ABC (Córdoba)

Hacer el ridículo

- MARCOGARDO­QUI

Parece ser que Voltaire nunca la dijo, pero es una frase muy conocida que se le suele atribuir a él. Más o menos dice así: «Estoy en desacuerdo con lo que dice, pero defendería con mi vida su derecho a expresarla». Viene a cuento, o así, tras la intervenci­ón de la vicepresid­enta segunda, que se ha convertirl­o en un auténtico filón para los comentaris­tas ávidos de estas declaracio­nes bobas, que dichas por ella alcanzan un aura de estúpida brillantez. A la señora Díaz le parece un escándalo que los restaurant­e estén abiertos en España a deshoras y den de cenar a la una de la madrugada. No me verá a mí cenando a esas horas, ni en un restaurant­e trasnochad­or ni en ningún otro sitio. No ceno tarde porque luego duermo mal. Y, no siendo malévolo, imagino que lo dice porque los horarios españoles son demasiado tardíos y eso influye en el ordenamien­to laboral y en nuestras prestacion­es, además de que trasnochar sea más insano que madrugar, aunque también suele ser más divertido.

Muchas gracias por su maternal preocupaci­ón. Es enterneced­or, pero, como diría Patxi López, «Y a usted qué le importa». No me verá cenando a esas horas pero si fuera alcalde, nunca mandaría a la Policía municipal a cerrar un bar que sirviera cenas de madrugada, ni llevaría al calabozo al grupo de amigos y amigas que hubieran decidido utilizar esa posibilida­d y estuviesen a esa hora centrados en la fase intermedia y normalment­e desafinada que media entre los tradiciona­les cantos regionales y los absurdos insultos al clero. Justo antes de que un incipiente dolor de cabeza te recuerde que mañana debes madrugar. La idea es tan boba que ha sido contestada con pullas más o menos hirientes por personas tan dispares como la señora Ayuso, máxima defensora del abigarrado gremio de los taberneros o su colega del Consejo de Ministros el señor Hereu. El responsabl­e del Turismo ha visto los bares llenos y ha asegurado que «no está por levantar debates vacíos».

Pero esa no es su mejor aportación de ayer al creciente montón de sus tonterías. La mejor fue que en plena Koldosfera se mostró indignada y contraria a la concesión de indultos a políticos malversado­res. Lo hizo justo unos meses después de haber aprobado la concesión de indultos a los malversado­res del ‘procés’ y –como alguno de ellos se escapó y quedó libre–, unas horas antes de aprobar la amnistía y extenderla a todos ellos. Si la señora Díaz no se puede contener, alguno de sus múltiples asesores debería hacerle la caridad de apagar el micrófono, justo antes de que se lance, impetuosa, a hacer el ridículo.

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