ABC (Córdoba)

«Se oían gritos y había un niño dentro»: muere una familia en un incendio doméstico

- J. L. FERNÁNDEZ VILLAJOYOS­A

«Se oían gritos y había un niño dentro». El relato entre lágrimas de Sira y de varios vecinos más del centenar de evacuados por un incendio estremece por reavivar la angustia con la tragedia de Valencia. También impresiona porque el desenlace fue la muerte de ese pequeño de sólo cinco años de edad, de su abuela pidiendo auxilio a chillidos desesperad­os y del padre. Ocurrió ayer en Villajoyos­a (Alicante) y recordó la conmoción causada el pasado 22 de febrero en el barrio Campanar, aunque con diferencia­s evidentes por el edificio afectado.

Las tres vidas que se volvió a cobrar el fuego, sólo once días después de la catástrofe, son las de una anciana que usaba un respirador con oxígeno, un cocinero de uno de los hoteles más conocidos de Benidorm –el Bali, hasta hace unos años el rascacielo­s residencia­l más alto de Europa– y ese niño que llenaba a ambos de «ilusión», tal como recordaba ayer emocionado Eduardo, otro residente en el inmueble que conversaba con ellos esporádica­mente, y que tuvo que mantener la calma para que su mujer y sus hijos no intentaran bajar a la calle cuando el humo inundó todas las plantas superiores desde el piso undécimo hasta la azotea, en la planta 24. Allí, en el ático, Pedro se ofrecía acoger a quienes tuvieran problemas para respirar, en su terraza abierta. «Se formó una nube», describió, sobre el momento en que trató de auxiliar a otros atrapados por el peligro.

Por un enchufe

Los investigad­ores de la Guardia Civil concluyero­n que la sobrecarga de un enchufe en el salón como causa accidental del incendio, que a diferencia del de Valencia, quedó encapsulad­o en ese piso y apenas afectó a una sola vivienda colindante, ya que la fachada era de hormigón y cemento, por lo que no se propagó al resto del inmueble, tal como informó ayer el presidente de la Generalita­t Valenciana, Carlos Mazón.

La abundante humareda sí entrañó peligro y catorce personas requiriero­n atención por inhalación, uno de ellos un policía local. El drama por la muerte de esta familia arrancó hacia las dos de la madrugada, los Bomberos sofocaron las llamas y extinguier­on el fuego, se evacuó a los residentes, atendidos en un hospital de campaña in situ, algunos fueron realojados en hoteles y finalmente regresaron a sus hogares por la mañana.

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