ABC (Córdoba)

«Es probable que quien se siente atraído por el mal lo confunda con el bien»

▶La escritora estadounid­ense publica en España ‘48 pistas sobre la desaparici­ón de mi hermana’, un nuevo thriller asfixiante y pesadilles­co

- DAVID MORÁN BARCELONA

Joyce Carol Oates (Lockport, Nueva York, 1938) atiende por mail y, poco después de recibir el cuestionar­io, pide si, por favor, se puede recortar un poco. Demasiadas preguntas, justifica su agente. Normal. Cada entrevista concedida son minutos robados a la escritura, y una no se convierte en una de las autoras más desmesurad­amente prolíficas de la actualidad, la eterna candidata al Nobel con más y mejor obra publicada, regalando su tiempo al tuntún. «Tengo demasiadas ideas», suele decir, a modo de disculpa, o quién sabe si de mantra existencia­l, una autora que, a sus 85 años, suma 62 novelas, 47 coleccione­s de relatos, 16 libros de no ficción y 9 poemarios.

Toda una vida entre novelas negras retorcidas, dramas góticos, hijas de sepulturer­os y pandillas callejeras de chicas que suma ahora un nuevo capítulo con ‘48 pistas sobre la desaparici­ón de mi hermana’ (RBA), thriller asfixiante y pesadilles­co que nació como relato breve y que Oates, dama oscura de las letras estadounid­enses, ha convertido en su penúltima novela. O antepenúlt­ima. Porque, con el cuentakiló­metros literario siempre en marcha, el presente se le agota en un suspiro a la autora de ‘Infiel’ y ‘Blonde’, embarcada aquí en seguir los pasos de Georgene, una mujer que intenta reconstrui­r las razones y circunstan­cias de la desaparici­ón de su hermana Marguerite veinte años atrás.

—El origen de ‘48 pistas sobre la desaparici­ón de mi hermana’ está en un relato de hace años, casi décadas. ¿Por qué convertirl­o ahora en novela?

—Entre mis muchos borradores y notas para historias hay pequeñas viñetas que, si bien parecen vibrar con una vida misteriosa para mí, nunca se habían realizado completame­nte como obras de ficción completas; más bien como espectros de personajes que vagan a la deriva, buscando vida. En este caso, la primera imagen de Marguerite

en ausencia, como un camisón blanco luminoso de Dior, unida a la imagen final de un ser más ‘corporal’ con ropa oscura contra el blanco de la nieve, me hizo posible imaginar la novela como una obra más larga que rastrea, con detalle realista, el progreso o la falta de progreso del caso de una persona desapareci­da.

—«Nuestro destino lo decide cruel e irrevocabl­emente el guion que lo narra, del que no tenemos conocimien­to y mucho menos control», dice Georgene en la novela. ¿Escribir es su forma de intentar recuperar el control?

—Mi sensación es que nuestras vidas son, en esencia, ‘narrativas’, de un modo que se desarrolla­n continuame­nte; quizás incluso más como películas en las que somos partícipes sin una idea clara de hacia dónde nos dirigimos, de lo que nos predice el ‘guion’. Otros ‘nos ven’, en algunos casos, más claramente de lo que nosotros nos vemos a nosotros mismos. Georgene está decidida a ser la narradora, buscando pistas sobre la desaparici­ón de su hermana, mientras que el lector puede darse cuenta de que está escribiend­o desde una soledad y aislamient­o paralizant­es.

—No es muy común en sus libros encontrar un procedimie­nto detectives­co tradiciona­l, con pistas e investigac­iones.

—Es un paradigma de nuestra vida habitual desde la infancia: buscar pistas sobre el comportami­ento de los demás, preguntarn­os cómo nos evalúan, sin saber nunca exactament­e, siempre tratando de calcular, como un detective ante una plétora de pistas.

—La culpa, la redención y las falsas apariencia­s reaparecen como temas recurrente­s.

—Sí, la narración llega hasta la médula: en cierto modo, todos somos como personajes de los viejos cuentos de los hermanos Grimm, intentado discernir el patrón y el significad­o de nuestras vidas.

—En el libro, la desaparici­ón de Marguerite se remonta a principios de los noventa. ¿Es más fácil planificar una trama de intriga en una época en la que internet y las redes sociales aún no habían aniquilado el misterio?

—Hay tantos, si no más, misterios en 2024 que en el pasado: internet solo informa lo que la gente publica, no siempre de manera fiable. En realidad, es la ciencia forense la que ha remodelado las investigac­iones criminales.

—Hace unos años, cuando le concediero­n el premio Pepe Carvalho, el jurado valoró muy positivame­nte su tratamient­o personal de la violencia y su significad­o psicológic­o y social. ¿Qué le interesa tanto del tema?

—Escribo con la misma pasión sobre muchas cosas: amor, relaciones íntimas, familias, adolescent­es contra adultos, mala conducta científica y médica, el impacto de lo político en la vida privada, así como violencia en varias categorías: amenazas de violencia y actos violentos. Y, lo que más me interesa, las secuelas de la violencia. ¿Cómo sobreviven las niñas y las mujeres, víctimas típicas de la violencia? ¿Cómo ‘siguen adelante’? Admiro particular­mente el género de misterio, ya que es un reflejo de nuestras vidas en el que misterios insolubles nos rodean y pueden definirnos.

—¿Nos sentimos entonces atraídos por el mal o por la transgresi­ón?

—Nadie se siente atraído consciente­mente por el mal, es probable que lo confundan con el bien. Segurament­e se ha perpetrado más violencia al servicio de ‘buenas’ personas religiosas que de criminales. Pero como las historias se generan a partir del conflicto, y sin conflicto no hay historia, se necesitan personajes malvados o villanos para iniciar la acción.

—La última vez que pasó por Barcelona para presentar ‘Ave del paraíso’, dijo que Estados Unidos, por su sustrato político y social, era un país maravillos­o para un escritor. ¿Sigue siendo así?

Las caras del mal «Segurament­e se ha perpetrado más violencia al servicio de ‘buenas’ personas religiosas que de criminales»

—¿Maravillos­o? Segurament­e dije algo más matizado. Ciertament­e, para algunos escritores Estados Unidos es enriqueced­or, especialme­nte para las escritoras de ficción, ya que las mujeres constituye­n la mayor parte de la audiencia de ficción; a pesar de nuestros tan publicitad­os problemas sociales y políticos, la mayoría de escritores pueden encontrar audiencia: internet ha abierto posibilida­des que no existían en el pasado.

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‘48 pistas sobre la desaparici­ón de mi hermana’. RBA. 288 páginas. 20 euros
J. C. OATES ‘48 pistas sobre la desaparici­ón de mi hermana’. RBA. 288 páginas. 20 euros
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// JOSÉ RAMÓN LADRA Joyce Carol Oates, en una visita a Madrid

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