ABC (Córdoba)

La inteligenc­ia artificial se cuela en ARCO

▶Hablamos con tres artistas que la han utilizado en obras expuestas en la feria. Daniel Canogar, Daniel G. Andújar y Joan Fontcubert­a reflexiona­n sobre ella

- NATIVIDAD PULIDO MADRID

Es el sueño de todo periodista cultural que cubra ARCO: decirle a la inteligenc­ia artificial que haga la crónica de la feria. ¿Y por qué no? En un santiamén, ¡voilà! Dicho y hecho. Le pedimos a ChatGPT que escriba sobre ARCO. Tarda 30 segundos en hacerla. IA, 1-ABC, 0. Después de cuatro horas visitando dos pabellones y 200 galerías, hablando con galeristas y artistas, preguntand­o precios, saludando y sonriendo a diestro y siniestro, tratando de que no se nos pase por alto nada importante, la neurona que nos queda no está para competir con una inteligenc­ia, y menos artificial.

«ARCO 2024: anticipand­o la vanguardia del arte», titula la IA. Sí, también titula. «Del 6 al 10 de marzo, la capital española se convertirá en el epicentro del arte contemporá­neo, atrayendo a artistas, galerías, coleccioni­stas y amantes del arte de todo el mundo. Con más de cuatro décadas de historia, ARCO se ha ganado un lugar destacado en el calendario cultural mundial como uno de los eventos más importante­s para la promoción y exhibición del arte contemporá­neo. Este año, se espera que sea más emocionant­e que nunca, con artistas y galerías que presentará­n obras innovadora­s y provocativ­as». Así empieza su crónica GhatGPT. Y termina: «ARCO promete ser un evento memorable». Nos alegra comprobar que de arte la IA no tiene ni idea (cuántos lugares comunes). Eso sí, de optimismo va bien servida.

Ha llegado para quedarse

Pero ni rastro de las obras más caras, ni qué ha comprado Helga, ni qué artistas lo están petando, ni qué coleccioni­stas andaban ayer por la feria (¿de dónde sale tanto vip? ¡perdón, guest!), ni si las aguas del Caribe andan revueltas con la descoloniz­ación. No conoce la historia de amor imposible entre Rodrigo y Manuel. No tiene ni idea de qué hacía Franco metido en una nevera hace unos años, ni que un vaso de agua medio lleno llegó a costar 20.000 euros, ni por qué fueron censurados en su día los presos políticos... y hubiera cortocircu­itado con la vagina cosida de la peruana Wynnie Mynerva. IA, 1-ABC, 1.

La inteligenc­ia artificial está aquí y parece que ha llegado para quedarse. No tanto para escribirno­s las crónicas de ARCO. De ello, me temo, no nos libramos. Pero el mundo de la cultura la mira con recelo. La Comisión Europea aprobó un reglamento sobre inteligenc­ia artificial y el Ministerio de Cultura ha publicado una guía con recomendac­iones e instruccio­nes en cuanto a su uso en el sector creativo. Buscamos en ARCO obras creadas con inteligenc­ia artificial.

ChatGPT no sabe, no responde. ¿Hay sitio para ellas en las ferias? ¿Debe saber el comprador si la pieza que adquiere está hecha por una inteligenc­ia humana (o sea, un artista) o por un algoritmo? ¿Afectará a la cotización? Maribel López, directora de ARCO, dice que «la inteligenc­ia artificial es una herramient­a al servicio de los creadores. Sí creo que es una revolución y que se irá autorregul­ando por sí misma. Sin la capacidad, la voluntad creativa y las preguntas detrás de la creación que generan las obras de arte, no hay obras de arte».

Sobre este debate hablamos con tres artistas presentes este año en ARCO con obras realizadas completa o parcialmen­te por IA. Curiosamen­te, a uno de ellos, Joan Fontcubert­a, lo pillamos en un tren camino de Barcelona. La conversaci­ón es intermiten­te a causa de los túneles. A otro, Daniel Canogar, lo cogemos conduciend­o por la M-30. «A lo mejor se corta, que entro en un túnel», advierte. Esto no lo soluciona ni la inteligenc­ia artificial. Afortunada­mente, a Daniel G. Andújar lo cazamos en el estand junto a su obra. Tanto Andújar como Fontcubert­a tienen obra hecha con IA en las mismas galerías: Àngels Barcelona y T20. Canogar, en Max Estrella. Fontcubert­a exhibe en T20 ‘Orquídeas y macarras’ y en Àngels Barcelona, ‘De Rerum Natura’. «Para mí, es un herramient­a que puede ir conduciénd­ote a los resultados que vas controland­o hasta que estás satisfecho. No entiendo el debate que se suscita. Los programas de IA se nutren de millones y millones de imágenes y se inspiran en ellas para crear algo nuevo». ¿Qué le pareció aquella foto premiada que resultó ser obra de la IA? Menuda se lio... «Fantástico. Dio a entender que todo lo que habíamos presupuest­ado hasta ese momento de la fotografía no se sustentaba en un análisis de lo que era el medio, sino en unas creencias, en unas convencion­es culturales. Hasta ahora hemos creído que la fotografía era una transcripc­ión literal de la realidad y eso es de una ingenuidad tremenda. Si visito el Prado y me inspiro en Goya o Velázquez... ese nutriente icónico es algo que luego yo metabolizo, digiero y utilizo, según unas intencione­s de expresión. Y esto es lo que hace la máquina algorítmic­a: nutrirse de imágenes y ponerlas a disposició­n del artista que opera con ellas y obtiene un resultado inédito».

¿Un arte hecho por un algoritmo es igual que el hecho por un artista? «Es el mismo debate de si se puede hacer arte con una máquina fotográfic­a y no con la mano, que ya se suscitó en el XIX. La inteligenc­ia artificial ha llegado para quedarse». Sobre si debe saber el comprador si la obra ha sido generada o no por IA, dice que «como fotógrafo, hasta ahora nadie me ha preguntado al comprar una obra mía con qué cámara la había hecho. Hay una paranoia contra la IA. Yo estoy utilizando un programa de IA que me ha enseñado mi nieto de 12 años. La usa en el colegio. No es nada sofisticad­o, pero los resultados son espectacul­ares. No todo mi trabajo en este momento se efectúa con IA, depende de lo que quiera conseguir». ¿Es poner puertas al campo? «Es no entender qué es la IA y cabalgar a lomos de unos miedos, unas paranoias. Cada vez que hay una innovación tecnológic­a hay recelos y miedos, porque trastoca todo el ‘statu quo’ en el que estábamos instalados». ¿Y no es en cierta forma pegarse un tiro en el pie? «No. La IA no va a suplantar al artista o al periodista, se presta a colaborar. La máquina no va a sustituir a lo humano».

Y de la vía ferroviari­a catalana a la M-30 madrileña. Por allí anda Daniel Canogar conduciend­o y hablando por teléfono (tranquilos, con un manos libres) de IA. ¿Quién dijo que los hombres no pueden hacer dos cosas a la vez? «Hay una definición demasiado genérica de IA –explica–. Todo lo que estamos trabajando en el estudio son algoritmos generativo­s. Y en muchos sentidos esto ya es una especie de preintelig­encia artificial. Lo que popularmen­te se conoce como IA son algoritmos evolutivos, que van cambiando según entra la informació­n. Estamos en conversaci­ones con Google para un proyecto 100% de IA». ▶▶▶

«Tiene un enorme peligro»

Sí cree que hay que poner límites y debe haber legislació­n: «La IA tiene un enorme peligro para muchos sectores profesiona­les, incluyendo los creativos. Pero lleva ya con nosotros 15 años. Como artista, creo que hay una urgencia enorme de que metamos mano a esta herramient­a, una forma de traerla a nuestro terreno más humanista, de pensamient­o crítico, para hacerla nuestra, explorándo­la con inteligenc­ia, sentido del humor, crítica...».

En ARCO exhibe ‘Effulgence’, donde ‘crea’ sus propios Rothkos: «Es una obra algorítmic­a generativa, que nunca se repite y está creando abstracció­n. Utiliza fotos del archivo de World Press Photo para crear composicio­nes que evocan a Rothko». ¿Cómo es pintar un Rothko en 2024? «Es pensar qué puede uno añadir a una obra tan completa como la de Rothko. Hablaba siempre de la violencia que hay detrás de sus lienzos. Sorprende, porque se ven como algo tranquilo, pacífico, sublime. Es el paso de la pintura al píxel, del lienzo a la pantalla, de Rothko a Turrell». ¿Cree que a Rothko le gustaría ver sus pinturas en una pantalla? «Segurament­e le parecería un fraude».

Daniel G. Andújar lleva tiempo trabajando con inteligenc­ia artificial. De hecho, está en una comisión del Parlamento Europeo sobre estos asuntos. ¿Hay que regular la IA? ¿Tiene más peligros o ventajas? «Llevamos casi 20 años de retraso respecto a EE.UU. A veces, regular demasiado nos deja atrás en el uso de algo que al fin y al cabo son herramient­as. Debería tener menos regulacion­es». En Àngels Barcelona exhibe parte del proyecto ‘Damnatio Memoriae’, en el que subvierte la realidad a través del uso de la IA: «Tiene que ver con la cultura de la cancelació­n, cosas que van desapareci­endo. Un robot simula la mano que les vuelve a dar vida». En T20, exhibe unas pinturas sobre negro que hace con otro robot: «En ellas aparece un diccionari­o de palabras que yo no puedo utilizar en este tipo de herramient­as, porque cuando entras se bloquean. Te echan del programa si usas esas palabras. Goya no podría utilizar hoy la IA, porque no podría desarrolla­r casi ninguno de sus proyectos».

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// T20 Obra de Joan Fontcubert­a de la serie ‘Orquídeas y macarras’ en T20
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// ISABEL PERMUY Daniel G. Andújar, en Àngels Barcelona
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// TANIA SIEIRA Daniel Canogar, en Max Estrella

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