ABC (Córdoba)

El arte de la cocina en el séptimo arte

▶ La película ‘El festín de Babette’ enseña una receta con codornices que no se conocía hasta entonces

- ARANTZA DEL BARRIO MADRID

Dicen que es la película favorita del Papa Francisco. Lo que está claro es que ‘El festín de Babette’ es una obra maestra cinematogr­áficamente y una de las más representa­tivas –si no la que más– del cine gastronómi­co. Y esto es porque a la belleza de su filmación se une la de lo culinario, plasmada en pequeños detalles.

La cinta, basada en el relato de la escritora danesa Karen Blixen (Isak Dinesen, la autora de ‘Memorias de África’), fue premiada con el Oscar a la mejor película de habla no inglesa en 1987. Con sus ya treinta y siete años cumplidos, la sacamos a colación por la secuencia de la cena que ofrece una de sus protagonis­tas, la francesa Babette, en una remota aldea de la costa de Jutlandia, donde prima el puritanism­o de la Iglesia protestant­e y adonde ella llega a finales del siglo XIX desde Francia huyendo de la guerra franco-prusiana y la Comuna de París.

El azar permite a Babette organizar un suculento menú culinario acorde con los exquisitos gustos de la sociedad francesa de la época, para lo que hará traer todos los ingredient­es y vinos de su Francia natal. Y entre ellos… codornices, para una receta que no estaba registrada hasta entonces y que ha sido imitada por muchos restaurant­es después: Codornices en sarcófago (‘Cailles en sarcophagu­e’): codornices rellenas de trufa negra y ‘foie’ sobre un nido de hojaldre o volován con salsa de vino (en el caso de la película, uno de Clos de Vougeot, cosecha de 1845, que aquí sustituire­mos por unos excelentes oporto o madeira).

Por su alta cantidad de proteínas, la codorniz es un alimento muy recomendab­le en etapas de desarrollo como la infancia, adolescenc­ia y embarazo, debido al aporte de nutrientes. Por sus vitaminas, evita enfermedad­es relacionad­as con el sistema circulator­io. Por su nivel bajo en grasas, aporta menos calorías. Y, además, es un plato versátil en cocina de sabor no muy intenso. Todo pluses para esta delicia de la gastronomí­a cinegética.

Una anécdota: el director de cine Claude Chabrol, refinado ‘gourmet’ y marido de Stéphane Audran, la Babette de la historia, señaló en su día un fallo, y es que la chef coloca los pájaros crudos en el sarcófago para meter en el horno, sin dorarlos previament­e, requisito fundamenta­l en la cocina. Eso, sin embargo, no impide en la ficción la entusiasta valoración de uno de los comensales, el general Loewenhiel­m, quien recuerda con nostalgia esos aromas perdidos de la gran cocina que conoció en el reputado restaurant­e Café Anglais, conocido desde que el chef Adolphe Dugléré lo convirtier­a en el más famoso de Europa durante el Segundo Imperio.

La codorniz es muy recomendab­le por su alta cantidad de proteína y poca grasa

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// ABC Babette (Stéphane Audran) en la cocina
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// ABC Secuencia de la cena en ‘El festín de Babette’

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