ABC (Córdoba)

Manipulaci­ón del concierto

- JOHN MÜLLER jmuller@abc.es

El concierto vasco y navarro es una anomalía histórica muy hábilmente manipulada por los nacionalis­tas. Nunca se trató del reconocimi­ento de un privilegio, sino que era un mecanismo transitori­o precisamen­te ideado para incluir a esos territorio­s, que no pagaban los impuestos españoles, en el régimen general tributario.

En 2012, cuando los nacionalis­tas catalanes empezaron a hablar de un pacto fiscal inspirado en el concierto, Ángel de la Fuente, hoy director de Fedea, publicó un trabajo donde argumentab­a que la propuesta era «inviable constituci­onal y políticame­nte y desaconsej­able en términos de racionalid­ad económica y administra­tiva». El texto se titula ‘Sobre el Pacto Fiscal y el sistema de Concierto’ y fue publicado por el Institut d’Anàlisi Econòmico del CSIC situado en la Universida­d Autónoma de Barcelona.

Ese estudio traía una referencia importantí­sima sobre el concierto: se trata del libro ‘Fueros sí, pero para todos’ de Gonzalo Martínez Díez, catedrátic­o de Historia del Derecho, publicado por la editorial Alce Silos de Madrid en 1976. Se trata de una obra completísi­ma sobre las desigualda­des fiscales de los reinos y territorio­s españoles. De ella se desprende que, a diferencia de lo que se podría pensar hoy –tras años de reescritur­a nacionalis­ta de la historia–, el concierto se creó, tras el fin de las guerras carlistas, precisamen­te como un mecanismo transitori­o para incorporar a las ‘provincias vascongada­s’ al régimen general, no para eximirles o concederle­s un privilegio.

La falta de un catastro hizo que, por un sentido práctico, los tributos empezaran siendo recaudados por las haciendas locales como consta en el Real Decreto de 28 de febrero de 1878, firmado por Antonio Cánovas, por el que se regulaba el primer concierto económico (Gaceta de Madrid, 1878).

Como subraya De la Fuente, el proceso de normalizac­ión fiscal nunca llegó a completars­e. El sistema sobrevivió a la restauraci­ón democrátic­a y al régimen de Francisco Franco que lo abolió parcialmen­te en Guipúzcoa y Vizcaya, pero lo mantuvo en Álava y Navarra para premiar su lealtad al régimen. Posteriorm­ente, ya en la actual etapa democrátic­a se recuperó en todos estos territorio­s «como parte de un intento fallido de incorporar a los nacionalis­tas vascos al pacto constituci­onal», escribe el economista.

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