Coger las riendas de la vida
▶ El joven actor se centra en su formación, tras los éxitos de ‘Élite’ y ‘Ser o no ser’
Actor de veintidós años que hace también sus pinitos como escritor, Ander Puig pertenece a eso que, por ponerle algún nombre, hemos dado en llamar generación Z: personas que, resumiendo mucho, han vivido toda la vida con internet y redes sociales, no como los millenials que estamos ya algo viejunos y nos escandalizamos por su forma de hablar (entre muchas otras cosas). Puig ha logrado hacerse muy pronto un hueco en las pantallas con sus papeles en ‘Élite’ y ‘Ser o no ser’, interpretando, en ambos casos, personajes transgénero.
Con tanto móvil y tanta tecnología, no es de extrañar que su peor viaje sea uno que, precisamente, se suponía que tenía el encanto de transportarnos a tiempos remotos, cuando no existían ni los motores. A su familia se le ocurrió, en unas vacaciones de Semana Santa, que sería una buena idea hacer un trayecto en carruaje: «Iba tirado por un caballo o por un burro, no sé qué era, como a la vieja usanza», comenta. No me queda claro si con la «vieja usanza» se refiere al siglo XVIII o a los años 80, pero evito preguntárselo, no vaya a ser que me responda. Ander no recuerda en qué parte de Cataluña estaban («no sé, era por la montaña»), pero sí que recuerda el nombre del caballo o el burro. No sabemos cómo se escribe, pero se pronuncia exactamente igual que el apellido del exministro de Cultura, Iceta. El caso es que se trataba de hacer ese trayecto, pasar una o dos noches en un bonito paraje y luego volver a la civilización. El problema llegó al pasar por algún lugar elevado: «Todo el rato se iba como para el barranco y era como, qué putada (perdón, eh?), porque yo tenía como diez años e iba con miedo». «Lo que hacía era como meterme detrás, para no ver hacia dónde iba el caballo», y así no pasar tanto susto. De nada servía la idea de llegar a un destino maravilloso. A veces infravaloramos la capacidad expresiva de los jóvener como Ander: «Teníamos que llegar a una masía y no sé qué, y tal, superguay, pero a mí me daba igual porque toda la preocupación era el viaje». Por mucho que cerrase los ojos, no era suficiente, ya que la imaginación suele llevarnos a lugares mucho peores que los que nos muestra la vista, así que en un intento de poner fin al sufrimiento su padre lo sentó junto al conductor del carruaje. Ahí sí, se solucionaron los problemas: «Me dejó llevar las riendas, y entonces vi que en realidad no había que preocuparse tanto porque si alguien llevaba las riendas el caballo no se caía por el barranco».Años después, Ander Puig ve ese trayecto
como una lección vital. «Me di cuenta de una cosa que es como en plan... a mí me hace pensar que es como un poco la vida», explica: «Tú, cuando no tomas las riendas, pues esto se va para allá, esto baila... Pero cuando tomas las riendas, el caballo no se va a ir». Así que un buen día decidió coger las riendas de su vida. «Sabía que me gustaba el arte, la cámara, el vídeo, pero cuando me apunté a interpretación me di cuenta de que realmente era lo mío». Empezó a formarse en el estudio Karloff, del barrio de Gracia, en su Barcelona natal, simplemente porque lo había montado un primo suyo: «Me sentía más cómodo estando en familia y estaba al lado de mi casa».
Al principio, no pasaba de ser un divertimento. «No pensaba que fuera a ser actor, pero en la escuela los profesores contaban mucho conmigo, dieron algunas voces, empecé a hacer castings, encontré representante…». Y de ahí, a ser Nico en ‘Élite’. En sus planes inmediatos, está el de seguir formándose, «trabajando en nuevos proyectos audiovisuales, ampliando los horizontes, y trabajando con personas que están comenzando, dando los primeros pasos, y que van creciendo poco a poco, igual que yo». Acaba de rodar un corto en el que ha podido «conocer a gente que en un futuro a lo mejor coincidimos currando». Su papel ha sido el de un chico «muy sensible y al mismo tiempo con grandes dotes de liderazgo». Está centrándose en roles «que no tienen nada que ver con el tema trans, que para mí es importante, porque hacer solo eso todo el rato no es sano». Es consciente de que a su edad tiene que seguir trabajando duro: «Me queda mucho por crecer. He tenido dos papeles importantes, pero ahora mi energía se enfoca más en crecer, descubrir y aprender».