ABC (Córdoba)

«Cuesta mucho más bajarse del escenario que subirse a él»

▶ La artista protagoniz­a junto a la cantaora Carmen Linares el documental ‘Carmen y María’

- María Pagés Bailaora y coreógrafa MARTA CARRASCO SEVILLA

María Páges (Sevilla, 1963), premio Princesa de Asturias de las Artes, compartido con Carmen Linares; premio Nacional de Danza, Medalla de Oro de las Bellas Artes, Medalla de Andalucía..., y tantas más, afronta a sus casi 61 años nuevos retos en su carrera; entre otros, el documental ‘Carmen y María, dos caminos y una mirada’, que recoge el momento creativo de dos mujeres, ella misma y la cantaora Carmen Linares. La Fundación Princesa de Asturias ha patrocinad­o la película, que se presentará en Málaga el viernes próximo.

—¿Cómo se gestó este documental?

—En los premios Princesa de Asturias, siempre hacen un concierto previo a la ceremonia, y el año que nos lo dieron a Carmen y a mí dijeron: ya que se lo damos a dos intérprete­s flamencas, tendría que ser algo con ellas. Se decidió hacer un espectácul­o de las dos y de ahí surgió lo de ‘Carmen y María. Dos caminos y una mirada’. Se hizo en el Auditorio de Oviedo; es difícil que nos volvamos a juntar Carmen y yo, y por eso propusimos que nos hicieran un seguimient­o de este trabajo. La Fundación lo asumió sin dudar.

—Usted trabajó con Carmen Linares en una de sus primeras obras, ‘De la luna al viento’ en 1994...

—Exacto, y luego hicimos una cosa con Rafael Aguilar... Hubo algo más, pero muy fugaz, no un trabajo como éste que ha sido profundiza­r a Carmen, ensalzar su presencia escénica y hacer una unidad de dos caminos y una mirada.

—Dice al principio del documental que ‘una vida sin arte es una vida sin emoción’

—Es que no entiendo una vida sin arte, porque es el reflejo de la emoción y los sentimient­os de una persona, de su cultura, sus grandezas y sus penurias. El arte es el testimonio y, por tanto, ahí nos vemos reflejados. Si no hubiera arte no habría emoción.

—¿La creación es reconforta­nte o es necesario parar?

—Como disfrute, el arte es uno de los grandes placeres. Como trabajo, tiene muchas capas hasta que llegas a la obra, y algunas no muy artísticas, porque se necesitan recursos. Conseguir todo lo que es necesario para la creación es lo que te quema más. En el propio proceso yo vivo además en una inquietud continua, y a veces es agotador. No entiendo nunca que la obra está terminada; esa es la dulce maldición de las artes vivas, que estás en

√ continuo proceso. Y cada vez que se representa se revisa. Cuando acabas el proceso de creación, el problema es que tienes otra idea y el ‘tran-tran’ es imparable.

—El premio Princesa de Asturias para usted y para Carmen Linares, ¿por fin coloca al flamenco en el lugar escénico y cultural que merece?

—Yo creo que sí. Son importante­s estos premios a dos artistas flamencas, aunque Paco de Lucía [premiado en 2004] ya era muy reconocido –más fuera que en España–. Este premio sitúa al flamenco en una élite de otras artes ya reconocida­s, y eso debería seguirse en otros contextos: que la sociedad y las institucio­nes, lo tengan presente y lo valoren, y lo conozcan y reconozcan. Porque el flamenco es el arte más importante que tiene este país, como arte propio y autóctono, no hay otro que tenga ese gran nivel artístico, danza, cante, música ....

—Va a cumplir 61 años, ha aceptado la dirección de una de las Naves del Matadero de Madrid. ¿Está dando un pasito atrás de la escena?

—Ya lo tenía planteado, pero llegó la pandemia y tuve que trastocar un poco la cosa. Creo que es tiempo de ir dejando esa actividad enorme de los escenarios y, cuando tenga que estar, que esté porque es el momento apropiado. Pero no puedo seguir la carrera con esta intensidad. Sí, cumplo 61 años, y ya no sólo eso, sino que son momentos en la vida en que hay que vivir de otra forma. Esta es una carrera de enorme esfuerzo y dedicación; vienen otras generacion­es, los espacios no son tantos, es justo que sea así también, y hay momentos en que hay que ir retirándos­e. Pero siempre lo digo: cuesta mucho subirse a un escenario, pero cuesta más bajarse. Hay que prepararse mucho para subir a un escenario, pero ni se imagina lo que hay que prepararse para bajarse de él.

«No voy a dejar de bailar, pero este ritmo tremendo, las giras, los estrenos... Eso ya se acabó»

—¿Dejará de bailar?

—No. Para mí bailar es salud, pero ese ritmo tremendo, las giras nacionales, internacio­nales, los estrenos... Eso ya se acabó. Estoy en otro momento. Seguiré en los escenarios mientras me sienta bien, y cuando deje de estarlo...Pues tampoco pasa nada. Pero no voy a hacer temporadas de despedida. Como mucho tiraré un par de años.

—¿Estará con alguna de sus obras en la próxima Bienal de Flamenco?

—No, esta vez no podrá ser.

—Fue directora de la Compañía Andaluza de Danza, ¿se le ha pasado ser directora del Ballet Nacional?

—Si, eso pasó. Es verdad que podría haberlo sido, y estaba prácticame­nte hecho, con todos los trámites, pero hubo un cambio de ministro y todo se vino abajo. Y yo dije entonces: no es el momento, y luego no me lo he vuelto a plantear. No está en mis planes.

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GUILLERMO NAVARRO

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