ABC (Córdoba)

Ganar tiempo

Los silencios de Sánchez hoy son la peineta de Bárcenas ayer

- MANUEL MARÍN

Lde las prostituta­s, las mordidas y comisiones, los billetes de 500, las marisquerí­as, las fotos impublicab­les o los ferraris lo entiende todo el mundo. Lo de traficar con mascarilla­s inútiles a cambio de millones de euros, también. Es lo que queda en el ideario colectivo. Imágenes como aquellas de Roldán en calzoncill­os, la densidad sebosa de Tito Berni, o el cigarro en la comisura de los labios del chófer de la coca, se memorizan fácilmente y demuestran que la vida no es de izquierdas o de derechas, sino de principios o de dinero cuando la mierda se mezcla con la dignidad. Hoy, los silencios de Pedro Sánchez son aquella peineta que ayer nos dedicó Bárcenas cuando se iba a esquiar. De un modo u otro, la corrupción siempre acaba en una peineta justo antes de que el ferrari sea embargado, de que la marisquerí­a se convierta en un chino, o de que un tipo con toga te diga que te juegas quince años de cárcel y que mires a Urdangarín.

Las avalanchas son inmanejabl­es. Por eso hay que ganar tiempo. Que todo se enfríe, que los titulares se conviertan en rutina, resistir, dejar pasar los días y las semanas, y que todo se disuelva en una nebulosa de tecnicismo­s y cauces procesales hasta que ya nadie se sorprenda de nada. El control de daños solo pide una cosa, que discurra el tiempo en la metástasis. ¿La Fiscalía Europea? Tiempo ganado. ¿El desvío de fondos europeos? Informes, dictámenes y meses ganados. ¿Una instrucció­n en la Audiencia Nacional a la espera de una causa especial para aforados? Meses ganados. ¿Otra euroorden, ahora por terrorismo? Meses ganados. ¿Ábalos en el Grupo Mixto? Tiempo ganado. A falta de construir un relato, el que sea, y Sánchez lo hará, ganar tiempo se ha convertido no sólo en una obsesión personal, sino en el medio para ablandar a Puigdemont. Aquello de la necesidad y la virtud. Hacer de Koldo, Puigdemont. Hacer de las mascarilla­s, amnistía. De momento, el relato es fallido e infantil. Ahí están los pucheritos lastimosos de Armengol refugiándo­se en su insultante zafiedad, lo de Peña y el PSOE ¡hablando de mala baba!, o lo de Montero asegurando que reunirse con empresario­s no es ilegal y que África lo merece.

Ganar tiempo, porque el escándalo no va a ser una excusa para que Junts dinamite nada, sino la coartada inesperada para que no lo haga. Todo consiste en establecer un control de daños parcial y momentáneo, en congelar los días a la espera de que el VAR decida. ¿Qué es Puigdemont sin Sánchez? ¿Qué es Sánchez sin Puigdemont? Una suma cero que no renta. La amnistía, aunque se refrene, no es el problema, sino el salvocondu­cto, y después el tiempo dirá. O el Supremo, o la Fiscalía, o la Comisión de Venecia, o el Tribunal de Luxemburgo, o la Audiencia, o las elecciones europeas. Siempre habrá una meta que permita avanzar, una excusa con la que salir de la cama y volver a evocar aquello del progresism­o, la democracia limpia y la convivenci­a. ‘Carpe diem’ en el pantano. Zapatero puso a los parados a hacer rotondas y reía sus brotes verdes mientras llegaba el cataclismo. Había que disimular, esperar. Como hoy, con la sensiblerí­a pandémica como antídoto frente al chanchullo casposo de ‘koldolandi­a’. Pero ganar tiempo sólo es correr ciego hacia la nada.

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