Pintor kleeiano y pionero del diseño gráfico y textil
Ramiro Tapia (1931-2024) Fue una figura secreta de la generación de los cincuenta, cultivador de una pintura poética y sutil, ilustrador, y el mejor colaborador de Guillermo Wakonigg en Gastón y Daniela y otras aventuras
La noticia del fallecimiento, en Salamanca, de Ramiro Tapia, nos trae a la memoria su vida singular, con mucho de novelesca. Hijo de un químico y farmacéutico salmantino socio de Luis Ramón y Cajal, vivió su adolescencia madrileña en casa de su abuela francesa, Gloria Lépine, condesa de Villamarina, amiga de La Argentina y de Miguel de Molina. Alumno del Pilar, estudió arquitectura, preparándose en la Academia López-Izquierdo, donde fue alumno de Eduardo Santonja y condiscípulo de Higueras. A las aulas, preferiría el Gijón, Sésamo, el Teatro Martín (para aplaudir a las cupletistas), la academia de danza de la danesa Karen Taft en la calle Libertad (para dibujar a las bailarinas), y las librerías-galerías Fernando Fe, Buchholz, y Clan. Muy amigo de Carmen y Elena Santonja, a partir de 1952 Tapia compartió estudio con la primera, y con Chus Lampreave y José Luis Pradera. Sus maravillosas pinturas de esa década, algunas sobre arpillera, revelan que fue uno de los españoles de su generación que mejor asimilaron el legado de Klee.
1955: año clave, en que Willi Wakonigg organiza, en Velázquez, en la sucursal madrileña de su tienda bilbaína Gastón y Daniel, abierta en 1952, su primer concurso textil de la misma. La nómina de artistas que gravitan alrededor de la tienda incluye a Tapia, y además, entre otros, a Rafael Álvarez Ortega, Berrocal, Arcadio Blasco, Canogar, Juan Ignacio Cárdenas y Gloria van Aersen, Clavo, Farreras, Javier Feduchi, Feito, Gabino, Gil Pérez, Ibarrola, Jardiel, Lago,
Manrique, Mignoni, Millares, Molezún, Lucio Muñoz, Rubio Camín, Stub- bing, Suárez, Viudes… Toda una (gran) época.
Ese mismo año 1955, Wakonigg le ofrece trabajo en Bilbao, como creativo de Ceplástica, dedicada al montaje de estands en ferias. En 1958 decora el hall del cine Capitol con un fantástico mural (destruido) sobre la Ría, revestido de formica. Ayuda además al patrón en sus correrías anticuarias. Viaja a París, a Suiza, a la Trienal de Milán.
1961-1962: retirado en el campo salmantino, inicia una breve etapa informalista. Vuelto a Madrid, trabaja sucesivamente para Red y otras dos empresas de publicidad, y sigue colaborando con Wakonigg. En 1964 funda el Movimiento Flor, con Adolfo Arrieta, Cárdenas, Carmen Santonja y Ursula Schaeffer. A su primera individual (Marco Polo, 1967) le seguirán otras: Fauna’s (1971: las muy surrealistas Máquinas creyentes), las salas de la Dirección General (1979, presentado por Juan Antonio Aguirre), Iolas-Velasco, Cellini, Seiquer, La Esquina, Ra del Rey... Como ‘pintor de ciencia ficción’ lo retrató en estas páginas, cuando Fauna’s, FernándezBraso. Su mundo terminó virando a borgianamente erudito: laberintos, cúpulas babilónicas, torres de Babel, gigantes, mandalas, botánicas y bestiarios fantásticos, un ‘alfabeto tapioca’… Además de muestras en salas institucionales de su última ciudad de residencia, Salamanca (desde 1984), recordar, en 2002, el interesantísimo repaso, en Guillermo de Osma, a su prehistoria.