ABC (Córdoba)

Mil muestras al año de los alimentos, el agua y la fauna y ningún impacto negativo

▶ El Cabril remite cada año las pruebas a un laboratori­o sin cifras alarmantes

- L. M. CÓRDOBA

Pocas institucio­nes son en Córdoba más controvert­idas que El Cabril, en el sentido de que pocas generan más opiniones encontrada­s: muchos alaban su seguridad y están seguras de que cumple una función trascenden­tal, pero muchas personas temen que son malos para la salud pública los efectos de las radiacione­s de los residuos que allí se custodian, y protestan por su presencia.

¿Cuál es la verdad? La dijo el presidente de la Empresa Nacional de Residuos Radiactivo­s (Enresa), José Luis Navarro, durante su participac­ión en La Mirada Económica de ABC Córdoba. El Cabril cumple con los estándares de seguridad y su impacto en la salud es nulo, y eso no se ha medido una vez, sino muchas.

Así, reconoció que la legislació­n nuclear, en España y en todas partes, «es muy exigente», y que el Consejo de Seguridad Nuclear lo analiza «todo con lupa», desde la seguridad de las instalacio­nes hasta el efecto que tiene en el entorno. No puede ser de otra manera.

Por eso explicó cómo el Plan de Vigilancia Radiológic­a Ambiental exige análisis en la calidad del agua, el aire, la radiación, los suelos, sedimentos, los alimentos, la carne e incluso las aves y la fauna y flora de una zona especialme­nte rica en biodiversi­dad. El Cabril está en el corazón del Parque Natural Sierra de Hornachuel­os y siempre se ha evaluado el impacto ambiental en el entorno.

José Luis Navarro aseguró que los análisis no son pocos: «Se toman unas mil muestras al año de todo estos aspectos, y se envían a un laboratori­o de carácter independie­nte para que los analice». Es decir, la evolución es continua porque es todos los años, y sus resultados son siempre los mismos: no hay que alarmarse.

En 32 años, desde 1992, «el resultado es siempre el impacto cero en el entorno». La llegada de residuos de media, baja y muy baja intensidad, que se custodian allí tras haber servido en centrales nucleares o en distintas actividade­s económicas, entre ellas las médicas.

Es más, la presencia de El Cabril, con su actividad, «repercute de forma positiva en el Parque Natural Sierra de Hornachuel­os», porque cada actuación tiene que estar supervisad­a. Uno de los últimos permisos que ha recibido el ya aprobado proyecto de ampliación para la creación de nuevas celdas es el de impacto ambiental.

Medidas compensato­rias

El resultado fue un informe favorable, pero que también exige medidas a la Empresa Nacional de Residuos Radiactivo­s. Por ejemplo, la Junta de Andalucía, en su informe ha planteado «condicione­s y medidas compensato­rias», y hay que contribuir a ello.

José Luis Navarro explicó que será bueno para reforzar las poblacione­s de las distintas especies que en el Parque Nacional Sierra de Hornachuel­os tienen sus hábitat, en todos los órdenes.

Es decir, la presencia de El Cabril no sólo no es perjudicia­l, y eso es lo que dicen los análisis que se realizan todos los años desde hace más de tres décadas, sino que beneficiar­á a uno de los pulmones de la Sierra de Córdoba.

Se descartarí­a así uno de los temores tanto de la población en general como de los colectivos ecologista­s, que temen que los efectos de guardar los residuos radiactivo­s en el corazón de la Sierra de Córdoba sean pernicioso­s, con datos que muestran que incluso su trabajo tiene consecuenc­ias benéficas.

Es más, los restos enterrados quedan cubiertos por la misma superficie de tierra y vegetación que existe alrededor, como recordó José Luis Navarro al hablar de la actividad de Enresa, que persigue ante todo que el impacto en el medio ambiente, en una zona especialme­nte sensible, sea el menor posible.

Los animales, la carne, la radiación, el aire y los suelos se someten a análisis que nunca arrojan datos negativos

El informe positivo de impacto ambiental establece también medidas que Enresa asume en el entorno

Marzo vuelve sus días hacia la mujer. Así está establecid­o y así transcurre esta semana, colmada de celebracio­nes y discursos. Y a mí, todo se me vuelve memoria de versos entorno a ella: «porque eres linda desde el pie hasta el alma», «yo no quiero que a mi niña/la vayan a hacer princesa./ Con zapatitos de oro/ ¿cómo juega en las praderas?», «podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera». Confío en que no se detenga, porque, a pesar de los muchos avances, aún no se ha alcanzado plenamente la paridad y su avance es muy lento a nivel mundial.

La pobreza y la desigualda­d tienen rostro de mujer. Nacer mujer es una desventaja en muchos países. Una de cada diez vive en la pobreza extrema, que menoscaba su acceso a la alimentaci­ón, la salud, la educación, al trabajo y a la participac­ión en los ámbitos social, económico y político. Ciento veintidós millones de niñas no van a la escuela y las mujeres todavía representa­n casi dos tercios de la población adulta que no sabe leer.

Somos las mujeres que sufren. También somos ellas, no nos son ajenas, víctimas de la violencia, el hambre, la privación de libertad, la inmigració­n ilegal, analfabeti­smo, enfermedad, trabajo esclavo, crímenes de honor, mutilacion­es, abortos selectivos, trata... Escribía Alejandra Pizarnik, «soy mujer./Y un entrañable calor me abriga/ cuando el mundo me golpea/ el calor de otras mujeres,/de aquellas que hicieron de la vida/este rincón sensible, luchador, de piel suave y corazón guerrero».

Somos pues las mujeres que fueron, las que calzaron antes nuestros pasos, las que conquistar­on la libertad y el poder ser en la igualdad que disfrutamo­s. Somos las mujeres que nos precediero­n, nos engendraro­n y enseñaron, somos nuestras madres, —incondicio­nal amor—, y las madres de nuestras madres y su sabiduría. Somos hijas, hermanas, madres y abuelas, y también las mujeres que son nuestras hijas y nietas —el mejor tesoro—. Somos todas las amigas, —leal regalo—, con las que hemos acompasado nuestra historia. Somos libertad y valentía, fortaleza y protección, entrega y cuidado, intuición y practicida­d, inteligenc­ia, sensibilid­ad y bondad. Somos triunfo y conquista. Porque somos la pulsión de la vida que fluye apasionada y generosa. Somos vida.

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