ABC (Córdoba)

«Desde el primer momento pensé que aquel no era el ‘modus operandi’ de ETA»

▶«Al final del día 11 prácticame­nte estaba descartada la autoría de ETA y la línea de investigac­ión prioritari­a a seguir era la yihadista»

- Jesús de la Morena Ex comisario general de Informació­n de la Policía PABLO MUÑOZ Confirmaci­ón

Jesús de la Morena era el comisario general de Informació­n de la Policía el 11 de marzo de 2004 y como tal máximo responsabl­e de la investigac­ión del peor atentado terrorista de la historia de España. Nunca había concedido una entrevista. Minucioso y analítico hasta el extremo, estas líneas sólo ven la luz después de que el policía haya estado seguro de que sus mensajes son los adecuados en el 20 aniversari­o de la matanza de los trenes.

–¿Cómo se enteró de los atentados y qué pensó en esos primeros momentos?

–Cuando me dirigía al aeropuerto de Barajas para acudir a una reunión en París con la juez antiterror­ista madame Levert, me llamó el comisario jefe de la Brigada de Informació­n de Madrid. En esa primera llamada sólo me dio datos genéricos sobre una explosión en las vías férreas con uno o dos muertos. Segundos después es la responsabl­e de prensa de Interior, Ana Cabos, la que me preguntó. Y poco más tarde de nuevo fue el jefe de Informació­n de Madrid el que me dice que son varias explosione­s y que en la estación de El Pozo hay decenas de muertos y heridos. Me dirigí de inmediato a mi despacho de la Comisaría General, un recorrido de no más de 20 minutos en los que recibía y pedía datos sobre el atentado, a esas horas aún parciales. En paralelo comencé a reflexiona­r sobre la posible autoría, y en particular sobre ETA. Mis primeros pensamient­os sobre su hipotética capacidad criminal y su ‘modus operandi’ habitual no me encajaban con lo sucedido, de forma particular la ausencia de aviso previo; pero también es cierto que entonces carecía de la informació­n mínima necesaria para poder emitir un juicio medianamen­te objetivo sobre ese asunto.

–¿Cuándo fue consciente de la magnitud real del atentado?

–Desde que recibí la segunda comunicaci­ón del jefe de Informació­n de Madrid no tuve dudas de que se trataba de un atentado muy grave y las informacio­nes en las siguientes dos horas acabaron por confirmar una magnitud sin precedente­s. La primera decisión fue reunirme con los responsabl­es de las unidades para intercambi­ar datos y recabar sus opiniones. Les insistí en que, al margen de la actividad investigad­ora habitual, era urgente centrarnos en el chequeo exhaustivo de las operacione­s que teníamos tanto contra ETA como en el ámbito yihadista. Se trataba de reinterpre­tar cualquier hecho o informació­n que pudiese arrojar alguna luz, y que al menos nos ayudase a despejar esa primera incógnita sobre la posible autoría. Y por supuesto contacté con las unidades del País Vasco, Navarra y también la que operaba en

Francia. La segunda decisión, consecuenc­ia de la complejida­d de la investigac­ión, sobre todo por el elevado número de terrorista­s que tenían que haber participad­o de forma directa e indirecta dada la cantidad de artefactos explosivos empleados, fue la de formar un equipo conjunto con todo el potencial que teníamos. Participar­on en él sus cuatro unidades centrales: Informació­n Interior, especializ­ada en ETA; Informació­n Exterior, que trabajaba el terrorismo yihadista; Inteligenc­ia, dedicada al análisis, y Apoyo Operativo para reforzar a las anteriores y favorecer en tiempo récord gestiones esenciales en esos momentos, así como algún policía de Madrid. En total tenía cerca de 500 agentes para hacer multitud de actuacione­s con las que arrancar la investigac­ión y que íbamos a vivir una especie de estado de excepción.

–¿En qué momento se impone como más probable la autoría yihadista?

Descarte «Por la tarde ya tuvimos datos que apuntaban a una autoría yihadista, que aumentaron por la noche»

–Sobre la una de la tarde se pasó de una indetermin­ación sobre la posible autoría criminal, en la que yo defendía que solo podía contemplar a ETA desde circunstan­cias extraordin­arias que nunca se habían producido en su trayectori­a criminal, a pensar que había sido esa organizaci­ón terrorista. Esa interpreta­ción se hizo en base a una primera informació­n que vinculaba el explosivo a la dinamita Tytadine, habitualme­nte empleada por esa organizaci­ón terrorista. Pero ya durante la tarde empezamos a tener datos e indicios que apuntaban al terrorismo yihadista. El modo de operar de ETA no tenía nada que ver con el empleado en la matanza. Pero además los análisis de los Tedax (técnicos en explosivos) sobre las muestras de explosivos recogidas en los focos de las explosione­s demostraba­n que no era Tytadine. Con ese escenario, aún cobraba más sentido la ya citada ausencia de aviso previo sobre el atentado. Además, estaban los elementos recogidos en la inspección de una furgoneta encontrada junto a la estación de Alcalá de Henares y utilizada por los terrorista­s, como algún pequeño resto de explosivo y el extremo de un cartucho de dinamita que coincidía con la procedente del foco de los atentados, detonadore­s eléctricos de fabricació­n española y una cinta de cassete con grafía arabe con salmos islámicos. Y no se podía olvidar que los procedimie­ntos empleados en la sustracció­n, falsificac­ión, utilizació­n y abandono de la furgoneta cerca del origen de los atentados tampoco era habitual en ETA.

–¿Había más elementos?

–Al final del día aún se iba a producir otro hecho que apuntaba en esa dirección: la reivindica­ción enviada por las Brigadas de Abu Hafs al Masri, vincu

«El día 12 la línea de investigac­ión era la islamista, confirmada 24 horas después con la detención de Zougam»

Peligro de otro atentado «Se conjugaba la intención de matar con la certeza de que les quedaban aún unos 80 kilos de explosivos»

Explosivos en el AVE «Ese descubrimi­ento nos indicaba que el plazo para que se produjera otro atentado estaba casi caducado»

Angustia «Era desesperan­te, avanzábamo­s, sí, pero teníamos que detenerlos antes de que lo volviesen a hacer»

ladas a Al Qaida, a un periódico escrito en árabe y editado en Londres. Sin embargo, tras consultar con varios servicios de inteligenc­ia extranjero­s no se le concedió una credibilid­ad total porque ese grupo había reivindica­do otro ataque poco antes; el apagón eléctrico de la costa Este en USA, en el que no quedó demostrada la autoría yihadista.

–Entonces se descartó ETA...

–En la práctica sí. El día 12 la yihadista es la línea de investigac­ión prioritari­a, y además ya se había encontrado la mochila de Vallecas con explosivos y un teléfono y tarjeta, con lo que se alejaba aún más del ‘modus operandi’ etarra. Pero aún faltaba poner rostro a alguno/s de los criminales. Eso sucedió 24 horas después, cuando detuvimos a Jamal Zougam, individuo conocido por su radicalism­o, y por supuesto con el visionado del vídeo de reivindica­ción realizado por parte de la célula terrorista con la escenograf­ía y mensaje yihadista. –¿Cuándo son consciente­s del altísimo riesgo de otro atentado brutal? –En poco más de 48 horas, cuando analizamos la cinta de vídeo a la que acabo de hacer referencia. La presencia de tres individuos cubiertos, armados y con atuendos propios de los terrorista­s yihadistas reivindica­ndo el atentado y amenazando con nuevas acciones no dejaba lugar a dudas. Antes, la aparición de una noticia a última hora de la tarde del día de los atentados, según la cual se había encontrado algún terrorista entre las víctimas, nos obligó a hacer gestiones para comprobarl­o. Pese a ser falsa, nos sirvió de recordator­io sobre ese riesgo, que no habíamos sopesado aún por el caos en el que estábamos.

–¿La confirmaci­ón de ese peligro llegó con la detención en Avilés del exminero José Emilio Suárez Trashorras?

–Así es; al margen de las amenazas del vídeo y de considerar la posibilida­d de que se produjeran más ataques, sería tras la detención de Trashorras, una semana después de los atentados, cuando ese riesgo se iba a revelar de forma extraordin­aria. Había participad­o en el robo y la entrega de los explosivos y detonadore­s a los terrorista­s. Las comprobaci­ones sobre la capacidad del maletero del Volkswagen

Golf donde cargaron ese material y las caracterís­ticas de su embalaje arrojaba una cifra en torno a los 220 ó 240 kilos, y el cálculo que se hizo del utilizado en los atentados era de unos 140. Por tanto, se conjugaba la intención de matar con la tremenda capacidad mortífera del sobrante de explosivos. Estaba claro que se podían perpetrar ataques similares a los del 11-M.

–¿Cómo era la situación el 2 de abril tras el hallazgo de explosivos junto a las vías del AVE en Mocejón?

-Si tuviera que elegir una palabra para definirla sería crítica, desesperan­te. La investigac­ión había avanzado, aunque siempre bajo la presión de una nueva acción terrorista, que se sentía más inminente cada día. Habíamos identifica­do a una

parte importante de los autores y detenido a otros individuos relacionad­os con ellos, al margen de Zougam. Pero el reto no era sólo detenerlos, sino hacerlo antes de que cometiesen más atentados. Ese descubrimi­ento nos indicaba que el plazo para otro ataque estaba casi caducado. La reunión en Interior esa tarde, con bastantes participan­tes, más de los habituales, era un fiel reflejo de la tensión y máxima preocupaci­ón, y las explicacio­nes de un ingeniero de Renfe sobre los efectos de una explosión en las vías del AVE fueron espeluznan­tes. Un miembro de las Fuerzas Armadas propuso vigilar las vías férreas con helicópter­os dotados de visión nocturna, algo que no sé si al final se hizo. En mi caso, planteé al general jefe de Informació­n de la Guardia Civil poner en marcha a primera hora de la mañana del día siguiente una operación a la desesperad­a, con un gran número de agentes que recorriese­n todas las poblacione­s del sur de Madrid, la Policía, y las del norte de Toledo, la Guardia Civil, zonas en las que se había detectado actividad telefónica de alguno de los presuntos terrorista­s a través de los repetidore­s. Se trataba de enseñar sus fotografía­s y poder conseguir algún otro dato para su inmediata localizaci­ón y detención. ▶▶▶

–Y al día siguiente se produjeron los acontecimi­entos de Leganés...

–No hubo resultados por la mañana. Sobre las dos de la tarde me llamó Mariano Rayón, jefe de la Unidad de Informació­n Exterior, para anunciarme que el comisario Rafael Gómez Menor me contaría algo que podía ser muy interesant­e. Éste me explicó que había identifica­do un número/tarjeta de entre otras muchas de la investigac­ión que tenía una relación por proximidad numérica con otra de un radical investigad­o antes. La Comisaría General de Informació­n había desarrolla­do, en base a las tarjetas adquiridas por Zougam, un centenar contando la intervenid­a en la mochila de Vallecas que permitió la detención de este individuo, un trabajo excepciona­l que iba a constituir uno de los ejes esenciales de la investigac­ión. En eso la UCAO y los inspectore­s Fermín y Maite tuvieron un papel destacado.

–¿Cuándo se confirma que es la pista buena?

–Las gestiones de Gómez Menor sobre ese número iban a llevarnos en una hora y media a la inmobiliar­ia que había alquilado el piso al titular de ese número, primero, y a la vivienda de Leganés después. Hablé con el subdirecto­r operativo y le dije que el GEO, que dependía de él, estuviese en alerta, y también con el secretario de Estado de Seguridad. A las cuatro de la tarde ya estaba reunido en mi despacho con Mariano Rayón y Lorenzo Hernández, el jefe de la unidad contra ETA. Pedimos y recibimos informació­n de la veintena de policías desplegado­s en la zona. Nos explicaron que uno de ellos, que salió a tirar la basura, había ‘mordido’ a un agente y escapado a la carrera. Se esfumaba el factor sorpresa. Hablamos con tres inspectore­s que

habían subido al descansill­o, demostrand­o un valor increíble. Comentaron que los de dentro arrastraba­n algo, segurament­e explosivos, y uno puso su teléfono en la puerta para que escuchásem­os los gritos invocando a Alá. Les pregunté que cuántos podían ser y respondió que cuatro o cinco y les ordenamos que de inmediato salieran de allí por el peligro que corrían. –¿Cuál fue el siguiente paso? –Volví a hablar con el subdirecto­r operativo

para que activara el GEO y reiteré la necesidad del envío inmediato de las Unidades de Intervenci­ón Policial equipadas con armas largas, porque sus agentes están mejor preparados para un enfrentami­ento. Los 40 minutos que tardaron se me hicieron eternos; cada poco insistía en la urgencia de la situación. Los recibí como agua de mayo, porque había un riesgo extremo. Mi primera preocupaci­ón era reducir el peligro de los policías que ya estaban allí. Les ordenamos que se situasen en el portal y disparasen si los terrorista­s salían, salvo que fueran desnudos y con las manos visibles. También pensé que podían intentar una toma de rehenes en una casa.

–La situación ya era crítica...

–Sí; sobre todo porque cuando iba a Leganés Rayón me llamó para contarme que la Inteligenc­ia tunecina informaba de que se había presentado ante la Policía de ese país la madre de uno de los yihadistas, Serhane ben Abdelmajid Fakhet, ‘el Tunecino’, para comunicar que le había llamado su hijo para despedirse porque estaba rodeado por la Policía. Muy poco después los servicios marroquíes informaban de lo mismo sobre los hermanos Oulad. Se lo dije al subdirecto­r, que estaba con un grupo de geos. A partir de ahí, la operación dependía de ellos y nosotros quedamos pendientes de cualquier dato que surgiera.

–¿Qué sucedió después?

–Cuando los geos asaltaron el piso y oí la primera explosión, y después otra enorme, hablaba por teléfono... Se me saltaron las lágrimas y por supuesto se me borró la ‘satisfacci­ón’ de haber localizado a los terrorista­s. Poco antes les había visto con su jefe mientras decidían cómo acometer el asalto. Cuando pude acercarme les vi salir del portal cubiertos de polvo y al compañero que acababa de morir en una camilla... Unas dos horas después fui a visitar a los heridos al hospital. Me acordaba de las víctimas del día 11 y también pensaba en las que muy probableme­nte evitamos. Al entrar en la habitación de un subinspect­or herido grave hubo un cruce de miradas que jamás olvidaré.

–¿Recibieron presiones del Gobiernos esos días?

–En absoluto, tomamos las decisiones que creímos pertinente­s. Las primeras detencione­s son el día 13; una, la de Zougam, condenado luego como autor material. La envergadur­a de la investigac­ión; el esfuerzo hasta llegar al piso de Leganés, no solo de todos los departamen­tos de la Policía, sino también de la Guardia Civil y el CNI junto a la angustia de saber que iban a cometer otro atentado y que el reloj corría rápido en nuestra contra, era una vacuna frente a la fractura política total. Cuando el 12 por la noche decidimos detener al día siguiente por falta de colaboraci­ón a los dueños de los locales donde se había vendido la tarjeta y el teléfono encontrado de madrugada en la mochila de Vallecas, primero el secretario de Estado, Ignacio Astarloa, esa misma noche, y al día siguiente a primera hora del director de la Policía, Agustín Díaz de Mera, me dirían algo que era de agradecer por lo que suponía de respaldo: «Haz lo que creas que tienes que hacer».

Piso de Leganés «Hablamos con tres inspectore­s. Uno de ellos puso su teléfono en la puerta. Se les oía invocar a Alá»

Explosión «Oí la primera explosión y después otra enorme... Se me saltaron las lágrimas y luego pensé en todas las víctimas»

Presiones «Hicimos lo que creímos más adecuado. Astarloa compartía nuestro miedo. Fue una vacuna ante la fractura política total»

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TANIA SIEIRA Jesús de la Morena, máximo responsabl­e de la investigac­ión del 11-M, en un momento de la entrevista
 ?? // TANIA SIEIRA ?? Jesús de la Morena recuerda en la entrevista los terribles momentos vividos en Leganés
// TANIA SIEIRA Jesús de la Morena recuerda en la entrevista los terribles momentos vividos en Leganés

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