ABC (Córdoba)

El Santo Grial de la generación beat: una alocada carta de Cassady a Keroauc

La epístola de 1950, que narra un romance tóxico, cambió el estilo literario del autor para escribir ‘En el camino’

- JAVIER VILLUENDAS MADRID ‘LA CARTA DE JOAN ANDERSON’ Anagrama. Traducción de A.P. Moya. 138 págs. 17’95 euros

Vómitos sanadores, zascandile­o meditabund­o por billares, giros salvajes, automuerte por amoniaco, embarazos, menores, infidelida­d, rajas con bisturí de ombligo a lo pudendo y digresione­s a chorro como el alcohol que regó esta pequeña, demencial e histórica historia. El 17 de diciembre de 1950, Neal Cassady le escribió a Jack Kerouac una carta contándole una ‘anécdota’ que le impactó tanto formalment­e que modificó su estilo para escribir ‘En el camino’, un nuevo amanecer en la literatura norteameri­cana. La generación beat y su héroe: Dean Moriarty, es decir Cassady. Ahora esta misiva ha sido publicada en España por Anagrama.

Bautizado como el nuevo Charlie Parker por la prosa vertiginos­a e imprevisib­le al símil del jazz ‘bebop’, Kerouac se inspiró en ‘La carta de Joan’, donde su amigo le explicaba una loca situación romántico-dramática de hace cinco años con más microhisto­rias locas dentro. Le marcó el camino (perdón), el de la frescura, para moldear literariam­ente su mítico libro, que narra el viaje junto a Cassady un año antes por Estados Unidos colándose en trenes y el vagabundeo ‘way of life’. Obra magna de la libertad, aquel ‘trip’ conjugó a la perfección con la libertad y desenvoltu­ra estilístic­a que encontró en la carta y, así, pasó del «puntillism­o naturalist­a que había aprendido de Thomas Wolfe», y plasmado en su primera novela, ‘La ciudad y el campo’, a una obra que le eternizó. Aparte, ¿hay algo mejor que escuchar una anécdota delirante?

Aquel grupo de inadaptado­s negacionis­tas de ser parte de generación alguna formado por Ginsberg, Burroughs, Feltrinell­i, Corso o el propio Kerouac, marcaron época en las letras. Su ídolo, que lo hubiera deseado, se quedó en genio epistolar. «Concebí la idea del estilo espontáneo de ‘En el camino’ al ver las cartas que me escribía el bueno de Neal Cassady, todas en primera persona, apresurada­s, confesiona­les, totalmente serias y llenas de detalles… La carta principal tiene cuarenta mil palabras, imagínate, toda una novela corta. Era el escrito más grandioso que había visto en mi vida, mejor que el de ningún otro en América, o al menos suficiente para que Melville, Twain, Wolfe y qué sé yo bailaran sobre sus tumbas…», dijo Kerouac en una entrevista en 1968.

Pero... ¿quién era Cassady? Quien practicaba siempre: «El camino de santo, camino de loco, camino de arco iris, camino de lo que sea. Un camino a cualquier parte y de cualquier modo». O «la raíz y el alma de lo beatífico», como Sal Paradise (alter ego del propio Kerouac) llama a Moriarty en ‘En el camino’. También «un pariente occidental del sol», «una nueva clase de santos americanos», más de Kerouac, o «el héroe secreto de estos poemas» en la dedicatori­a del ‘Aullido y otros poemas’ de Ginsberg. Para el especialis­ta A. Robert Lee encarnaba «casi la figura de un mesías de las rocosas».

Atlético, voluble, quizá incluso bipolar, se educó a lo Oliver Twist con Neal Cassady sénior, el padre alcohólico cuyo matrimonio con una mujer que ya era madre de ocho criaturas terminó en separación y cuyo trabajo como barbero ambulante significó malvivir. No es de extrañar que su hijo, siempre al borde de la indigencia, anduviera desde muy temprano por el mal camino y se jactara de haber robado 500 coches entre 1940 y 1944.

«Escribía todo el tiempo, centenares de cartas. Escribía todos los días. Pero no le atraía la idea de escribir formalment­e, porque no había ido a la universida­d», recuerda Carolyn Cassady, su esposa, que, aunque fue una sufrida cónyuge, también fue capaz de evocar con ternura a su gran amor en los mejores tiempos de este. «Tenía una cabeza más brillante que nadie. Leía incluso más que Jack (Kerouac) o Allen (Ginsberg). En la cárcel no hacía más que leer. Tenía memoria fotográfic­a. De niño pasaba todo el tiempo en la biblioteca, por eso era tan inteligent­e. Qué triste final tuvo», dijo en una entrevista en 2011 en el ‘European Beat Studies Network’. Una

figura, la de Carolyn, pintora, que arroja luz y replica a la del otro como guía glorioso a ojos de Kerouac y Ginsberg, cuyo aura incluía los rasgos de «machista tradiciona­l», infiel empedernid­o, bígamo incluso, encarcelad­o y personaje ‘destroyer’ por antonomasi­a.

Décadas extraviada

En mayo del 51, Kerouac escribe a Cassady: «¿Cuántas veces tendré que decirte que la carta sobre Joan es una obra maestra americana y que tienes que dejar que YO me ocupe de publicarla?». El escritor había entregado un mes antes la primera versión de ‘En el camino’ en láminas de papel para componer un rollo de 40 metros que se volvió, claro, material de coleccioni­sta y exhibido en biblioteca­s y museos de Estados Unidos, de Francia, Reino Unido o Japón.

‘La carta de Joan’ también tiene su intrahisto­ria, porque setenta años más tarde el plan de Kerouac se hizo, más o menos, realidad. Las 18 páginas de líneas apretadas se parecen un poco al rollo de Kerouac y durante muchas décadas sólo había estado disponible en parte, una suerte de «manuscrito perdido» que se creyó extraviado. Se pensó que Ginsberg, a quien Kerouac le había dado la carta, se la había dado a su vez al poeta Gerd Stern para que la entregara al agente A. A. Wyn, que pasó de ella. Entonces, Stern la envió a una revista de poesía dirigida por Richard Wirtz Emerson, que tampoco la publicó. En diciembre de 2011, la hija de este, revisando las cajas de su padre, dio con ella, poniéndola a la venta con las consiguien­tes batallas legales con los herederos de Kerouac y Cassady. Fue adquirida por 206.250 dólares por la Universida­d Emory de Georgia. Aunque Ginsberg siguió acusando maliciosam­ente a Stern de haberla perdido... ¡cómo son estos beatniks!

¿Pero qué le cuenta Cassady a Kerouac en la famosa carta? Mejor no desvelar nada de una historia turbia que comienza: «A la mierda todo, estoy harto de sandeces». Y sigue: «Despierto y veo más horrores que Céline».

Aquel grupo de inadaptado­s formado también por Ginsberg o Burroughs marcó una era. Su ídolo se quedó en genio epistolar

«La carta era el escrito más grandioso que había visto en mi vida y suficiente para que Melville, Twain o Wolfe bailaran sobre sus tumbas»,

 ?? ??
 ?? // ABC ?? Jack Kerouac y Neal Cassady
// ABC Jack Kerouac y Neal Cassady

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain