Sesiones interminables de trabajo con algún disfrute gastronómico
▶ El presidente nacional popular comió con el alcalde en la Ermita de la Candelaria
Se dice fin de semana en Córdoba y se piensa en monumentos, paseos por una ciudad llena de historia y gastronomía con prestigio internacional. Muchos dirigentes del Partido Popular han pasado por la ciudad en este fin de semana para el encuentro de líderes autonómicos convocado por el presidente del partido, Alberto Núñez Feijóo, pero lo han hecho mucho más para trabajar que para divertirse.
Lo saben los medios que ayer esperaban algún movimiento en el hotel Ayre, en el retiro espiritual de la Sierra, y que no encontraron más que puertas cerradas. La palabra cónclave viene del latín ‘cum clavis’, que hace referencia a una estancia cerrada a cal y canto, y la reunión popular ha sido así. Dieron fe de ello también los participantes.
Entre los presidentes autonómicos que firmaron ayer la Declaración de Córdoba sólo tomó la palabra Juanma Moreno, el presidente de la Junta de Andalucía, largamente ovacionado por los suyos, y allí dijo que la jornada del sábado había sido maratoniana: «Nos puso a trabajar a las 9.00 y no nos dejó hasta las once de la noche», resumió. La noche anterior, eso sí, habían podido disfrutar de un paseo por la zona monumental y se habían fotografiado junto a la Mezquita-Catedral, y el presidente nacional había tenido un acto con mujeres por coincidir su llegada con el 8 de marzo.
Feijóo, eso sí, tuvo tiempo para un almuerzo en que pudo saborear lo mejor de la gastronomía de Córdoba, porque comió en la Ermita de la Candelaria junto a la secretaria general del partido, Cuca Gamarra, y al alcalde de Córdoba, José María Bellido, que además de trabajar como los demás ha tenido que hacer en parte de anfitrión.
El menú
Pudieron disfrutar de un menú compuesto por cebolletas rebozadas con salmorejo , alcachofas con emulsión de hierbabuena, lubina marinada con puerros confitados y, para terminar, presa guisada como antiguamente. De postre, el inconfundible helado de naranja con aceite de oliva virgen extra y gelatina de la casa y todo ‘regado’ con un buen Fino del Lagar de Santa Magdalena. Más cordobés imposible. Luego hubo tiempo para la firma en el libro de honor del restaurante y las fotos de recuerdo junto a Javier Campos.
De allí otra vez al trabajo, porque en la tarde del sábado ya se empezaban a conocer los frutos de las reuniones en los primeros documentos.
Por la mañana Elías Bendodo, muy aficionado a carreras de larga distancia, salió a hacer ‘footing’ con Cuca Gamarra y se hicieron unas fotos en el Puente Romano.
En la despedida todavía le quedaban a Feijóo ganas: «Quien quiera se puede quedar a comer en Córdoba. Yo, desde luego, me voy a quedar». No debió de haber quedado descontento después de la experiencia, porque comió en el Rancho Grande y tuvieron tiempo para visitar el patio de San Basilio, 44.