Unas primarias reveladoras
Las elecciones primarias estadounidenses llegan a su etapa crucial en el llamado supermartes, que confirmará tanto a Biden como a Trump como candidatos. La mayoría de los ciudadanos no quiere asistir de nuevo a un duelo cansino en noviembre entre dos personas que deberían estar jubiladas y miran más al pasado que al futuro. Muchos se preguntan qué ocurre en su sistema político para que no funcione la renovación generacional y apenas haya debate interno en los partidos sobre programas e ideas.
En el partido republicano, solo Nikki Haley sigue plantando cara a Trump, esperando que en algún momento su montaña de problemas judiciales termine con su candidatura. Pero los abogados del magnate neoyorquino están consiguiendo dilatar al máximo los juicios y el Supremo, de abrumadora mayoría conservadora, parece dispuesto a ayudar. Trump prepara el regreso a la Casa Blanca con experiencia de gobierno y un lenguaje violento y victimista. Se compara con el disidente Alexéi Navalni o asimila la supuesta persecución que sufre a manos de los jueces con la discriminación histórica de los afroamericanos. Despliega una astucia política muy notable para movilizar a su base y sumar apoyos entre evangelistas, libertarios y miembros de minorías raciales en la media docena de los Estados que serán decisivos. En el plano internacional, el ámbito en el que Trump puede causar más destrozos, solo promete emociones fuertes, repliegue y aislacionismo, todo ello envuelto en su fascinación por los líderes fuertes de las peores autocracias.
Joe Biden, por su parte, reina en un partido demócrata dominante en las ciudades más prósperas del país, pero no moviliza a los suyos. Ha perdido buena parte del voto de los jóvenes por su apoyo hasta hace poco incondicional a Israel. Su fragilidad y falta de energía le impiden capitalizar los éxitos económicos indudables del que debería haber sido su único mandato. La primera superpotencia, ha advertido el anterior secretario de Defensa, Robert Gates, se ve lastrada por una política disfuncional y polarizada, en la que hoy parece imposible alcanzar los consensos básicos que le permitan responder a una situación geopolítica muy delicada.