8-M: el movimiento feminista no se recupera tras la era Montero
▶La bronca política separa las marchas y se ceba con el socialismo clásico en Madrid: 30.000 personas en la oficial y 4.000 en la alternativa ▶La ausencia de Redondo en Cibeles enfada a todos: «No es feminista»
Atravesado por cuestiones que consideran trascendentales como la autodeterminación de género y la abolición o no de la prostitución, el movimiento feminista discurrió ayer dividido y con consignas diametralmente distintas por las calles de Madrid, la ciudad que sirve de termómetro a este Día de la Mujer.
A la ministra Ana Redondo no le importaba (ya lo dijo) que hubiese «una, dos o cincuenta marchas». Al final han sido más de 40 en todo el país, pero en ciudades como Sevilla se estrenaba por primer año la bifurcación en corrientes por separado. Redondo indicó que necesitaba a mujeres en las calles, y miles de mujeres las ha habido, 30.000 en la marcha de la Comisión 8-M (que tenía por lema ‘Patriarcado, Genocidios, Privilegios #SeAcabó’, según la Delegación del Gobierno en Madrid, y medio millón según las organizadoras, en el habitual baile de datos de asistencia. El año pasado, la convocatoria quedó algo deslucida en Madrid y hubo 27.000 personas en total marchando por el centro de la ciudad, aunque fueron 56.000 el año anterior.
Peor le ha ido a la marcha organizada por el Movimiento Feminista de Madrid, que congregó solo a 4.000 personas, según la Delegación del Gobierno, la mitad del año pasado.
El socialismo es el que en realidad caminó desunido en el corazón de España, pues el Movimiento Feminista de Madrid serpenteó desde Cibeles hacia el oeste de la urbe; mientras la Comisión 8-M recorrió el Paseo del Prado desde Atocha hasta culminar en la Plaza de Colón. Y pese a los deseos de la ministra Redondo, no confluyeron en ningún momento y en la marcha del feminismo clásico se profirieron fuertes críticas hacia ella.
La escisión es tal que en las horas previas a las marchas, unas 150 dirigentes históricas y veteranas socialistas lanzaron un manifiesto para pedir la expulsión del PSOE de cualquier cargo que ose aparecer en sumarios junto a prostitutas o en el interior de prostíbulos. Preguntada por esta cuestión, Redondo aseguró que considerarán la propuesta de Susana Díaz, Adriana Lastra o Ángeles Álvarez, entre otras, porque si ellas lo «proponen, por algo será».
En opinión de Redondo, las sensibilidades que cruzan el movimiento son múltiples, como «instrumentos de una orquesta», mientras prefiere culpar al PP y a la extrema derecha del «problema real» que acecha a la conquista de la igualdad y que no es otro que el negacionismo de la violencia de género.
El coro de Redondo marchó ayer, no obstante, algo desafinado, bajo cánticos de «mujeres trans, sí» y banderas palestinas.
A la delegación socialista, se adhirieron también la de Unidas Podemos, con Irene Montero e Ione Belarra, desgadajas y otra delegación «inesperada» de Sumar. Por primera vez asistió la vicepresidenta del Gobierno, Yolanda Díaz, acompañada de las ministras de Sanidad e Infancia, Mónica García y Sira Rego, respectivamente. Díaz elogió el ejemplo de las campeonas del Mundo de Fútbol como referente para las mujeres en la sociedad. «Se acabó el machismo en nuestras vidas, en el deporte, el cine y en todos los lugares de nuestras vidas», destacó la dirigente ferrolana que no esgrimió esta vez el pretexto del cumpleaños de su hija para perderse la protesta.
Las históricas no ‘atrapan’
En la otra marcha, desinflada este año, el Movimiento Feminista espetó a la ministra Redondo, tras confirmarse que no recorría la capital junto a ellas, que no se puede estar «sorbiendo y soplando» al mismo tiempo.
Con otra expresión, la frase que utiliza una de esas acólitas del socialismo y el feminismo clásico para resumir en ABC la situación que se vive hoy con este Ministerio de Igualdad recuperado por parte del PSOE es la de que Ana Redondo «está dando migajas» a las veteranas y se alinea con las de siempre, con las que defienden postulados como el regulacionismo de la prostitución y que tan bien abanderaba (lo mismo que ha hecho hoy) la exministra de Podemos Irene Montero. Las de Montero se dieron un buen baño de masas en la manifestación con el alma dividida entre las que llevan ahora el timón de las políticas de igualdad y por tanto, pueden hacer algo contra la violencia de género y las brechas aún existentes, y las que tienen tomado el pulso morado al movimiento pero ya no pueden adoptar ni dirigir nin
Yolanda Díaz acude por primera vez a la cita. Hasta ahora la vicepresidenta rechazaba ir por ser el cumpleaños de su hija
guna política estratégica La ausencia de la ministra de Igualdad, Ana Redondo, enfadó y mucho a la corriente clásica en Madrid. Las feministas que acudieron a la llamada del Movimiento Feminista reclamaron la abolición de la prostitución. «Esta ministra no es feminista», o «escucha, ministra, aquí está el movimiento feminista», corearon las asistentes. También hubo proclamas dirigidas al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, al que dedicaron cánticos como «Sánchez, escucha, el feminismo está en la lucha» o «Gobierne quien gobierne el feminismo no se vende».
La manifestación, en la que según las organizadoras hubo 30.000 personas, se inundó de cánticos continuos sobre acabar con la prostitución. «El feminismo es abolicionista», «nuestros cuerpos no son mercancía, ni se venden ni se alquilan» o «ninguna mujer nace para puta» fueron algunos de los gritos más escuchados.
La ley Trans
El año pasado la delegación del Gobierno cifró la asistencia a esta marcha en 10.000 personas. En ese momento, entre las reclamaciones hubo gritos de dimisión a la exministra de Igualdad, Irene Montero, por una ley ‘del sí es sí’ que estaba rebajando penas a condenados por violación y una ley Trans que «hormona a menores», según sus argumentos. En la manifestación abolicionista se oponen a la idea de que hay personas que nacen en el cuerpo equivocado y este es un punto que sigue separando a las corrientes.
Minutos antes de que diera comienzo la marcha, Jana Bravo, representante del Movimiento Feminista de Madrid, explicaba a ABC que en la marcha abolicionista se sigue «la agenda feminista», mientras que en la organizada por la Comisión 8-M se está intentando cambiar esa agenda «por otros intereses económicos y políticos». Acabar con la prostitución, dijo, no es discutible.
Las manifestantes contaron con el apoyo de una delegación del PP, encabezada por Ana Alós, vicesecretaria de Igualdad del partido, que junto a otras populares como Silvia Valmaña, Patricia R. Calleja o Pilar Ayuso han marchado con ellas. Ana de Blas, portavoz del Movimiento Feminista de Madrid, aseguró a este diario que Redondo «intenta confundir y no se posiciona en las reivindicaciones políticas del feminismo. No se puede llevar días diciendo que eres abolicionista y no venir a la manifestación abolicionista». De Blas mandó un mensaje claro al Gobierno: «Queremos hechos, no palabras». Y esos hechos pasan por aprobar una ley que elimine la prostitución.
Entre los gritos y pancartas también cobró protagonismo la situación en Gaza, algo que unió a las dos corrientes de la capital. «Palestina libre, no al genocio», se escuchó. También proclamas contra la violencia machista. A la cola de la marcha hubo decenas de mujeres de blanco, con una sábana, con máscaras en la cara y velas, que representaban a las mujeres asesinadas por violencia de género.
Las mujeres del Movimiento Feminista de Madrid resumen sus reivindicaciones en ocho puntos: el feminismo es internacionalista y ninguna tradición está por encima de los derechos de las mujeres; son necesarias políticas públicas contra la brecha laboral y por las mujeres más vulnerables; el feminismo clama contra la «cultura de la violación», es abolicionista de la prostitución y denuncia la pornografía. En su manifiesto también reclamaron una sanidad pública, así como servicios sociales. Denuncian además la «explotación reproductiva y el mercado de óvulos» y se manifiestan «contra el borrado de las mujeres».