Simeone y Vinicius nunca pierden
El bucle del Cholo
Como hace 12 años rescató al Atlético de la mediocridad y lo devolvió a la pelea y la consecución de los títulos, a la exigencia propia de ese escudo, no se le puede discutir nada a Simeone. Sólo dedicarle reverencias. Aunque hace tiempo haya dejado de ser Dios (justo cuando empezó a actuar como si lo fuera)... Aunque se haya encargado personalmente (quién inoculó si no la falacia de los presupuestos y el todo está bien siempre) de rebajar la ambición que ahora de forma cínica le atribuye veladamente a la propiedad del club (Gil Marín era así antes de llegar el Cholo, nunca miró por los títulos, sólo por el dinero, y ‘Forbes’ se encarga año a año de recordarlo)... Aunque ya no sepa convencer ni agrandar a sus futbolistas (que para los aduladores crónicos cuando juegan bien sigue siendo gracias al técnico y cuando lo hacen mal es por quien ficha)... Aunque el equipo hace tiempo se caiga a pedazos, no juegue a nada y cualquier adversario le pase por encima...
Simeone nunca pierde, ya se encargan de corearlo una grada anestesiada y una crítica complaciente. Se reproducen fuera de casa las actuaciones vergonzantes del Atlético y no se intenta nada ahí dentro por combatirlo. No se reconocen errores, ni se diagnostican soluciones. Ni siquiera se discrepa. No ocurre nada. El técnico se echa la culpa con mensajes vacíos y la boca pequeña y así, quieto y en silencio todo el mundo, hasta que la visita siguiente fotocopie la herida.
Pero pasarán las sacudidas de estas alturas de temporada, el equipo rojiblanco se meterá en Champions (¡pero cómo no va a meterse!) después de tener las opciones de título perdidas en invierno y se difuminarán las caras de disgusto: la clac le hará otra vez la ola al técnico, la hinchada gritará el ole, ole, el jefe (con su cartera a buen recaudo) volverá a renovarlo a precio de oro y el propio Simeone se sentirá un centímetro más grande que el club, cada vez más inmune. Se apelará a Manzano para apagar las comparaciones, se venderá de nuevo la vulgaridad y la ley de mínimos como conquista y se lanzarán fuegos artificiales. El callejón rojiblanco sin salida.
El disparate de los vídeos
En estos tiempos en los que casi todo está mal y ni siquiera Dani Martín puede considerar un monumento a Ester Expósito sin que se lleve los guantazos del moderno ‘bienquedismo’ viral, se trata ahora de elevar a la categoría de delito que un canal partidario publique análisis subjetivos a su favor de las actuaciones arbitrales. Ya hay denuncias y expedientes abiertos contra el Real Madrid porque su televisión agrada el oído de sus aficionados emitiendo juicios e imágenes sesgadas de forofismo de unos supuestos errores que los colegiados han cometido en su contra. Como si no fuera lo habitual y hasta lo obligatorio en un medio así. Como si esperaran leer en ‘Mundo Obrero’ una loa al partido más a la derecha.
Tebas acusa enérgicamente a los blancos de fomentar la crispación. ¿Pero dónde? Porque lo raro es que la audiencia que señala con el dedo al canal no es la madridista (se supone que la única que debería estar interesada en dicho contenido), sino los árbitros y los equipos rivales, que a saber qué demonios hacen mirando ahí. Es verdad que otros medios prestan demasiada atención a lo que ahí se dice, y que reproducen y propagan como comunicados oficiales del club (y aunque lo fueran) lo que como mucho pueden considerarse provocaciones, pero la paranoia desatada alrededor, el histerismo, no hay por dónde cogerla.
Si no hay insultos o injurias, que le cuenten el fútbol a su parroquia con el color que les plazca. No pretenderán que en el campo del Madrid suene a partir de ahora el himno del Barça.
Engañando al brasileño
Quizás teñido de ese partidismo propio que acompaña al fútbol en sus retransmisiones y sus declaraciones, como si fuera un vídeo más de Real Madrid TV, Ancelotti viste de víctima suprema a Vinicius (posiblemente hoy el futbolista más desequilibrante, variado e imparable del planeta, pero también el más desagradable) cuando lo que se le reclama es un tirón de orejas. Llegó a decir el entrenador que nunca ha visto un futbolista tan perseguido en insultos y patadas como el brasileño para sortear la pregunta de si le había dicho algo por la acción que protagonizó en el duelo de Champions ante el Leipzig y que debió costarle la expulsión. Es decir, lo peor que podía recibir Vinicius por su incorrecto comportamiento, justo escuchar de los suyos que lo que hace está bien.
Como primera reacción al aplauso de su jefe, Vini repitió ayer ante Mingueza la respuesta irascible. Y Ancelotti insistió luego en aplaudirle. Comprende esas conductas agresivas concretas del brasileño como sus protestas a los colegiados, sus desplantes a las aficiones y jugadores rivales, su propensión al conflicto... Acciones todas ellas muy repetidas que no le han costado muchos perjuicios personales (es tanta verdad que le pegan al siete madridista como que los árbitros le consienten más que a ninguno de sus compañeros y rivales), pero impresentables pese a las felicitaciones que ahora escucha. No hay defensa para lo que a menudo escucha Vinicius de bocas deleznables, pero eso no puede darle bula para todo lo demás.