Lluís de la Font
¿Lluís de la Font habría tratado con más cariño a Brahim Díaz si en vez de Brahim se hubiera llamado Pere y si en lugar de Díaz se hubiera apellidado Puig? ¿Habría tenido más posibilidades Brahim con De la Font si en lugar de haber nacido en el malagueñísimo barrio de Dos Hermanas lo hubiera hecho en Santa Caterina i la Ribera? ¿Habría enviado De la Font a unos pajes con oro, incienso y mirra a la casa de los padres de Brahim si en vez de haber debutado en la Unión Deportiva Mortadelo lo hubiera hecho en el Club Esportiu Júpiter? Si De la Font se toma la molestia de leer este artículo (o alguien del departamento de comunicación de la federación se lo cuenta) puede que el seleccionador se rasgue las vestiduras o se ofenda por lo que sugiero en él, pero Lluís debe saber que esas tres preguntas que me hago yo se las están haciendo ahora mismo muchísimos aficionados. Y si hay gente que cree que si te llamas Pera y has salido de La Masía tienes más posibilidades para que el seleccionador nacional de fútbol no te haga la cobra… Mayday, mayday.
Son tres preguntas maliciosas, lo sé, pero esconden un fondo de verdad innegable: todo es más barato si juegas en el Barça. Lo de Brahim, que lleva esperando años a que pase el 625 por delante de su puerta, no ha podido estar peor gestionado. Con lo fácil que habría sido decirle al chico algo tan sencillo como la verdad, que no se contaba con él, que no era prioritario, pero no, qué va, había que marear la perdiz. De la Font, a quien le gusta más un jardín que a un tonto un lápiz, se volvió a meter él solito en el Miracle Garden de Dubái. Brahim no quería tanto cariño como Yamal, Cubarsí, Le Normand o Laporte, tampoco pretendía que le llamasen por un buen partido como pasó con Bryan Zaragoza, ni siquiera reclamaba la atención que sí tuvo por ejemplo Sarabia durante su ausencia según confesó él mismo el otro día, no. Con un wasap habría sido suficiente: «Sé fuerte». Pero ni por esas.
España sobrevivirá sin Brahim, también lo habría hecho sin Yamal. España siempre sobrevive. Pero nos quedará un regusto amargo por haber perdido a un buen futbolista debido a la ineptitud de otros. No será esta la última vez que Lluís se calce sus Panamá Jack y se disponga a pisar otros charcos. Él no llama, él convoca. ¡Señor, sí señor! Al coronel De la Font le gusta el olor del napalm por las mañanas. Hasta la vista, baby.