perecieron, y perdimos una gran cantidad de barcos.

—Daniel, estoy ahora delante de los retratos de los marineros que la Armada reclutó en las costas de Cádiz. Destacan sus miradas tristes, de resignació­n.

—Sí. Lo ha captado bien. El cuadro que está al lado del juego de retratos [que recrea la tarea de recogida de redes tras la faena en el mar] tiene la misma composició­n que ‘La fragua de Vulcano’,

pero en vez de estar de fondo el arcángel se ven los soldados que llegan a hacer el reclutamie­nto a levas. Eran marineros que tenían experienci­a en navegación, en la pesca pero ninguna en combate, en batallas: hubo que repoblar varios barcos con personas que no estaban cualificad­as; de hecho en la novela de Reverte se cuenta que los buscan en tabernas, en cárceles, era en ocasiones gente de malvivir. De hecho hay una frase de Villeneuve que dice tal cual eso.

—¿Se ha inspirado entonces en Velázquez también?

—Sí, sí, claro. Y el retrato que hago de Godoy está basado en la obra de Goya, que lo pinta un año antes de Trafalgar: él le hace un retrato de cámara, y Godoy está sonriente, yo lo pinto más introspect­ivo. En Churruca hago un guiño a ‘El Coloso’ de Goya también.

—Los clásicos son los clásicos.

—Los clásicos son los clásicos, siempre.

—Turner es la gran referencia de la pintura naval. ¿Qué hay de él en sus composicio­nes?

—Sí que es verdad que hay algo, aunque lo hice sin pensarlo. Jesús García

Calero me dijo al ver los cuadros que tenían la fuerza de los de Turner. Creo que él tiene un lenguaje más contemporá­neo, pero nos parecemos en que buscamos esa expresión del momento, ese historicis­mo.

—Sigo. Delante del comienzo del Acto II de la exposición hay referencia­s a un cordobés: Alcalá Galiano, de quien Pérez Galdós escribe que «desde que empezó la batalla él sabía que habíamos de perder por aquella maldita virada en redondo...».

—Claro, claro. Ahí he puesto dos planos, uno en el que se ve el cabo Trafalgar y otro con la ordenación de los barcos. Normalment­e estas batallas se libraban en paralelo porque los barcos tienen los cañones en los costados, pero Nelson hizo un ataque en doble columna: entró en vertical rompiendo la línea. Qué pasó: que los primeros barcos se llevaron mucha estopa y conforme iban entrando cada vez eran más ingleses para menos barcos españoles, mientras que a los que estaban en los laterales les costó mucho tiempo y trabajo llegar hasta adentro. Con Pérez Reverte hemos comentado alguna vez que si nosotros, en vez de estar en doble línea hubiésemos estado en media luna, la batalla hubiese sido diferente.

Blanco y negro

—Me muevo hacia el cuadro de la muerte de Nelson, en el que llama la atención la combinació­n del color y del blanco y negro, que predomina en su rostro, que es el rostro de alguien que ya no tiene vida.

—A eso me refiero cuando digo que yo no estoy haciendo cuadros historicis­tas. Algún historiado­r me ha dicho que Nelson no murió así, sino que lo hizo sin camisa y en el desollader­o, con un trapo en la cara. Yo le respondí que se trataba de una alegoría de la muerte y del héroe que muere en paz y además un poco cansado ya de ser el héroe y de vivir una vida que no era la que quería vivir. Ahí quiero retratar esa entrega suya por la patria, la liberación de su corazón como si estuviera pensando que por fin va a vivir esa otra vida que quería. Y por eso su sonrisa de felicidad, la de morir en una batalla tras entregar su vida al servicio. Para pintar su rostro me basé en la máscara funeraria que le hicieron cuando llegó a Inglaterra, que está en el Museo Naval.

—El mar. Escribe el autor de los Episodios Nacionales: «Todo se perdió como un tesoro que cae al fondo del mar». Y usted pinta en dos acrílicos el mar muy picado y marineros o combatient­es ahogándose. En Córdoba no hay mar: ¿cuál ha mirado para inspirarse?

—Tuve la suerte de poder contactar con una especialis­ta vasca, arqueóloga marítima e historiado­ra naval, María Intxausteg­i, con la que hice vídeo conferenci­as en las que me explicaba cómo era navegar por el Atlántico o qué era un oleaje de verdad. Fue todo muy interesant­e y útil.

—Hemos acabado. Gracias, Daniel.

—¿Mando entonces el audio al wasap?

Referencia «Turner tiene un lenguaje más contemporá­neo, pero nos parecemos en que los dos buscamos la expresión de cada momento»

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FOTOGRAFÍA­S: FRANCIS SILVA El artista, trabajando en su estudio del municipio malagueño de Colmenar; abajo a la izquierda, un boceto sobre la muestra de la batalla de Lepanto

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