Reunidos en Córdoba
Córdoba está viviendo la aventura de los tapabocas como el resto de España
DEL árbol caído todo el mundo hace mascarillas. Grave error. Porque el árbol no está caído, todavía, y en vidas anteriores ya había dado abundante leña para llenar las chimeneas de los tribunales. Pero la oposición estaba entonces reunida, y el bosque de su inutilidad no le dejó ver las gruesas ramas heridas por el rayo. Tampoco hubiera sabido qué hacer con ellas. Antes de seguir con el artículo, ¿por qué el Parlamento no impone a la ministra de Hacienda la obligación de volver a cursar la enseñanza primaria? Aunque su apariencia humana sea superior a la de su colega, el ministro de Transportes, su inteligencia lingüística es muy inferior; o sea, su inteligencia humana. Esa mujer tiene cuentas pendientes con el idioma. Reconfortado por el desahogo, vuelvo a la disciplina semanal. Córdoba está viviendo la aventura de los tapabocas como el resto de España. Con apasionamiento de votante común y desesperanza de pueblo inteligente. No aspiraba a tener ningún protagonismo en esta confusión vírica de ministros, aizcolaris, cónyuges, chóferes, fincas y marisquerías. Pero he aquí que los jefes del Partido Popular necesitan reunirse con urgencia para tratar de lo que ya debería estar tratado. Y han decidido hacerlo en Córdoba.
Este fin de semana próximo. Tiene menos peligro una tractorada. De Pedro Sánchez hemos aprendido que la política es el arte de justificar la injusticia, cobrando de los perjudicados. Nos gustaría creer que el PP abomina de esa ideología, que empezó matando a Montesquieu y ha acabado celebrando sus funerales en los prostíbulos. Leo en este periódico que Núñez Feijóo ha elegido Córdoba para meditar sobre la rentabilidad política de las mascarillas, con los jefes territoriales del partido. Lo razonable sería que vinieran a la bella Córdoba a descansar, a restaurar los tejidos después de la dura tarea del pensamiento. Pero vienen aquí a pensar. A organizarse. A tomar decisiones. O eso es lo que parece. Si después de esta nueva oportunidad de oro gubernativo que la fortuna les concede, todavía no saben lo que tienen que hacer, la trama de embozados se apoderará hasta de los cepillos de las iglesias y embotellará el agua bautismal para vendérsela a los misioneros. Mientras el PP busca su programa, perdido en la grande polvareda.
El asqueado pueblo soberano español espera del PP menos discursos y más mala leche en acto. Que no está reñida con la brillantez retórica. Cuando el PP disputa, se debilita. Hay que hablar poco y sólo oportunamente, incontestablemente, Y callarse enseguida. «Hechos, no palabras», creo que decía Virgilio, que fracasó como orador. Si no le oponen resistencia, el más grande poeta latino podría guiar a los jefes del PP por los caminos del Infierno y del Purgatorio, como hizo con Dante, en la ‘Divina Comedia’. Benedicto XVI suprimió el Purgatorio, por lo que únicamente quedaría Pedro Sánchez. Para transitar por el mal absoluto hay que tomar precauciones. La primera de todas, el silencio. El bien no puede competir con el lenguaje porcino del mal, que lo aprovecha todo. El infierno es una acumulación de ruidosas algaradas. Terrorismo en el alma.