ABC (Córdoba)

«El algoritmo favorece a la música de consumo rápido»

La banda británica publica su nuevo disco ‘Invincible Shield’, que presentará en directo en España en junio

- NACHO SERRANO MADRID

De todos los grupos de la llamada NWOBHM (‘New Wave of British Heavy Metal’), Judas Priest es el único que se formó en los años sesenta. En 1969 para ser exactos, cuando en Inglaterra aún se respiraban los efluvios del ‘peace and love’ por las calles de las grandes ciudades. Aunque quizá no tanto en Birmingham, cuna de la Revolución Industrial y por entonces todavía una urbe rematadame­nte obrera con sus paisajes ennegrecid­os por el humo de las plantas metalúrgic­as. Allí había nacido un año antes Black Sabbath, que junto a Deep Purple y Led Zeppelin manufactur­aron un nuevo género al que años más tarde ajustarían las tuercas Iron Maiden, Saxon, Tygers of Pan Tang, Diamond Head y por supuesto Judas Priest, que más de medio siglo después siguen añadiendo piezas al invento con una energía que hace preguntars­e cómo demonios se mantienen en forma tras tantas décadas de apostolado ‘heavy’.

Su bajista y fundador Ian Hill, el único miembro de la formación actual que fue testigo directo de todo el proceso de fabricació­n, desvela su secreto de la eterna juventud tras dejarnos escuchar ‘Invincible Shield’, el nuevo disco que publican el 8 de marzo y que vendrán a presentar en verano a Barcelona (13 de junio, Sant Jordi Club), Pamplona (15, Navarra Arena), Madrid (17, Palacio Vistalegre) y Cartagena (19-22 junio, Rock Imperium Festival).

Un extraño formato

«Es un poco extraño mantener esa energía trabajando a distancia», explica en conexión zoom con ABC. «Parte de las canciones se escribiero­n antes de la pandemia, y cuando llegó el confinamie­nto cada uno de nosotros estaba en una parte del mundo distinta, así que no quedó más remedio que componer el resto del álbum en remoto. Después hicimos los conciertos de quincuagés­imo aniversari­o, y no hubo tiempo físico para meternos en un estudio. ¡Yo grabé mis líneas de bajo en habitacion­es de hotel con ayuda de un ordenador en los días libres que nos iba dejando la gira! Definitiva­mente, la tecnología salvó la industria discográfi­ca durante el Covid».

Todo esto le hubiera parecido ciencia ficción al joven Ian que formó Judas Priest hace cincuenta y cinco años, cuando trabajaba en la industria de componente­s de automoción. «Conocí a un aprendiz de electricis­ta llamado Ken Keith (K.K. Downing, que dejó el grupo en 2011), y como a los dos nos gustaba el rock y teníamos ganas de hacer algo de ruido empezamos a ensayar juntos haciendo versiones en un local llamado Holy Joe’s. Un día nos vio tocar un tipo llamado Al Atkins que cantaba en un grupo llamado Judas Priest, nos dijo que se iban a separar y que si queríamos tocar con él heredando ese nombre. Nosotros necesitába­mos un vocalista, así que dijimos que sí y así empezó todo. Fue un ‘win-win’, y el subidón del primer ensayo juntos todavía dura a día de hoy (risas)».

Su primer concierto tuvo un fuerte aroma a clase obrera. Fue en el Working Men’s Club de Essington (en el condado de Staffordsh­ire), donde tocaron ante veinte personas «que se quedaron en shock», asegura Hill. «La verdad es que tocamos bien, intentando ser fieles al respeto por el virtuosism­o que tenían artistas contemporá­neos como Cream, Jimi Hendrix o los Zeppelin, a los que solían describirs­e como ‘heavy rock’, porque aún no existía el término ‘heavy’ metal. Creo que la primera vez que lo escuché fue cuando apareciero­n los Heavy Metal Kids en 1972. Un par de años después, en 1974, en una entrevista que nos hicieron nos preguntaro­n qué tipo de música hacíamos. Y uno de nosotros dijo ‘¡heavy metal!’». Fue el guitarrist­a Glenn Tipton, que acababa de incorporar­se al grupo junto al nuevo cantante Rob Halford, que reemplazó a quien realmente había fundado Judas Priest. Ese mismo año lanzaron su debut ‘Rocka Rolla’ con cierto éxito, y durante el resto de los setenta su popularida­d no hizo más que crecer hasta que en 1980 ‘British Steel’ los convirtió en leyenda en el amanecer de la década dorada para el género.

«Las cosas son ahora muy diferentes, a niveles realmente locos», afirma Hill cuando el guion de la entrevista salta hasta la actualidad. «Es increíble que ahora un holograma pueda salir de gira por ti», bromea cuando preguntamo­s por KISS y otros artistas que han dado luz verde a la creación de avatares sustitutos. «Creo que yo no lo haría, pero a mí me da igual las decisiones que tomen otros. El problema que veo es cuando se hacen avatares de gente que ha muerto. O cuando se resucita a artistas con inteligenc­ia artificial. Me parece que hacerlo sin su permiso tiene ciertas implicacio­nes éticas que no creo que se hayan debatido a fondo». En cualquier caso, en lo referido a esta nueva era, a Hill le preocupa bastante más la dictadura algorítmic­a en el mercado del ‘streaming’. «Tengo la sensación de que favorece a la música de consumo fácil y rápido, y de que géneros como el heavy metal lo tienen más difícil porque requieren atención, cierto compromiso por parte del oyente. Si te fijas, en la industria musical se impone todo lo que no necesite demasiado tiempo, se estimula la velocidad para saltar de una cosa a otra sin tiempo para reflexiona­r. Eso da pavor, porque es un modelo cultural que genera consumidor­es en lugar de melómanos».

«La tecnología salvó la industria discográfi­ca durante el Covid», dice a sus 73 años Ian Hill, único miembro de la formación original

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// JAMES HODGES La formación actual de Judas Priest

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