El Partido Comunista Chino se impone mejorar la economía para no perder la legitimidad
El primer ministro anuncia en la Asamblea Nacional un crecimiento de «alrededor del 5%» del PIB para 2024
«La lucha crea el futuro». Con esta combativa soflama concluyó ayer el primer ministro Li Qiang su discurso en la ceremonia de apertura de la Asamblea Nacional Popular, la reunión anual del pseudórgano legislativo del aparato y, como tal, el principal evento político del curso en China. Ahora bien: la más trascendental de las contiendas para el régimen no tiene lugar en Ucrania ni en Gaza, sino en su decaída economía.
De entre todas las palabras pronunciadas ayer por la mañana en el Gran Palacio del Pueblo, ninguna importaba tanto como un único número: el objetivo de crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) para 2024. Este ha quedado fijado, por boca del primer ministro, en «alrededor del 5%». Una marca modesta y al tiempo ambiciosa, ante los punzantes desequilibrios estructurales –endeudamiento del sector inmobiliario, desempleo juvenil, crisis demográfica, deflación, tensión geopolítica– que apuntan a un declive sistémico.
La economía china atraviesa su momento más complicado en décadas, lo que Li no ha obviado en un alegato dividido en dos, según la costumbre: primero encomiar el desempeño del año pasado, luego transmitir las prioridades del actual. «Teniendo en frente un entorno internacional extraordinariamente complejo –alabó–, el Comité Central del Partido Comunista nucleado en torno al camarada Xi Jinping ha dado cohesión y guía al pueblo [...] en el afrontamiento de la presión externa y la superación de las dificultades internas».
Alta exigencia
En 2023, el PIB acabó registrando un 5,2% –«un ritmo de crecimiento situado en primera fila de las principales economías del mundo», alardeaba ayer el primer ministro–, cifra de por sí poco creíble y favorecida además por un calamitoso 2022, el segundo peor ejercicio en casi medio siglo a consecuencia del colapso de la política de covid-cero. Mantener el mismo porcentaje en 2024, por tanto, resultará mucho más exigente en ausencia de dicho efecto comparativo. Logan Wright, analista de Rhodium Group, estimaba la semana pasada durante un encuentro digital que la cifra real del año pasado se habría situado en torno al 1,5%, más en línea con la realidad socioeconómica del país.
Así, el dato de PIB desvelado ayer no refleja tanto la marcha de la economía como la actitud de la cúpula del régimen al respecto. «Un objetivo más bajo [que en 2023] podría agravar el pesimismo que se ha apoderado de muchos rincones de la economía china al indicar que las condiciones seguirán empeorando», adelantaba la consultora Trivium en un informe previo a la cita. «Por el contrario, uno más alto implicaría que se están preparando estímulos agresivos, pero también generaría preocupaciones de que resuciten políticas derrochadoras basadas en el crédito». Ante esta disyuntiva Xi Jinping ha optado por quedarse como está, empezando por reiterar una locución adverbial, «alrededor de», estrenada el año pasado.
Li Qiang señaló asimismo otras prioridades entre las que destacan, en segundo y tercer lugar, «crear más de doce millones de puestos de trabajo en las zonas urbanas» y «mantener la tasa de paro urbano calculada mediante encuestas en un 5,5% aproximado». Este énfasis en el empleo ilustra cómo la debilidad económica amenaza un contrato social que intercambia libertad por prosperidad y, con él, la legitimidad del Partido Comunista Chino.
El China Dissent Monitor –un proyecto de la institución estadounidense Freedom House encargado de recopilar información sobre manifestaciones– resaltaba en su último informe, correspondiente al cuarto trimestre de 2023, que durante dicho periodo estas repuntaron un 30 y un 50%, respectivamente, en comparación con los dos precedentes. «Esto sugiere un aumento de las protestas en China. Las laborales (61%) y de vivienda (17%) fueron las más frecuentes», incidía el texto.
Sin embargo, la moderación no afecta a todas las partidas por igual. Un informe elaborado por el Ministerio de Finanzas para la ocasión ha fijado un aumento del 7,2% para el presupuesto de Defensa. Sin que hiciera falta vincular ambas cuestiones, claro está, el primer ministro hizo hincapié en la «resolución del tema de Taiwán».
«Hemos de [...] oponernos decididamente tanto a las actividades secesionistas proclives a la independencia de Taiwán como a la intromisión de fuerzas externas, y ello en promoción del desarrollo pacífico de las relaciones entre las dos orillas del estrecho de Taiwán y en propulsión firme e invariable de la gran causa de la reunificación de la patria», dijo. En la opaca matemática de la política china, el orden de los factores sí altera el producto: solo una lectura detenida revela la calculada separación entre sustantivo y adjetivo, «reunificación» y «pacífica», sintagma habitual en intervenciones previas.
«La economía de nuestro país se ha desarrollado, si bien con altibajos», expuso Li. «La escasez de fuerza de la economía mundial para recuperarse, la agudización de los conflictos geopolíticos y el ascenso del proteccionismo y el unilateralismo pusieron en constante aumento los impactos negativos».
Espejismo político
Solo el final de la crisis sanitaria ha permitido que la Asamblea Nacional Popular empezara ayer con una normalidad ausente desde 2019. Huestes periodísticas paseaban sin restricciones por el Gran Palacio del Pueblo, tratando de abordar a alguno de los casi 3.000 delegados provinciales que durante los próximos días simularán consensuar el rumbo del país. «Por supuesto que la economía va a ir a mejor», aseguraba a este periódico Geng Funeng, uno de los representantes de Sichuan. «La reunión es importante porque trata todos los aspectos relativos a la sociedad y es clave para nuestro desarrollo año a año».
Un espejismo de vida parlamentaria, en definitiva, disipado tras la confirmación de que por primera vez en tres décadas el primer ministro no realizará la tradicional comparecencia ante la prensa al término de la Asamblea la semana que viene. Una prueba del hermetismo del régimen y, también, de la merma de la segunda autoridad de Partido y Estado ante el indiscutible liderazgo personalista de Xi. La lucha crea el futuro, pero ambos son cosa suya.
El régimen chino encara su principal contienda en el plano interno, y no en las guerras libradas en Ucrania o en la franja de Gaza
El primer ministro se refirió a la creación de puestos de trabajo en zonas urbanas y al mantenimiento de la tasa de paro