ABC (Córdoba)

Viaje al museo-diván de Ángel María Villar

El expresiden­te de la Federación Española de Fútbol espera la acusación del caso Soule mientras recibe en su santuario privado la visita de posibles candidatos a dirigir la RFEF

- PEDRO CIFUENTES MADRID

Ángel María Villar (Bilbao, 1950) vive desde hace 36 años en el barrio madrileño de Ventas. A cien metros, en otro de los apartament­os que compró durante sus tres décadas en la cúspide del fútbol español, ha creado su museo privado. Hay cientos de objetos: fotografía­s, banderines, medallas, trofeos, camisetas firmadas, libros, reglamento­s... Su favorito es una imagen firmada por el ‘Chopo’ Iríbar en un marco de plata. Sus tres hijos le han pedido que haga un inventario, pensando en un inevitable futuro, y meta después en cajas la mitad de las cosas. Cuesta desplazars­e por el antiguo salón sin tocar algo, y también encontrar espacio para colocar dos vasos sobre una mesa.

Villar, que fue titular durante once temporadas consecutiv­as en el Athletic de Bilbao e internacio­nal con España, pasa mucho tiempo solo y ve partidos de fútbol en su diván. También lee bastante la Biblia, algo quizá no muy sorprenden­te si se tiene en cuenta que fue retirado de la vida pública hace seis años y medio, cuando fue detenido por la Guardia Civil delante de multitud de cámaras y encarcelad­o junto a su hijo Gorka, durante diez días, en la prisión de Soto del Real. Han pasado 80 meses desde aquello, pero no hay todavía ni fecha de juicio para la operación Soule (coordinada por un juez bastante mediático de la Audiencia Nacional). El vizcaíno lleva años proclamand­o su inocencia, pero sabe por sus abogados que puede recibir un titular desagradab­le en los próximos meses: una petición de años de prisión por administra­ción desleal en una resolución de contrato con la empresa Santa Mónica. Parece importarle poco; quizá sea por las cinco pastillas que toma para tratar una afección cardíaca que, según su médico, nació precisamen­te de los disgustos.

El museo-diván de Villar no es lujoso, y el expresiden­te suele recibir a las visitas en chándal. Últimament­e hay mucho trasiego en el apartament­o de Ventas: se anuncian elecciones a la Federación y bastantes candidatos agazapados presentan sus respetos al elefante caído para pedirle consejo. A uno, muy conocido, le dijo que esperara unos años, porque su tiempo no ha llegado aún. A otro, con mucho dinero, le preguntó si tenía espalda suficiente para soportar la presión y las querellas. «Le dije lo mismo que al juez de la Soule», expresa Villar: «A mí me han imputado más de veinte delitos, casi siempre los mismos, y me han archivado todas las denuncias; sólo me falta la Soule, y han tardado seis años en acabar la instrucció­n. Cualquiera no aguanta eso». En ocasiones, sencillame­nte, se ríe: hay posibles candidatos a los que, directamen­te, les ha dicho que no están preparados para dirigir el fútbol español. Pero a todos los que se acercan, más o menos competente­s, les hace la misma pregunta: «¿Es importante para ti ver a tu mujer y a sus hijos? Porque si te eligen presidente, puedes irte olvidando de la familia». Villar asegura que el rasgo más importante para presidir la Federación es ser «normal». «Ser un genio es ser normal», repite: «Se trata de conjugar en todos sus tiempos los mismos verbos que utilizaría el presidente ejecutivo de una gran empresa: viajar, estar, saber estar, trabajar, telefonear, escuchar, dialogar, pactar, etc. Y también el ejercicio de algunas virtudes: humildad, sinceridad, serenidad, tenacidad, laboriosid­ad, huir de la envidia, amar el fútbol [...] Delegar es la muerte para un presidente de la RFEF. Pero debe rodearse de grandes profesiona­les».

«El fútbol español logró sus mayores éxitos bajo mi presidenci­a. Pero me han apartado de todo, de forma despiadada… Es como si la gente no tuviese memoria»

Reflexione­s y recuerdos

El expresiden­te no quiere pronunciar­se sobre ninguno de los nombres que aparecen en artículos de prensa. «Algunos se autoprocla­man candidatos; a otros se les solicita. Hay ahí una gran diferencia, Tampoco he visto programas todavía. No sé si lo tienen guardado en un cajón, no sabemos lo que van a hacer… Yo siempre presenté programa cuando me presentaba». Villar piensa que algunos postulante­s no conocen bien el desafío: «Hay algunos, creo, que quieren ser amados sin ser conocidos. Y deben saber que, para ser alguien en este mundo, los nuevos tienen que subir primero el Tourmalet. Que te conozcan es un

elemento muy positivo, y que tengas un historial futbolísti­co también ayuda. Sin esa fama, ese ascenso es como subir el Tourmalet sin bicicleta… Como si quisieran ser padre de familia sin ser de la familia antes».

En las horas muertas, Villar rellena con reflexione­s y recuerdos unos cuadernos en letra mayúscula: le ha prometido a una de sus nietas que se los regalará cuando pase a mejor vida. Hay personajes sobre los que apenas hay una hoja; de otros, hasta diez. Este proceso de toma de notas es paralelo

al libro que está escribiend­o un antiguo colaborado­r suyo sobre sus 28 años de gestión en la RFEF. Sus días felices de éxito, asegura, fueron causantes (por envidia) de sus males actuales. Villar dice haber descubiert­o en la vanidad el pecado más extendido de los seres humanos. Y reconoce no ser mejor que el resto. Siente, de hecho, algo de rencor: «De todos los presidente­s que ha habido, el más longevo fui yo; el siguiente estuvo nueve años. El fútbol español consiguió sus mayores éxitos estando yo de presidente. Pero me han apartado de todo, de forma despiadada… Es como si la gente no tuviese memoria».

Puede que mucha le diese la espalda después de verle esposado en los telediario­s, pero el mundillo del balón le ha abierto de nuevo las puertas después de comprobar lo que vino después. El primer candidato oficial, Carlos Herrera, ha declarado que hay que aprender mucho de Villar. El aludido no puede ocultar su agrado y presume de no haber robado jamás ni traicionad­o nunca a sus amigos. Tiene otro pequeño museo, el de Bilbao, en la habitación donde estudiaba Derecho todas las noches (siendo ya futbolista profesiona­l) después de cenar. Pero es en su museo-diván de Ventas donde ejerce de ‘coach’ gratuito para quien le quiera escuchar, mientras reexamina, sin prisa y sin pausa, su propia existencia.

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 ?? ?? ฀Villar, rodeado de recuerdos en su apartament­o ฀Señalando la foto de la selección española campeona del mundo en 2010 ฀Imagen de Villar en el vestuario de España que luce en una de las paredes ฀Mostrando la camiseta del Athletic, el club de su vida, con su nombre ฀Una de las decenas de fotografía­s que tiene dedicadas ฀El expresiden­te tiene recuerdos de todas sus épocas ฀Urna conmemorat­iva de su primera elección como presidente de la RFEF, en 1988 ฀Con un trozo de césped del estadio de Johannesbu­rgo donde España se proclamó campeona del Mundial
฀Villar, rodeado de recuerdos en su apartament­o ฀Señalando la foto de la selección española campeona del mundo en 2010 ฀Imagen de Villar en el vestuario de España que luce en una de las paredes ฀Mostrando la camiseta del Athletic, el club de su vida, con su nombre ฀Una de las decenas de fotografía­s que tiene dedicadas ฀El expresiden­te tiene recuerdos de todas sus épocas ฀Urna conmemorat­iva de su primera elección como presidente de la RFEF, en 1988 ฀Con un trozo de césped del estadio de Johannesbu­rgo donde España se proclamó campeona del Mundial
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REPORTAJE GRÁFICO: ERNESTO AGUDO

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