Respeto y lucha en el último Klopp-Guardiola
No era un partido cualquiera. Era el último enfrentamiento en los banquillos, al menos de momento, entre Jurgen Klopp y Pep Guardiola, los dos entrenadores que han revolucionado la Premier League en la última década. La postrera cita entre ambos antes de que el alemán abandone el Liverpool a final de temporada y corte lo que ya es un duelo con tintes de clásico ante el Manchester City del español. Y no defraudó.
Este último baile tenía, además, el aliciente de poner en juego el liderato de la Premier, en el que ambos pelean con el Arsenal de Mikel Arteta. Al final fue este quien más sonrió con el empate entre ‘reds’ y ‘citizens’, que deja a su equipo aún con el liderato y ya solo con un enfrentamiento directo ante el City por el camino (el 31 de marzo).
En Anfield, escenario mítico y bullicioso, se vio respeto e intensidad a raudales entre dos equipos en dinámica ascendente. El inicio de ambos fue un toma y daca sin descanso, pero cuando mejor estaba el Liverpool llegó el zarpazo del City. Fue en el minuto 23, en un saque de esquina lanzado por De Bruyne y rematado en el primer palo por Stones. Una jugada de pizarra que sorprendió a la defensa local. Guardiola celebró el tanto por todo lo alto, agitando los puños y señalando en el banquillo a un miembro de su cuerpo técnico. Seguramente
el ideador de la jugada.
Nada más iniciarse la segunda mitad llegó el empate del Liverpool. Ederson derribó a Darwin Núñez en el área tras un error en el pase de Aké y el penalti lo anotó Mac Allister. Para colmo, el guardameta brasileño se dañó el muslo en la jugada y dejó el duelo en las manos de dos guardametas suplentes: Kelleher en el Liverpool y Ortega en el City.
Salah, aún renqueante de sus numerosos problemas musculares, salió en el 60 y revolucionó el choque. Solo la ineficacia de Luis Díaz en el remate impidió ver por delante al Liverpool. El colombiano lo intentó todo y no le salió nada. Los ‘reds’ siguieron ganando entidad con el paso de los minutos y merecieron mejor suerte, pero ya no hubo más goles que celebrar. Klopp y Guardiola se despidieron con un emotivo abrazo. Quién sabe hasta cuando.