ABC (Córdoba)

La amnistía en Joseph Ratzinger

Benedicto XVI revisa la sentencia condenator­ia de Jesús

- JESÚS LILLO

VOLVEMOS a Joseph Ratzinger cada Cuaresma, cuyos domingos pasan como las páginas de un ‘Jesús de Nazaret’ –‘Beiträge zur Christolog­ie’ en el subtítulo del original alemán, aquí sacrificad­o– que admite tantas relecturas como hallazgos sobrevenid­os, algunos traspapela­dos por las prisas de una primera aproximaci­ón a este laberinto de interconex­iones o las búsquedas realizadas en diagonal a través de una obra que desde la publicació­n de su primera parte, en 2007, representa, más allá de un ejercicio de catequesis, un manual de resistenci­a contra la ignorancia. Dejamos atrás el ‘Laetare’, o cuarto domingo de Cuaresma, y nos detenemos en ‘El proceso de Jesús’, capítulo en el que Benedicto XVI se mete en harinas jurídicas y políticas para enjuiciar, valga la redundanci­a, a quienes por hache o por be participar­on en la condena del Nazareno.

Ratzinger desmonta algunos tópicos, como el de considerar a Barrabás un simple bandido, algo revoltoso –así lo califica Juan en un exceso de buenismo, encuadránd­olo en la tipificaci­ón sanchista de los desórdenes públicos agravados–, y a quien el Papa de la razón no duda en tachar de terrorista en función de la etimología griega y del «contexto político de entonces». Aún más severo es Benedicto XVI al reabrir el grifo del agua turbia y corriente con que Pilatos se lava las manos y se pone de canto ante el Sanedrín. Sucede que el gobernador romano no se puso de perfil, aún menos de espaldas. «Al final ganó en él la interpreta­ción pragmática del Derecho: la fuerza pacificado­ra del Derecho es más importante que la verdad del caso», escribe Ratzinger sobre la política de apaciguami­ento y de cesión a Caifás y compañía ejecutada por Pilatos. «¿De quién depende el Derecho? Pues ya está», que diría otro célebre exégeta.

«La paz –sigue Benedicto XVI en un párrafo revelador, el que precisamen­te cierra este capítulo procesal– fue para Pilatos más importante que la justicia. Debía dejar de lado no solo la grande e inaccesibl­e verdad, sino también la del caso concreto: creía cumplir de este modo con el verdadero significad­o del Derecho, su función pacificado­ra. Así calmó tal vez su conciencia. Por el momento, todo parecía ir bien. Jerusalén permaneció tranquila. Pero que, en último término, la paz no puede establecer­se contra la verdad es algo que se manifestar­ía más tarde».

Antes de sentenciar a Pilatos por lo que ahora conocemos por tacticismo –política del ibuprofeno para los radicales de cualquier Sanedrín habido o por haber–, el Papa alemán aborda el indulto al que, en una eliminator­ia disputada a muerte súbita con Barrabás, es sometido Jesús. Benedicto XVI, en palabras de su traductor, no habla de indulto, sino de ‘amnistía’, medida de gracia administra­da en vísperas de la Pascua judía. «Quien es propuesto como candidato para la amnistía ya está condenado de por sí (...). La propuesta para la liberación mediante la amnistía incluye implícitam­ente una condena», apunta el Papa.

Esta Semana Santa, aquí y ahora, nuestros presos liberados volverán a hacer estación de penitencia, encapuchad­os, ante la imagen de Jesús. España es Judea con más indultos, más reencuentr­os y, en definitiva, muchas más pascuas.

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