ABC (Córdoba)

Objetivo ARCO: dar visibilida­d a las artistas

▶A sus 86 años, Maribel Nazco está como niña con zapatos nuevos por mostrar sus obras en la feria por vez primera

- NATIVIDAD PULIDO

Andando (bueno, corriendo) por uno de los pasillos de ARCO, leemos en una pared blanca el siguiente texto: «CV Laboral. No vivo de la venta de mis obras, por lo tanto tengo que hacer otro tipo de trabajos para ganar mi sustento y el de mi familia. Grabé un audio donde narro mi currículo laboral. Todo lo que hago y he hecho a lo largo de mi vida desde que comencé a trabajar». Lo firma Ana Gallardo. Cuelgan del techo unos auriculare­s para escucharlo. Desgraciad­amente, no es la única artista que no logra vivir de la venta de sus obras.

Tampoco, Maribel Nazco (La Palma, 1938), que ha vivido de la docencia. A sus 86 envidiable­s años, es un descubrimi­ento fuera de su Canarias natal. Su hijo, dice, la llama «la indomable». Está como niña con zapatos nuevos por mostrar sus obras en ARCO por vez primera: «Estoy emocionada, es un privilegio. Me hace muchísima ilusión». No exponía en Madrid desde los 70. Mujer, separada, con tres hijos –uno murió–, artista, en la posguerra..., no lo tuvo fácil. Experiment­ó con metales (la toxicidad de los ácidos le provocó problemas de salud, pero «era una kamikaze») y crea ‘esculto-pinturas’ que hablan del erotismo del cuerpo femenino. La galería José de la Mano da visibilida­d a esta artista, pero también a otras olvidadas como Aurèlia Muñoz (barcelones­a fallecida en 2011) y la valenciana Lola Bosshard (1922-2012). Las tres son importante­s exponentes del arte español de los 70. Y las tres sufrieron el olvido. Aurèlia logró salir de él. Ha triplicado su cotización y ha expuesto en Art Basel. De Lola, un amigo salvó ‘in extremis’ su trabajo, que quiso tirar a la basura tras la muerte de su madre.

Por vez primera en sus 43 años de vida, uno de los días de ARCO coincide con el 8-M. En el programa de hoy de la feria, un foro organizado por Mujeres en las Artes Visuales. Su título, ‘Sobre la necesidad de inventar nuevos paradigmas. Normalizac­ión de la presencia en el mercado del arte del amplio espectro de la mujer creadora’. Imposible complicarl­o más para que se entienda menos. Ayer, Susana Solano era distinguid­a con el premio Catalina d’Anglade.

Cenando con las maestras

En Espacio Mínimo, Diana Larrea exhibe su ‘Última Cena con las grandes maestras’. Su precio: 26.000 euros. Jesús y los doce apóstoles dejan paso en esta sui géneris versión a grandes pintoras renacentis­tas y barrocas, como Mary Beale, Michaelina Wautier, Virginia da Vezzo, Clara Peeters, Giovanna Fratellini, Sofonisba Anguissola, Catharina van Hemessen, Sor Plautilla Nelli, Artemisia Gentilesch­i (icono feminista por vengarse en sus lienzos contra el pintor que la violó, amigo de su padre), Lavinia Fontana, Marietta Robusti, Elisabetta Sirani y Judith Leyster. Toma como referencia una ‘Última Cena’ de la pintora italiana Sor Plautilla Nelli, primera mujer en la historia del arte en representa­r este tema. También, rinde homenaje a la artista pionera del arte feminista Mary Beth Edelson y su obra ‘Some Living American Women Artists’, de 1972.

Son muchas las mujeres que protagoniz­an estos días destacadas exposicion­es en museos y centros de arte: June Crespo en el Guggenheim Bilbao, Isabel Quintanill­a en el Thyssen, Colita en el Círculo de Bellas Artes, Teresa Lanceta en el Museo de Arte Moderno de Céret y en el Meadows Museum de Dallas o, en breve, María Blanchard en el Museo Picasso Málaga. De ellas hay obras en la feria. En Max Estrella, cuelgan fotografía­s de la performanc­e ‘LaBOLA’, que

La Ribot llevó a cabo en julio de 2023 en la galería central del Prado, ante la atónita mirada de Tiziano, Tintoretto y Velázquez. En Luis Adelantado, interesant­es trabajos de Carmen Calvo.

ARCO se viste de Museo Reina Sofía con feminismo, pero también con descoloniz­ación. ¿Alguien duda de que ésta será elegida palabra de 2024 por la FundéuRAE? Urtasun no. En el estand de Helga de Alvear, a unos metros del tenista vencido, cuelga ‘Escudo nacional de España estampado con sangre’, del siempre intenso Santiago Sierra. En esta ocasión, su ocurrencia fue sumergir la bandera confeccion­ada en tejido náutico en sangre donada por voluntario­s anónimos. «Proviene de territorio­s colonizado­s por el imperio español y de las provincias de la España actual en representa­ción de aquellas de la República española conquistad­as a la fuerza por el ejército nacional católico franquista durante la Guerra Civil», reza el texto de la galería. Helga lucía chapa reclamando la bajada del IVA cultural. Sin despeinars­e, ya habría comprado tres obras (una carpeta de Duchamp, entre ellas) nada más llegar a la feria. ¿Qué no compraría con un IVA reducido?

Helado del mar Caribe

En ADN, otro intenso artista, Eugenio Merino, exhibe un mapa del mundo con suelas de zapato donde está inscrita la Declaració­n de los Derechos Humanos. Denuncia los lugares donde se pisaron y no se respetaron. En la galería Leme de Sao Paulo, la descoloniz­adora Sandra Gamarra expone sus trabajos, un mes antes de que descolonic­e el mismísimo pabellón de España en la Bienal de Venecia. En dos de los programas comisariad­os de ARCO se descoloniz­a a diestro y siniestro. Las comisarias del programa sobre el Caribe, Carla Acevedo-Yates y Sara Hermann Morera, afirman que «la condición continenta­l del Caribe pone en relieve las relaciones coloniales que los archipiéla­gos tienen con los continente­s, los vientos alisios que facilitaro­n la expansión colonial». La artista Quisqueya Henríquez invita a degustar un helado del mar Caribe, frío, salado, de un azul intenso. No nos atrevemos, ni siquiera para digerir mejor el discurso. El Reina Sofía se ocupa de la fiesta de fin de ARCO. Será el sábado a las 22 horas. Con dos DJ invitadas.

Siempre lo mismo, el discurso se repite en ‘Nunca lo mismo. Arte latinoamer­icano’, donde los comisarios, José Esparza Chong Cuy y Manuela Moscoso, pretenden «desafiar activament­e las perspectiv­as eurocéntri­cas y simplistas» y han selecciona­do a artistas que «abordan las estructura­s de poder derivadas de los legados coloniales. Cuestionan las identidade­s de género, exploran las visiones del mundo indígena, promueven la liberación de los patrones de pensamient­o impuestos por los legados coloniales». Ah, y en ambas secciones se exhiben obras de arte, aunque parece que eso es lo de menos.

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// GALERÍA ESPACIO MÍNIMO ‘Última Cena con las grandes maestras’, de Diana Larrea
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// © ANDRÉS VALENTÍN-GAMAZO Maribel Nazco, en el estand de José de la Mano con tres de sus obras

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