ABC (Córdoba)

Brigitte Bardot, el ángel que usaba medias negras

Tiene 90 años, casi, pero tiene los que tiene, que son los años de la joven eternidad de un póster

- ÁNGEL ANTONIO HERRERA

Brigitte Bardot es BB, una abreviatur­a mágica que encierra algo así como el mohín lujuriante de poner los labios a lo BB, que es una cosa que inventó ella. Ahora toda chavala se hace un selfi poniendo la boca dulcemente carnívora, como hacía Brigitte, hace medio siglo, cuando BB era virtual, pero sin serlo. Ha logrado auparse en la memoria de los cinéfilos, en general, y de los erotómanos, en particular, sin nombre, ni tampoco apellido. Es BB. Tiene 90 años, casi, pero tiene los que tiene, que son los ardientes años de la joven eternidad de un póster. Vive oculta, pero a ratos asoma un momento, para dar apoyo de foto a la causa defendida por ‘los chalecos amarillos’, por ejemplo, esa copa de franceses que protestaba­n contra el alza del precio de los carburante­s en su país. BB, en los sesenta, era un vértigo, y también en los setenta. Se logró un relevo de sí misma, con sólo cambiar de lencero, o de marido. Le dio a la interpreta­ción, le dio a la canción, y cumplió una versión eterna de lolita con el peinado muy despeinado. Es la francesa más célebre, yo creo, zona variedades, con permiso de Catherine Deneuve.

BB es su retrato de juventud, y una melena de rubia insuperabl­e. Fue una diosa del foco, y luego una musa de las focas, mientras se iba momificand­o. Suele arrimar el hombro a causas de rebeldía, pero si le parece. Cuando cumplió el gesto solidario hacia ‘los chalecos amarillos’, incluyó en la foto a su propio perro, al que le colocó el chaleco reivindica­tivo en cuestión. BB se hizo archifamos­a con la película ‘Y Dios creó a la mujer’, y enseguida se acuñó aquello otro, en réplica, de ‘Y el diablo creó a Brigitte Bardot’. Si asomaba, era la tentación. BB tuvo alguna época de bañador apabullant­e, como Sofía Loren, y hasta se ven ahora, en el tiempo, un poco o un mucho hermanas de antítesis, dentro ambas de sus semejanzas obvias, empezando o acabando porque Brigitte acaba de musa de focas, y la Loren de musa de inauguraci­ón de yate. La Loren tiene tarifa de elegante, para las fiestas, y la Bardot más bien se oculta, con ajuar de vagabunda. BB es la hermana por la otra punta de Sofía Loren, que luego se corta con los bikinis, y Brigitte no. BB usó medias negras, en su día, para enseñar sin enseñar. Hemos escrito medias, pero más bien aludimos a los panties, que son las medias más la comodidad. Al menos, la comodidad para la usuaria. El erotismo es el susto del sexo, y ya advirtió Luis García Berlanga, una autoridad al respecto, que resulta más excitante la mujer vistiéndos­e que la mujer desnudándo­se. Ahí, en esos pantis, está el susto, en efecto, o sea, la novedad, que no pasa de ser una costumbre al revés, pero nos vale. BB reinventó esas medias como lujosa funda lujuriante para el oro de violín de sus piernas, que eran dos estradivar­ius de buenas piernas parisinas, por cierto. BB fue pionera en ponerse o quitarse los pantis de barrio, que inmortaliz­ó en varios desnudos sin desnudo. Fue clienta pionera de estas artesanías de las corsetería­s, y lo fue también en abusar de bikini, con lo que la llamaron ordinaria. La envidia es que suele salir con mucho diccionari­o. BB fue un morbo único, y un ángel salvaje, y un museo inacabable. Con mucha o poca ropa. Si la dorada tribu de nuestros sábados necesitara titular a una musa única, esa sería BB. Una criatura celestial, en fin, con el imán de las bárbaras diablas sexuales.

Criatura celestial Si la dorada tribu de nuestros sábados necesitara titular a una musa única, esa sería BB

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// EFE La Bardot, en los 60, con jersey y medias negras

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