Aitana Sánchez-Gijón y José María Pou, madre y padre frente a frente
▶Los dos intérpretes coinciden en los escenarios madrileños con dos obras –’La madre’ y ‘El padre’, respectivamente–, del mismo autor: el francés Florian Zeller
Una madre que ha de enfrentarse a la casa vacía después de toda una vida dedicada por completo a su hijo; un anciano que está empezando a perder la memoria pero se opone a que alguien ajeno a su familia le cuide y rechaza a todos los que su hija contrata. Anne y Andrés. Dos personajes nacidos de la misma pluma, la de Florian Zeller (París, 1979), uno de los más celebrados dramaturgos franceses; también de los más representados. Anne y Andrés son los protagonistas de dos de sus obras, ‘La madre’ y ‘El padre’ respectivamente, ambas de un gran éxito internacional. El azar ha querido que ambas lleguen estos días, al mismo tiempo, a los escenarios españoles. ‘La madre’ se estrena en el Teatro Pavón, dirigida por Juan Carlos Fisher (‘Prima Facie’), y con un reparto que integran Aitana Sánchez-Gijón, Juan Carlos Vellido, Álex Villazán y Júlia Roch. ‘El padre’, por su parte, llega al Teatro Bellas Artes interpretada por José María Pou, Cecilia Solaguren, Elvira Cuadrupani, Jorge Kent, Alberto
Iglesias y Lara Grube. Dirige Josep Maria Mestres (‘Los Gondra’).
A un par de días del estreno madrileño (‘El padre’ ya se presentó en Barcelona, y en catalán, hace unos meses), ABC reúne a sus dos protagonistas en el Círculo de Bellas Artes. Terreno neutral. Nunca han trabajado juntos, salvo en una lectura. Se abrazan y empiezan a desahogarse el uno con el otro: «¡Qué difícil es el texto!», dice Pou, mientras Aitana abre los ojos y asiente casi con alivio al verse comprendida.
La charla empieza con el autor, Florian Zeller. ¿Qué le hace tan especial? Empieza la actriz: «Tiene un modo de estructurar sus textos muy original y desasosegante. Obliga al espectador a participar activamente de lo que está viendo y a componer en su propio imaginario esa estructura, que es casi como un cuadro cubista desestructurado, consecuencia de habitar la psique de los personajes protagonistas. Es como si el público estuviera dentro, viendo o imaginando esos diálogos interiores que nunca se verbalizan, o situaciones que tienen una mezcla de realidad y de distorsión».
Cubismo
Pou ha estado asintiendo durante el parlamento de Aitana. «Zeller es el autor francés más importante del teatro contemporáneo y el más representado en todo el mundo. Creo que su principal aportación es haber encontrado una fórmula dramática que pocos autores han utilizado. Me gusta lo que dice Aitana del cubismo; la mezcla de espacios, de tiempos. Lanza sobre el escenario un puzle de imágenes, frases, estados de ánimo... para obligar al espectador a ser un ente activo durante la función y a vivirla. Y eso es, para mí, el gran acierto que lo convierte en inventor de una forma de narrar, como Picasso inventó el cubismo, de alguna manera».
La condición de madre o de padre, coinciden los dos intérpretes, es determinante en sus personajes. En mi personaje ser madre y esposa resulta muy definitorio. Ha asumido, como tantas otras, ese rol de entregar su vida
Los dos intérpretes nunca han trabajado juntos ni en el teatro, ni en el cine ni en la televisión. «¡Hay que remediarlo!», dicen ambos
al cuidado de unos hijos, de una pareja y del hogar, renunciando al desarrollo profesional y personal. Y cuando se produce su crisis, se siente estafada por la vida y se siente vacía, abandonada y traicionada. Tiene un lado oscuro; su situación desencadena una posesión, una dependencia y un terror al abandono que le abocan a una depresión».
El personaje de José María Pou es, por el contrario, «un ser muy seguro de sí mismo, o lo ha sido. Defiende hasta el último momento su deseo de vivir solo y de ser independiente. Tiene una fuerza enorme pero empieza a notar que algo pasa a su alrededor. Lucha, se da cuenta de que algo le está pasando, como si alguien estuviera borrando, con una goma de borrar, poco a poco su vida, Y lucha contra ello. Ahí es donde yo más entiendo a ese personaje».
Una diferencia entre las dos funciones, dice Pou, es que mientras que en ‘La madre’ se cuentan la historia de la protagonista y de quienes le rodean, en ‘El padre’ se cuentan dos historias; «la historia de la hija, de quién tiene que cuidar al enfermo, tiene la misma importancia». Y otra cosa más, añade. Se habla de otra hija que no aparece nunca y por la que él va preguntando continuamente, pero que no aparece nunca» «¡En ‘La madre’ también! –interrumpe Aitana–. Me encantaría hablar con Zeller y preguntarle qué pasa con ellas». Hay, sí, un hecho que las distancia, y es cómo se habla de esa hija ausente. En ‘La madre’ se habla pésimamente de ella, todo lo contrario que en ‘El padre’. Los dos actores ríen.
«Es curioso –reflexiona Aitana Sánchez-Gijón–; mi personaje no tiene ningún miedo a la crueldad. No le importa mostrarse cruel, desagradable, ofensivo. No tiene filtro por momentos... Y es que en realidad somos así también».
Florian Zeller, apunta Pou, es heredero de Yasmina Reza, la autora de ‘Arte’ y de ‘Un Dios salvaje’, entre otras obras. El actor hizo la primera y la actriz la segunda. «¡Es verdad, los dos hemos interpretado a Yasmina Reza!», celebra Pou al percatarse de ese hecho. «Zeller es un heredero directo. Yasmina tomó el teatro de ‘boulevard’ francés y puso en él personajes de clase media-alta, con un alto nivel de inteligencia. Sus diálogos son necesariamente mucho más inteligentes, y esto lo siguen otros autores, con Zeller a la cabeza». «Es lo que fue en su día Yasmina Reza», completa Aitana SánchezGijón.
Sus obras, coinciden los dos actores, «conflictos muy banales, muy normales –asegura la actriz–. Salen de una realidad que conocemos muy bien. Lo que hace Zeller es darle la vuelta, deconstruirlo y convertirlo en una bomba de relojería». «Además –asiente él–, con un invento escénico pensado únicamente para el teatro».
Espiral perturbadora
«En el caso de mi personaje –añade Aitana Sánchez-Gijón–, es muy desconcertante su sentido del humor, que es muy ácido; tiene una ironía muy hiriente, pero provoca en el espectador la risa porque dice barbaridades». «El espectador –tercia Pou– cree que está viendo una especie de comedia». «Y poco a poco, a medida que avanza la función –sigue ella–, deja de reírse porque empieza a entrar en una espiral realmente muy perturbadora».
Dice José María Pou que nunca en toda su carrera ha sentido tanto la reacción del público. «Me deja absolutamente destrozado. Una mujer me dijo tras una función en Barcelona que había cambiado su vida radicalmente, que había dejado de sentirse la peor hija del mundo por haber ingresado a su madre con alzhéimer en una residencia. Ver pasarlo mal al resto de espectadores hizo que dejara mi mochila de culpabilidad». «Es el poder sanador del teatro», concluye Aitana.
«En mi personaje, ser madre y esposa es algo totalmente definitorio»
Actor
«La reacción del público me deja totalmente destrozado»