Ambigüedades y certezas
SÁDABA Mantener el rigor e intentar minimizar posibles interpretaciones erróneas es un ejercicio muy fino, casi sofisticado, que los lectores reclaman
El lector Jorge Font me remite un largo y detallado mensaje con motivo del artículo ‘La gran utopía rural española del siglo XX’, publicado el 24 de febrero en ABC Cultural. El texto comenta la exposición ‘Pueblos de colonización. Miradas a un paisaje inventado’ que se inauguró en el Museo ICO sobre los pueblos nuevos vinculados a la política de regadíos del Instituto Nacional de Colonización durante el régimen de Franco.
El lector explica que aunque el artículo se centra «en los valores de la arquitectura de esos pueblos, contextualiza la encomiable finalidad de esas obras mostrando también limitaciones como que sobre todo benefició a los grandes propietarios cuyas tierras no fueron expropiadas, pasando de secano a regadío gracias a la intervención estatal». A este respecto señala que «no parece que el autor esté bien informado, al menos de cómo actuó el citado Instituto en lo que hoy es Castilla y León, concretamente en los regadíos del canal del Bajo Carrión de la provincia de Palencia. En estos regadíos, cuyos propietarios eran pequeños agricultores, los terrenos sí fueron forzosamente expropiados. Entre ellos estaba mi madre, a quien, con una explotación de 45 hectáreas, le expropiaron 11, pagándole un precio ridículo, teniendo que hacer frente al sostenimiento de la familia con mi padre enfermo». Y adjunta la orden ministerial publicada en el BOE del 10 de agosto de 1971 en la que, efectivamente, se indica que el citado Instituto «va a proceder a la expropiación de las tierras en excesos en la zona regable del Bajo Carrión (Palencia)».
Es muy comprensible que el artículo haya resonado de manera especial en el lector, y muy de agradecer que haya tenido a bien aportar su perspectiva, de manera prolija, junto con documentación adicional que la avala.
Carlos Delgado, crítico de arte de ABC Cultural y autor del artículo, explica que «en el texto principal del catálogo, escrito por los comisarios, Ana Amado y Andrés Patino, se señala como el aspecto más relevante de la reciente interpretación crítica del conjunto que el juicio histórico reciente señala, asimismo, que la colonización y la política de riegos desarrollada durante el franquismo fue disfuncional y llegó tarde, al coincidir con la crisis de la agricultura tradicional y el éxodo rural, y benefició sobre todo a los grandes propietarios, que vieron cómo sus tierras no expropiadas pasaban de secano a regadío por la acción estatal. Cuando lo incorporo en mi texto, mi sintaxis genera una clara ambigüedad, ya que puede leerse en el sentido que le ha otorgado el lector, es decir, como una generalidad». Y es sin duda en esta expresión en la que el lector ha percibido una tergiversación de una realidad que conocía personalmente.
Además, y ante el deseo expresado por el señor Font de que «habría que preguntar a sus moradores si tantos trabajos y esfuerzos han merecido la pena», Carlos Delgado apunta que «como cuento en el artículo, este dar voz a los colonos es un aspecto central de la exposición». Si, en este caso, este cruce de pareceres motiva a algún lector a visitar la exposición, abierta hasta el 12 de mayo, probablemente habrá merecido la pena.
Parece claro que en esta ocasión ha sido la ambigüedad de una expresión la que ha permitido una interpretación distinta a la intención del redactor. No obstante, Jesús García Calero, director de ABC Cultural, señala que «no es inhabitual que las exposiciones centradas en proyectos de obra pública o proyectos estatales tiendan a fijar una versión oficial que, generalmente, suele ser favorable a los intereses de la propia Administración», lo que puede explicar también la suspicacia del señor Font. Delgado se muestra en cualquier caso agradecido por el aporte del lector y también por que las noticias se lean con tanto detalle, al tiempo que explica lo difícil que es «resumir una exposición que cubre el proceso de transformación de la España rural, llevado a cabo entre 1939 y 1971, en 750 palabras».
Trabajar con fuentes secundarias, como textos de expertos o informes, aporta un gran valor al trabajo de los periodistas. Mantener el rigor e intentar minimizar posibles interpretaciones erróneas es un ejercicio muy fino, casi sofisticado, que los lectores reclaman. Y pienso que es una buena noticia para el periódico que el nivel sea tan alto.