ABC (Córdoba)

La corrupción profunda del sanchismo

La Fiscalía es esencial para la corrupción política del sistema

- TEODORO LEÓN GROSS

EL PP se ha querellado contra el fiscal general, Álvaro García, por ascender a Dolores Delgado como «pago por sus favores». El Supremo anuló su nombramien­to a fiscal togada del Alto Tribunal por desviación de poder. Precisamen­te estos días toca debatir en el TS su nuevo nombramien­to como fiscal de Memoria Democrátic­a, de nuevo bajo la sombra del abuso de Derecho y fraude de ley, y se espera el segundo revolcón. Las trapisonda­s de ‘Alvarito’, el chico de los recados de Dolores Delgado que ejercía de correveidi­le entusiasta después de saltar ésta del Ministerio de Justicia a la Fiscalía General, ya no tienen más recorrido que la necesidad del sanchismo de tener ahí a un escudero fiel, acreditado con la amnistía. La Fiscalía es una instancia esencial para la corrupción política del sanchismo.

Claro que hay alguna pregunta más que hacerse, tanto más después de leer ‘El complot’, libro del fiscal Ignacio Stampa, defenestra­do de Anticorrup­ción con el impulso de esta pareja de maniobrero­s. El libro es todo un ‘thriller’ político-judicial-mediáticop­olicial: Stampa era uno de los fiscales del caso Tándem, donde dieron con el imponente archivo de grabacione­s de Villarejo. En ese momento ignoraban que iban a abrir la caja de Pandora. De ahí no sólo surgieron piezas de gran trascenden­cia, como Kitchen o BBVA (impresiona que el incendio del Windsor, donde se perdió la documentac­ión de Deloitte, remita a la carpeta ‘matches’ [cerillas] de Villarejo, donde se hablaba de eliminar documentac­ión de la auditora DEL en un informe llamado ‘acción final’), sino los contragolp­es de Villarejo para desafiar al Estado, caso de Corinna. En otra de las grabacione­s aparecía Lola Delgado de farra con Baltasar Garzón en una marisquerí­a junto a Villarejo, el día que llamó «maricón» a Marlaska, en un clima de compadreo que ella justificó peor que Dani Alves. Baltasar Garzón, pareja de Delgado, tenía otras conexiones, ya que defendía a García Castaño, ‘El Gordo’, policía clave en los aparatos de informació­n, en cuya boda fue padrino. Y ahí va la pregunta: ¿pasó Dolores Delgado a la Fiscalía General para cortocircu­itar asuntos como éste?

A Stampa, que aspiraba a su plaza en la Fiscalía Anticorrup­ción, le inventaron un romance con Marta Flor, abogada de Podemos, que estaba en la causa como acusación popular. Imputarle ‘revelación de secretos’ era una pamema, pero tejieron bien el incendio mediático. El teniente fiscal del TSJM, Ruiz de Alegría, archivó rotundamen­te. Se le requirió indagar más, e hizo lo mismo. Pero Álvaro García, el chico de los recados, exigió más. Se trataba de llegar al Consejo Fiscal con Stampa bajo el estigma de la sospecha para lograr que no tuviese votos. Dolores Delgado debió abstenerse; siquiera por las conexiones de su pareja, Baltasar Garzón. Así se cargaron a Stampa, en una operación de manual. Después Delgado salió rápido de la Fiscalía General, por esos circuitos de la corrupción profunda del sanchismo

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