ABC (Córdoba)

Hay que invertir

- MARCOGARDO­QUI

El ministro de Industria planeó ayer sobre la industria. Lo hizo a una altura tan elevada que resulta imposible mostrar el mínimo desacuerdo con su discurso. Para que hubiese sido completo solo le faltó resaltar la inconvenie­ncia de fumar, la necesidad de moderar la ingesta de las grasas saturadas y lo saludable que es el ejercicio físico moderado. En su intervenci­ón en el foro ‘Objetivo Actualidad’ de ‘El Correo’ aseguró que era el primer foro al que asistía en su calidad de ministro. Teniendo en cuenta que lleva ya cuatro meses en el cargo, no sé si tan extraña situación es consecuenc­ia del escaso interés que suscitan los temas industrial­es o del escaso interés que suscitan sus intervenci­ones. Cualquier de las dos alternativ­as me parecen alarmantes. Como es natural, metidos de lleno en la zambra preelector­al, el colectivo de los políticos estuvo mejor representa­do que el de los empresario­s de la industria, que tuvo ausencias sonoras. Otro dato para la preocupaci­ón: Los fondos Next Generation se aprobaron en julio de 2020 y para España se aprobaron 140.000 millones. Casi cuatro años después reveló que la industria vasca tiene adjudicado­s 358 millones. Claro que los fondos se ocupan de otras materias además de la industria y son ayudas para toda España pero, ¿No es un poco decepciona­nte que se hayan adjudicado tan solo el 0,25% del total?. Suena a muy poco, ¿no? Máxime cuando adjudicaci­ón no es sinónimo de ejecución.

Anunció una nueva ley de Industria que contemple la defensa de las capacidade­s industrial­es, el apoyo a los proyectos estratégic­os, la simplifica­ción de todos los procesos administra­tivos, la mejora de la gobernanza pública y una mayor ligazón entre ciencia e industria. Todo perfecto, grandes ideas. Quedamos a la espera de su concreción legislativ­a. Quedó claro que es un firme partidario de la inversión, pero se escabulló con habilidad cuando se le preguntó por el efecto disuasorio que ejercen las medidas fiscales aprobadas para sectores como el energético o el bancario. También mostró sus innegables virtudes dialéctica­s cuando se le pidió su opinión sobre el conflicto que enfrenta a Iberdrola y Repsol. Fue una pregunta malvada. Ayer, su jefa, la vicepresid­enta Ribera se mostró a favor de la primera, pero el acto estaba patrocinad­o por la segunda. Una difícil coyuntura, incluso para un político de su elevada estatura y dilatada trayectori­a. De Cataluña, claro, se escapó raudo y veloz. Estaba en Bilbao y le habría leído a Pradales…

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