ABC (Córdoba)

‘Saeta cordobesa’ cumple 75 años consagrada como himno en la ciudad y clásica en Andalucía

La presencia de la emblemátic­a obra de Gámez Laserna es casi unánime en las hermandade­s

- LUIS MIRANDA CÓRDOBA

Pocos tendrían en cuenta el 25 aniversari­o y tampoco hubo muchos que se acordaran del 50. En 1974 la Semana Santa de Córdoba no tenía más música de plantilla completa que la de la Banda Municipal; en 1999 las grabacione­s ya circulaban en discos y cintas de casete que podía tener casi todo el mundo, pero no tantos la apreciaban. Desde muy poco después de aquel año de bodas de oro sin pena ni gloria, ‘Saeta cordobesa’ empezó a crecer en los oídos, en las carpetas de los músicos, en las grabacione­s y en los repertorio­s de las bandas y en este 2024 puede festejar sus 75 años como lo que es: el gran emblema musical de la Semana Santa en la ciudad y una pieza maestra del género que está presente en las procesione­s de toda Andalucía, incluida Sevilla.

La banda de música María Santísima de la Esperanza es la primera que ha comenzado a celebrarlo, primero con un vídeo conmemorat­ivo en sus redes sociales que más tarde podría ir seguido de más actividade­s, pero la celebració­n del 75 aniversari­o de ‘Saeta cordobesa’ sirve para mirar atrás y ver cómo ha variado su considerac­ión.

La historia la conocen muchos cofrades: en la madrugada ya de un Jueves Santo de 1947 o 1948, cuando el Cristo de la Misericord­ia volvía a San Pedro, en un balcón de la esquina entre las calles Lineros y Candelaria estaba María Zamorano ‘La Talegona’, el gran icono de la saeta en Córdoba, tanto en la voz atávica de los cantos antiguos como en el flamenco que ya empezaba a recubrir las oraciones.

Detrás del Cristo iba la banda de música

del Regimiento de Infantería la Reina número 2, que tenía base en el Cuartel de Lepanto. La dirigía Pedro Gámez Laserna, un músico en plena madurez que había nacido en Jódar (Jaén) en 1907 y que estaba en Córdoba desde muy joven. Había perfeccion­ado su formación en Madrid, en el Ejército, y estaba de vuelta en la ciudad. La saeta por carceleras que escuchó le llamó la atención y tomó las notas allí mismo. Por aquel tiempo un capitán de Lepanto le pidió que escribiera música para su cofradía, la entonces recién nacida hermandad de la Buena Muerte.

La primera la hizo basada sobre todo en un tema que avanza desde lo fúnebre hasta un tono más brillante y que va variando con mucha creativida­d. Después de que estallen las cornetas, tomó aquella saeta que había escuchado a La Talegona y la puso en el compás binario de la marcha. Los que la conocieron podían escuchar toda una saeta en las voces de los instrument­os musicales y no quedaron indiferent­es.

Como recuerda Mateo Olaya, experto en la obra de Pedro Gámez Laserna, la marcha se tituló en principio ‘Santísimo Cristo de la Buena Muerte’ y llegó acompañada por otra titulada ‘Salve Regina Martyrum’. La cofradía las recibió como un honor, pero también recordó que era una hermandad de silencio. La partitura autógrafa tiene fecha de abril de 1949, pero cuando en 1958 se publicó editada, junto a la dedicada a la Reina de los Mártires, ya figuraba el título definitivo: ‘Saeta cordobesa’.

El detalle no fue menor a la hora de que todas las cofradías de la ciudad la aceptasen como un emblema común, pero para eso todavía faltaba tiempo. La música no era una prioridad en las décadas de 1960 y 1970, pero Gámez Laserna se la llevó cuando se marchó a Sevilla para dirigir la banda Soria 9. La mítica formación la grabó por primera vez en 1965 y en 1980 lo hizo la Municipal de Córdoba.

Cuando las bandas de música de plantilla completa comenzaron a ir detrás de las imágenes de la Virgen en Córdoba ‘Saeta cordobesa’ tuvo que esperar. No muchos la conocían o recordaban y el repertorio que las cofradías pedían entonces era distinto.

Su segundo momento llegó en 1992, cuando Soria 9 publicó el disco ‘Antología de marchas procesiona­les de Córdoba’, que a toda una generación acercó los tesoros de la música procesiona­l de la ciudad. Y entre ellos brillaba ‘Saeta cordobesa’. Para entonces la banda del Círculo Cultural Calíope de Fernán Núñez ya la tenía en la carpeta y se interpreta­ba con las Angustias y los Dolores, pero no todas las bandas podían acometer una partitura que exigía un nivel técnico importante, y muchas cofradías no la apreciaban.

De Tejera a la Esperanza

Su despegue definitivo tuvo que llegar en la primera década del siglo XXI. La banda del Maestro Tejera la publicó en dos discos, la ha hecho sonar muchas veces en las cofradías sevillanas, y su director, José Manuel Tristán, dijo en una entrevista con ABC que es «una de las marchas más importante­s que se ha compuesto en la historia de la Semana Santa». En Córdoba empezó a calar con lentitud, pero lo hizo. Ayudaron el criterio de la banda de la Esperanza y el empeño de muchas más, como la Merced o el Calvario, entre otras en aquel tiempo. Fue entonces cuando comenzó a formar parte invariable de las marchas que suenan en el pregón de la Semana Santa, desde 2011 casi siempre en último lugar. Se ha grabado ya más de una docena de veces y son muy pocas las bandas andaluzas que no la llevan.

Los frutos se recogen ahora, por el 75 aniversari­o, al que pronto podrían sumarse la hermandad de la Buena Muerte y la Agrupación de Cofradías. En 2023 fue la marcha más interpreta­da en la carrera oficial, ya que sonó al menos siete veces, y otras la dejan para momentos especiales. Muchas de las cofradías que iban a la Catedral, antes de que fuese recorrido común, la interpreta­ban al entrar en el Patio de los Naranjos. Qué otra música podía sonar en el corazón de Córdoba.

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// RAFAEL CARMONA La banda de la Esperanza, en el pregón de la Semana Santa

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