ABC (Córdoba)

El tortuoso último baile de Nadal

▶ El balear suma la tercera baja del año de su regreso y lo fía todo a la tierra

- LAURA MARTA MADRID

«No me encuentro preparado para jugar al máximo nivel en un torneo tan importante», anunciaba así Rafa Nadal (37) su baja del torneo pocas horas antes de su debut contra Milos Raonic. Es la tercera parada que se ve obligado a saltarse porque ilusión, desbordant­e, cabeza, competitiv­a, y cuerpo, lastimado, no llegan a un punto de encuentro. Fue una baja en el Abierto de Australia, otra en el ATP 250 de Doha y esta de última hora en Indian Wells, dolido en su anuncio el campeón de 2007, 2009 y 2013. Horas antes se había despedido Paula Badosa (26), también sometida al castigo de esa lesión en la espalda que la atenaza desde la pasada primavera.

Si Nadal siempre ha vivido al día, todavía lo hace más en este 2024 que apunta a su último año como profesiona­l. No lo dice él, no se puede predecir, y menos con todo lo que ha demostrado, pero el tiempo está ahí. A medio plazo, 38 años en junio; a corto, a poco más de un mes para comenzar la temporada de tierra, sin haber podido disputar más que cuatro partidos, incluido el de exhibición de Las Vegas contra Carlos Alcaraz; una prueba que no deparó los resultados de convicción y fuerza que esperaba. «He estado trabajando duro y entrenándo­me, y todos ustedes saben que hice una prueba este fin de semana, pero no me encuentro listo para jugar al más alto nivel en un evento tan importante. No es una decisión fácil, de hecho es una decisión difícil, pero no puedo mentirme a mí mismo ni mentirles a los miles de aficionado­s», proseguía Nadal en su despedida del Masters 1.000.

Ya lo presagiaba el balear –«la preparació­n para Brisbane fue buena, para Indian Wells, no»–. Es verdad que la superficie dura no es la mejor para realizar experiment­os con un cuerpo magullado y tanto tiempo ausente, pues entraña más riesgo de lesión. Y es verdad que Nadal no esperaba –o esperaba no esperar– grandes cosas tras un año sin competir. «Voy a necesitar unos meses. Sé que los comienzos van a ser difíciles. Espero no exigirme lo máximo», añadía a su anuncio de vuelta. Pero se va quedando sin tiempo para probarse entre los grandes.

En esos tres partidos de Brisbane, a principios de enero, los únicos oficiales que ha podido disputar, no podía presentars­e de otra manera que no siendo Nadal. Así, tras ganar a Dominic Thiem (7-5 y 6-1) y a Jason Kubler (6-1 y 6-2), e ilusionar al planeta tenis, encontró en Jordan Thompson un rival demasiado rocoso para ese nivel en el que estaba (7-5, 6-7 (6) y 3-6), y, sobre todo, una prueba demasiado exigente para ese cuerpo todavía en reconstruc­ción competitiv­a que acabó por explotar en la zona de la cadera izquierda con un microdesga­rro. De vuelta a la enfermería, y por ahora, dos meses de baja.

«Llevas tanto tiempo sin poner el cuerpo al límite que te salen otras molestias que realmente no te esperas, y de las que te tienes que volver a sobreponer», explicaba Álex Corretja a este periódico. Porque no es solo la cicatriz física, también es la mental. Y son muchas ya en su historial. «Cansado, triste, decepciona­do, hundido», explicaba el balear sus sentimient­os cuando tuvo que retirarse de Australia el año pasado. «Estoy cansado de este tema de las lesiones todo el rato. Es muy duro a nivel mental pasar otra vez por el proceso y el trabajo que se necesita para la recuperaci­ón y volver a competir a un buen nivel», ahondaba en aquel momento. «Está siendo un camino complicado. Es un proceso de aceptación que no es fácil de manejar», asumía este pasado 3 de marzo. Desde el 1 de enero de 2023: siete partidos completado­s.

Recalculad­a ya la hoja de ruta, Nadal –que ya había anunciado que no estaría en Miami– tiene un mes por delante para preparar su desembarco en la tierra. «Lo que se tenga que dejar, dejarlo todo en la temporada de tierra», subrayaba en la previa del partido de Las Vegas. Apuntado al Conde de Godó (1521 de abril), llega antes Montecarlo, del 7 al 14, que ha conquistad­o 11 veces. Pero eso pertenece ya a otra época. En la que vive hoy Nadal, el objetivo es minimizar daños para maximizar posibles beneficios en París (26 de mayo-9 de junio). «Jugaré lo que pueda dentro de mi realidad. No puedo perder de vista que quiero jugar Roland Garros. Quiero ver en qué estado físico llego a la tierra y acudir a Roland Garros en unas condicione­s óptimas dentro de lo posible», deseaba recienteme­nte. Por el momento, deseo y realidad no van de la mano.

«No puedo mentirme a mí mismo ni a los aficionado­s, no me encuentro listo para jugar al más alto nivel»

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// AFP Rafa Nadal, en la exhibición del domingo ante Alcaraz

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