Puigdemont, arréglanos la N-432
Se ríen en nuestra cara y replicamos la mueca bobalicona para camuflar un lamento sin ira de tantas veces como nos la han jugado
Mimagino una comarca en el Alto Ampurdá diez meses sin agua potable, aislada en conexiones eléctricas y con carreteras de hace casi un siglo. Dibujo una una línea de Segarra a Bages donde la sangría poblacional lleva décadas sin torniquete de emergencia. Intuyo el cogollo agrario de payeses a los que se acusa de contaminar las aguas de sus embalses secos, y a los que se culpa de todos los males que no quieren solucionar los que miran para otro lado... Un páramo cada vez más inhóspito y deshilachado. Y no acierto a creer que eso pasara ni por asomo, ni por distopía, en esa Cataluña secesionista, malversadora, delincuente a la que se le acaba de entregar el Estado en bandeja de plata, por el «bien de los españoles y la convivencia» (sic), a cambio de la humillación más dolorosa que hemos vivido en nuestra historia más reciente. A costa del poder por el poder de quien ya vaticinó que pasaría a la Historia. Pasándose por el forro la igualdad de todos sus compatriotas en los cajones estancos de su muro. No tengan la menor duda de que pasará a la Historia.
Somos los tontos de la N-432 que acumula trienios de mentiras, propaganda, burocracia engañosa, accidentes de tráfico, empobrecimiento, agravio y resignación. Se ríen en nuestra cara y replicamos la mueca bobalicona para camuflar un lamento sin ira de tantas veces como nos han hecho la misma jugarreta mágica. La penúltima, el ministro ‘hooligan’ que sacó pecho hace un mes alardeando en el Senado de que ellos, sí, el Gobierno de progreso y de la gente y la amnistía y los koldos, aldamas y ábalos... iban a poner en marcha lo que ni socialistas ni populares han sido capaces de acometer en décadas. Migajas para Granada y sus tramos peligrosos de Pinos Puente. Migajas para Badajoz y una supuesta autovía en Zafra que no deja de ser otra carretera más del siglo pasado. Olvido y mentiras de asfalto para Córdoba.
El ministro bravucón se empodera en el escaño hablando de la N-432 y Córdoba y apenas unas semanas después, la letra menuda del truco nos revela que todo sigue igual: parado y suspendido. Estudios y anteproyectos caducados. Informes ambientales frenados. Alegaciones sin contestar. Explicaciones mudas. Nada de nada. Puro humo. Palmeros en la niebla de la maniobra de despiste. Alcaldes callados sin pudor ni rubor. Dirigencia vacua agarrada a la teta del aparato cuando no a otras partes menos nobles. Plataformistas de ocasión en otros menesteres...
Nunca veremos esta maltrecha carretera convertida en autovía. Todo es una farsa, un juego maniqueo, una muletilla de campaña electoral, una baratija de programa, un señuelo y una evidencia de que seguimos en el furgón de cola que vive de la sopa boba, como a estos amnistiados gusta decir ufanos. Sólo queda una posibilidad: una vez retornado el prófugo y elevado a los altares de la ignominia, apelemos a su caridad como esa bondad del señorito con estos santos inocentes.