La exitosa carrera en América de un gallego amante de la aviación que acabó en tragedia
▶ Había triunfado formando a pilotos y murió con su familia al estrellarse su avión
El caso de Alfredo Díez Seoane no es el de un sueño americano truncado por una tragedia. Cuando su avión se estrelló, segando su vida y la de su familia, hacía tiempo que este emprendedor gallego, amante de la aviación, triunfaba en Estados Unidos con una innovadora academia de pilotos de la que ya había abierto sucursales en varios países. Hacía años que Alfredo ya estaba cumpliendo sus sueños.
El accidente ocurrió la tarde del domingo (hora española), pero en Betanzos no empezó a correrse la voz hasta el lunes a mediodía: Alfredo, que nació y se crió en esta localidad coruñesa, pero residía hacía años en Miami, sufrió un accidente con uno de los ‘jets’ de su propia compañía cuando intentaba aterrizar de emergencia cerca de un aeropuerto de Virginia (Estados Unidos). En el siniestro, murieron también su esposa, Ksennia, una mujer rusa que había sido su alumna en la academia; su hijo, Nicolás, de tan solo 3 años de edad, y dos ocupantes más, que viajaban en el ‘jet’ y que también eran pilotos. Las autoridades estadounidenses estudian las causas del accidente del avión, que había despegado en Florida.
Los vecinos de Betanzos están abatidos. La familia de Alfredo, que estaba a punto de cumplir los 40 años, es muy conocida en la localidad, donde tanto su madre como su abuela habían sido maestras. «Estamos consternados, la familia es muy querida aquí, es una tragedia. En Betanzos nos conocemos todos», explica a ABC Mar Barral, la alcaldesa de este municipio de poco más de 12.000 habitantes. El ayuntamiento se ha puesto a disposición de la familia, que el lunes voló hacia Estados Unidos para tramitar la repatriación de los suyos.
Alfredo nació y se crio en Betanzos. Después de estudiar bachillerato en el instituto público IES Francisco Aguiar, en su población natal, se formó como piloto en una academia de La Coruña. Tras varios años trabajando como piloto en varios países del mundo, se instaló en Estados Unidos, donde con el tiempo consiguió levantar una gran academia que tuvo su germen en una idea pionera: un programa con el que, según explicaba hace unos meses en una entrevista en ‘La Voz de Galicia’, consiguió acelerar la inserción laboral de los jóvenes pilotos, que hasta entonces acababan sus estudios con muchas menos horas de vuelo de las exigidas para trabajar en las aerolíneas. Las compañías recurrieron a ellos en masa para ocupar las vacantes que una ola de prejubilaciones dejó en la pandemia.
Unos años antes, en 2015, ya asentado en Estados Unidos, había comprado su primera avioneta, y un año después fundó la mencionada escuela. En 2020, Alfredo adquirió una pequeña aerolínea de jets privados. Uno de ellos fue en el que volaba junto a su familia cuando tuvo el accidente.