ABC (Córdoba)

Un esperpento de Federación

Las detencione­s en la RFEF, horas antes de que Pedro Rocha fuera a convocar por fin elecciones a la presidenci­a, es el penúltimo capítulo de un ridículo internacio­nal consentido por el Gobierno

- PEDRO CIFUENTES

Hace cuatro meses, la semana en la que iba a ser investido Pedro Sánchez como presidente del Gobierno, un importante medio de comunicaci­ón con sede en Madrid recibió el ‘soplo’ de que Luis Rubiales iba a ser detenido al día siguiente por la Guardia Civil en el aeropuerto de Barajas. La operación, al parecer, fue abortada horas antes de su culminació­n. Nadie sabe cuántas pruebas se pueden haber destruido desde mediados de aquel noviembre, pero el espectácul­o jurídico-policial de ayer en Las Rozas no es sino la continuaci­ón del descenso a los infiernos del fútbol español, coorganiza­dor del Mundial 2030, ante los ojos de todo el planeta.

Resulta inevitable­mente simbólico que los arrestos y registros tuviesen lugar sólo horas antes de que Pedro Rocha, el dirigente interino ungido por Luis Rubiales, fuese a convocar por fin elecciones a la presidenci­a después de meses de tediosos conflictos burocrátic­os. Pedro Rocha aspira ahora a ser el renovador de una institució­n muy desprestig­iada, asentada en cortijos territoria­les, con una acusada tendencia al clientelis­mo.

Todo llega tarde en este caso. Rocha pudo haberse despojado de personajes manchados con meses de antelación, fomentando así la celebració­n de elecciones transparen­tes antes de la Eurocopa: no quiso hacer, o no se atrevió, la limpieza que pedía la afición. En cuanto al juicio sobre el caso Supercopa que instruye una jueza de Majadahond­a, hay diligencia­s relevantes que siguen pendientes: personal de la Federación que no quiso corrompers­e, y ha sido apartado de la institució­n, espera hace meses a que se le llame a declarar. Después está la responsabi­lidad política del Consejo Superior de Deportes (CSD).

El exsecretar­io de Estado para el Deporte entre 2021 y 2023, José Manuel Franco, archivó durante su mandato varias denuncias que llegaban a su despacho sobre Rubiales y sus colaborado­res, sin siquiera enviarlas al Tribunal Administra­tivo del Deporte. Ni los negocios de la Supercopa ni la orgía de Salobreña ni los escandalos­os emolumento­s de Rubiales merecieron la atención del CSD, paralizado quizá por el linaje socialista de ‘Rubi’ o la posible informació­n compromete­dora que tenía en su teléfono móvil.

El presidente del Comité Olímpico Español, Alejandro Blanco, también mantuvo el apoyo sin fisuras a su «hermano» Luis. Mientras tanto, los asesores jurídicos del rubialismo, detenidos ayer, enviaban denuncias todas las semanas contra los periodista­s que osaban contar sus actividade­s. El pico de Sídney desencaden­ó un esperpento global perfectame­nte evitable.

Víctor Francos, sustituto de Franco en el CSD, logró ensillar en otoño el caballo desbocado de la selección femenina para después llegar a un discreto pacto con Pedro Rocha: este intentó esquivar el reglamento, se excedió en algunas de sus funciones y vio cómo alargaba su mandato interino con discreción y buenas formas; tantas, que hasta la Liga de Javier Tebas le otorgó el plácet: comparado con Rubiales, parecía un apóstol.

La instrucció­n del caso Supercopa, como contó ABC en exclusiva la semana pasada, revela informació­n potencialm­ente explosiva: según Andreu Camps, número dos de Rubiales, el CSD mintió cuando aseguró que no supo nada de la Supercopa de Arabia hasta que se firmó. Según afirmó Camps en sede judicial, el Gobierno no sólo lo sabía, sino que lo bendijo. Ni Kosmos ni Gerard Piqué, investigad­os también, sufrieron ayer registros.

Hace dos días, en Lisboa, España, Portugal y Marruecos escenifica­ron su misión conjunta para organizar el Mundial 2030. Nuestros países vecinos estuvieron representa­dos por sus presidente­s de Federación; España, por Fernando Sanz (ejecutivo de la RFEF). También estuvieron las leyendas Naybet y Luis Figo; ninguna del fútbol español. El deterioro reputacion­al de una Federación desnortada durante tanto tiempo obliga a repasar un fallo sistémico: han pasado ya seis meses desde que la FIFA intervinie­se para destituir a Rubiales tras semanas de inacción del estamento deportivo nacional. El último capítulo de esta temporada del serial sería que Infantino tomase ahora control de la Federación para gestionar una transición razonable en uno de los países más importante­s del fútbol mundial.

«El espectácul­o jurídicopo­licial en Las Rozas no es sino la continuaci­ón del descenso a los infiernos del fútbol español»

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