Heidegger, el Papa y la IA
El 18 de noviembre de 1953, Heidegger, genial y controvertido, pronuncia en la Escuela Técnica Superior de Múnich su conferencia: La pregunta por la técnica. ¿Cómo mantener una relación libre y liberadora con la técnica moderna que ayude al hombre a realizarse en plenitud? Respuesta: debemos plantearnos la pregunta por la esencia de la técnica para abrir un camino humano. Esto implica trascender la técnica y su lógica, no basta decir que es un instrumento útil para la actividad humana del que somos diseñadores y usuarios; si nos quedamos ahí, acabaríamos pensando al hombre como un ser-instrumento para hacer instrumentos que instrumentalicen una naturaleza que responde a nuestra provocación instrumental constituyendo un fondo repositorio donde acumular recursos. El hombre se entramparía en un círculo utilitarista, desapareciendo la posibilidad de mirar de otro modo la realidad: todo aparecería como engranaje, sin libertad. ¿Cómo escapar? Mantener la pregunta por la técnica abriría un camino desvelador del instrumentalismo: todo es instrumento-para…, o no vale, incluidos usted y yo, que o somos útiles o nos cancelan, si no nos autocancelamos antes. El potencial de IA ofrece repensar la técnica y, así, repensarnos como capaces de abrir otro horizonte más auténtico, con modos libres de relación. ¿Aprovecharemos su ofrecimiento?
Francisco en el Mensaje para la Jornada por la Paz –antes en Laudate Deum (encuentro de El Cairo), desarrollando Laudato Si’– no se contenta con reflexionar sobre logros y peligros de diseño, acceso, uso, propiedad y consecuencias de IA. Abre una perspectiva anterior a su uso bueno o malo, pues señala la no neutralidad originaria de IA al surgir desde una mentalidad instrumentalista que la marcaría en sus entrañas con el paradigma tecnocrático. El mayor peligro de IA no residiría en sus usos, sino en el riesgo de fortalecer ese paradigma acelerando su implantación, reduciendo el mundo a material a disposición y el hombre a un consumista consumido, un instrumentalizador instrumentalizado.
Pensar el mundo como don, como creación, redescubriendo el papel del hombre como el que cuida la casa común, superando la tecnocracia, sería respuesta adecuada. IA interpela al horizonte cristiano para reproponer lo esencial sobre la humanidad, el mundo y la técnica.
Ante la provocación de IA, última obra de nuestra razón instrumental, surge el vértigo de lograr una relación libre y liberadora con la técnica. Si tenemos éxito, IA nos ‘servirá’, resituada en su relación originaria con la verdad del hombre. Heidegger señala al arte, auténtica producción –póiesis– humana, para desvelar la verdad de la técnica y superar el engranaje instrumental. Francisco, además de una seria reflexión abierta a cualquiera, con la luz de una palabra que viene de ‘otro lugar’ abre camino para pensar mundo y humanidad desde la gratuidad. Nos queda hacerlo histórico caminándolo juntos.