El retraso de Feijóo en decidir sobre Cataluña y las europeas tensiona al PP
▶Barones y dirigentes se exasperan ante la falta de determinación para cerrar las listas del 12 de mayo y 9 de junio ▶Apelan a su aún indiscutible autoridad para que zanje los rumores y batallas internas sobre estas citas con las urnas
La primavera llega hoy con tres elecciones bajo el brazo, una para cada mes, y el PP sólo tiene decidido el candidato de las primeras: Javier de Andrés como líder de los populares para los comicios del País Vasco. El adelanto electoral en Cataluña, firmado este lunes por el presidente Pere Aragonès, ha cogido con el pie cambiado a Génova y no sólo para las catalanas, que son la segunda cita, sino también para las europeas, que son las últimas.
En el partido se espera pacientemente a que se resuelvan ambos enigmas, que en la presidencia del PP se guardan como un secreto, pero empiezan a cundir los nervios, los barones observan preocupados, los rumores campan a sus anchas y las filtraciones interesadas buscan condicionar unas decisiones que, gusten o no, va a tomar de modo personalísimo el presidente del partido, Alberto Núñez Feijóo. El paso del tiempo juega en contra.
Hasta la semana pasada, el debate que estaba empezando a abordar en la dirección nacional era el de las elecciones europeas, convocadas para el 9 de junio. Fuentes de la dirección del PP aseguran que la cuestión clave aún no son los nombres, sino la estrategia para unos comicios en los que saben que no sólo tienen que ganar, sino que deben cubrir expectativas y lograr una victoria rotunda sobre el Partido Socialista. Es más, están en la obligación de conseguirlo como argumento de peso para mantener la ‘auctoritas’ en Europa en su estrategia de señalar los abusos del Gobierno de Sánchez sobre el Estado de derecho en España.
La pregunta es quién va a encabezar las listas para las europeas y hay dos nombres en primera posición: tanto Dolors Montserrat, que fue número uno en las últimas elecciones (2019), como Esteban González Pons ambicionan esa función. Sin embargo, en la última semana se ha vuelto a extender con fuerza en los mentideros populares un rumor que viene de antiguo, un rumor que sitúa ni más ni menos que a la secretaria general del partido, Cuca Gamarra, como solución salomónica «entre dos personas que se odian». Desde su entorno lo niegan tajantemente porque «ni lo quiere ni se lo han propuesto» y otras fuentes lo explican así a este periódico: «Nadie cambia un Mercedes por un Seiscientos». Pero no sólo eso: «¿Tú crees que, si Cuca Gamarra quisiera ser candidata a las europeas, no habría ido la semana pasada al congreso del Partido Popular Europeo en Bucarest?». Es más, como apunta otro cargo medio del partido, «sólo sería posible si hubiese un congreso nacional» este año, porque la secretaria general tiene que salir de los 35 vocales natos del Congreso». Como diría Mariano Rajoy, «un lío», pero que, más allá de la rumorología interesada, es algo que tiene sus defensores en el partido.
El duelo Pons-Montserrat
En círculos populares es sabido que Esteban González Pons quiere volver a Europa, algo que él no oculta en absoluto, ya que sólo vino a Madrid por su compromiso personal con Feijóo y por petición expresa de éste. El actual vicesecretario general institucional del partido considera que ese deber de lealtad está más que cumplido y anhela volver al Parlamento Europeo.
Allí, Dolors Montserrat ambiciona seguir encabezando una delegación del PP español que ha realizado un gran trabajo en los últimos años, con especial reconocimiento a Javier Zarzalejos. La exministra catalana acordó hace tiempo con Feijóo no volver a la política en Cataluña y ansía repetir en Europa. Pero en Génova no son pocos los que no dejan de deslizar su nombre como mejor opción para descabalgar al actual presidente del PP catalán, Alejandro Fernández, que genera división en el partido y que tiene muchos enemigos en la dirección nacional, aunque también algún amigo entre las baronías: «Creo que la dirección nacional después de las últimas informaciones sobre las entidades constitucionalistas lo va a tener difícil si no apuesta por él. Dicho lo cual, también creo que Alejandro debería tranquilizarse», dice un barón relevante a ABC. Añade otro: «Se tiene que quedar. Es muy difícil quitar a Alejandro».
En Cataluña, el PP lleva desde la misma llegada de Alberto Núñez Feijóo deshojando la margarita no sólo sobre el candidato a designar, sino sobre la estrategia a seguir. Todavía hoy recurren al mismo argumento que utilizó Feijóo desde su designación como presidente popular, en abril de 2022: el PP catalán necesita definir primero la estrategia –un viejísimo debate en el partido– y luego encontrar el nombre.
Lo que pasa es que en esta estrategia han transcurrido 23 meses y el de Cataluña es el único congreso regional que no se ha celebrado. De modo que Alejandro Fernández sigue dando la batalla para ser el elegido, a pesar de que su estilo nunca ha gustado en la planta séptima de Génova: no tanto por su discurso o por unas cualidades como parlamentario que todo el mundo reconoce en el PP, sino por su poco interés por incrementar la implantación territorial del partido en esta comunidad. El ejemplo que se pone es el del líder del Partido Socialista de Cataluña (PSC), Salvador Illa, que lleva cuatro años recorriendo la región pueblo a pueblo, algo que a Alejandro «ni le gusta, ni lo está haciendo ni lo sabe hacer», señalan sus críticos. Enfrente, los afi
nes a Fernández contraponen el apoyo reciente de las entidades constitucionalistas e incluso hay quien considera que es sinónimo de coqueteo con el electorado nacionalista.
Ganar un pulso a Feijóo
El tiempo apremia y la designación del candidato popular a las elecciones catalanas del 12 de mayo es competencia de la dirección nacional. Por eso no se entiende la tardanza y además preocupa en el alto mando: «Si Feijóo quiere quitar a Alejandro, que lo quite, pero si ahora no lo quita va a parecer que le ha ganado un pulso a la dirección». En la tarde del lunes, la vicesecretaria de Organización, Carmen Fúnez, se reunió con él en Madrid. El contacto fue cordial, pero no hubo confirmación.
A pesar de todo, en la dirección nacional del PP también hay optimismo con Cataluña y se basan en las mejoras registradas en las últimas citas después de los nefastos resultados cosechados en la época de Pablo Casado. Esas expectativas se fundamentan en una regla de tres: en la repetición de las generales en noviembre de 2019 consiguieron un 7,4% y dos escaños y en las del año pasado subieron hasta el 13,4% con seis actas –el triple– y casi 200.000 votos más que en generales.
Si observamos las elecciones catalanas del 14 de febrero de 2021, el PP consiguió el 3,85% de los votos, un resultado que le dejó con tres escaños, muy lejos de los 11 de Vox. La esperanza, pues, anida en mantener la ola creciente registrada en toda España y recuperar la primera posición entre las opciones constitucionalistas. Otros motivos para la esperanza son los resultados en las municipales de mayo en Badalona y Casteldefells, donde fueron primera fuerza con el 56% y 42% de los votos, respectivamente, o en Lérida, donde quedaron segundos con el 15%.
La lucha por liderar la candidatura en la UE desata las hostilidades soterradas: Montserrat y Pons quieren mandar
¿Y Ciudadanos, qué?
El adelanto de las elecciones en Cataluña tiene una segunda derivada problemática para el PP, porque llegan en plena negociación con Ciudadanos (CS) para las europeas de junio. Estas negociaciones, que ambas partes califican de encarriladas aunque no cerradas, se complican porque ahora no sólo deben limitarse a las urnas comunitarias del 9 de junio. Los tiempos mandan: las elecciones catalanas son el 12 de mayo y las listas de las europeas hay que cerrarlas como tarde el 6, la semana anterior. De modo que «todo o nada». Esto significa que antes de la inminente Semana Santa hay que cerrar el acuerdo y esas prisas no benefician a nadie: el PP no tiene resuelto su liderazgo en Cataluña y Ciudadanos no puede obviar que su fuerza y su representación principal hoy está, precisamente, en la región de España que les vio nacer.
Así, la idea de Génova de supeditar el nombre de su candidato a la negociación con CS desagrada a muchos porque interpretan que debilita la posición del actual presidente del PP catalán. Además de que el propio contacto con Ciudadanos no es aprobado por parte del PP en Cataluña, ya que cree que no solo arroja un salvavidas a un partido que caminaba hacia la extinción, sino que los pocos votos que aún moviliza nunca irán al PP, sino que podrán acabar en el PSC.
En Europa todo es más fácil si ambas partes ceden en algo: los de Ciudadanos se integran en las listas del PP como independientes, un triunfo para los populares, pero después se adscriben al grupo liberal Renew, que es la pretensión del líder centrista, Adrián Vázquez. El argumento es sencillo: así la capacidad española para presionar a Sánchez con la amnistía y otras cuestiones vinculadas al Estado de derecho seguirá teniendo el apoyo de grupos europeos: el popular y el liberal, no sólo a un PP que, sin duda, será muy fuerte tras el 9 de junio.
La primavera electoral se presenta como una gran oportunidad para cerrar un ciclo exitoso. A pesar de que no se alcanzó La Moncloa, el PP es primera fuerza en España y tiene un poder institucional autonómico y local sin parangón. En Europa pinta bien y no es descabellado pensar que en Cataluña crecerá. Pero, dicho todo lo anterior, los meses pasan y los tiempos de Feijóo empiezan a exasperar a los suyos, algunos muy cercanos, que lo resumen así: «Es peor que Rajoy».
Con el viento a favor no se entiende que Feijóo se enrede en estas cuestiones y no aproveche la autoridad interna que aún mantiene en su partido para zanjar desde el principio debates incómodos. Como el de sus candidatos en dos citas decisivas e inminentes.
El adelanto de las urnas catalanas complica las negociaciones con CS, que van bien en Europa: «Ahora es todo o nada»