Daesh golpea en Moscú con decenas de muertos y heridos
▶Varios encapuchados entran en un centro de exposiciones y abren fuego contra los asistentes a un concierto ▶Las agencias rusas elevan a 40 las víctimas mortales de la masacre
En una operación perfectamente organizada, un grupo de entre diez y veinte hombres enmascarados, vestidos con uniformes de camuflaje y provistos de armas automáticas, penetraron a última hora de la tarde de ayer en la sala de conciertos del centro de exposiciones Crocus City Hall, situado en la periferia noroeste de Moscú, y comenzaron a disparar contra quienes acudían a una actuación del conjunto musical de rock ruso Picnic, cuyos componentes no tuvieron tiempo ni de salir al escenario. La matanza continuó después en el ‘lobby’ del edificio entre quienes trataban de huir de la masacre. Según la agencia de noticia rusa Tass, las víctimas mortales, al cierre de esta edición, se elevan al menos a 40 y los heridos superan los 150.
Horas más tarde, el atentado era reivindicado por Daesh (Estado Islámico). Hace dos semanas, la Inteligencia estadounidense afirmó tener información sobre posibles atentados islamistas en Moscú y en otras ciudades rusas en lugares concurridos. La alerta fue difundida a través de la web de la Embajada de EE.UU. en la capital rusa. La Embajada británica también llegó a advertir, el mismo día que la americana, de que «los extremistas tienen planes inminentes de atacar grandes reuniones en Moscú, incluidos conciertos».
En el atentado, los atacantes llevaban consigo bombas de mano que fueron detonando paulatinamente y que provocaron un voraz incendió en todo el complejo. El techo del centro de exposiciones se vino abajo, con cerca de un centenar de personas atrapadas en el interior del edificio en llamas. En el momento del atentado se encontraban allí unas 6.000 personas, conforme al número de localidades vendidas. Los medios rusos informaban de varias explosiones en el lugar y hubo informes de que algunos de los hombres armados se habían atrincherado en el edificio.
Los bomberos, las fuerzas especiales de intervención rápida SOBR y los destacamentos OMON de la Policía tuvieron dificultades para llegar al lugar, ya que el MKAD, el anillo de circunvalación de la capital rusa, en donde se encuentra el Crocus City estaba completamente colapsado por ser viernes y por la expectación provocada por el incendio. El alcalde de Moscú, Serguéi Sobianin, dio instrucciones para dar asistencia sanitaria inmediata a los damnificados y expresó sus condolencias a las familias de las víctimas. El Ayuntamiento de Moscú también anunció, como medida de seguridad, la cancelación de todos los actos culturales, deportivos y públicos que estuvieran previstos para este fin de semana.
La cuenta del Telegram de Baza publicó durísimos vídeos de cómo los terroristas disparaban a bocajarro y sin piedad contra la gente. Las fotografías y vídeos que circulaban en las redes sociales mostraban grandes nubes de humo elevándose hacia el cielo. Yuri Chernyshevski, mánager del grupo de rock que actuaba en el auditorio, aseguró al diario ‘Meduza’ que todos los integrantes se encontraban en buen estado: «Todo sucedió antes de que comenzara el concierto. Oímos disparos y nos dimos cuenta de que el edificio estaba en llamas».
La Casa Blanca no tardó en reaccionar y describió las imágenes que llegaban desde la capital rusa como «horribles» y que sus pensamientos «están con las víctimas», recomendando a los ciudadanos estadounidenses que se encontraban en la ciudad que permanecieran donde estaban. A través de su portavoz, John Kirby, negó que hubiera algún indicio para pensar en una presunta implicación ucraniana en el ataque. Sobre esto, la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, María Zakharova, se preguntaba: «¿En qué se basan los funcionarios de Washington para sacar conclusiones en medio de una tragedia sobre la inocencia de alguien?».
El asesor jefe de la Presidencia ucra
Sala de conciertos Crocus City Hall
Un cierto sentido de urgencia se ha instalado en las instituciones europeas ante el aumento de la gravedad de la situación en Ucrania. La entrada ayer tarde en la sala de prensa del edificio del Consejo de los dos dirigentes más relevantes de la UE, Charles Michel y Ursula von der Leyen, con la noticia de que en Moscú el portavoz del Kremlin ya habla de «estado de guerra» y culpa de ello a Occidente, ha causado un impacto especial al cierre de la reunión del Consejo Europeo en Bruselas, en el que los presidentes y jefes de Gobierno han intentado lanzar un mensaje de unidad en el apoyo militar a Kiev. Ya no se trata solamente de una señal de alerta lanzada por los países del este de la UE, vecinos de Rusia y Bielorrusia, sino que ese ambiente de tensión parece haberse generalizado.
«Rusia anuncia el estado de guerra, lo que confirma todo lo que hemos dicho sobre la situación a la que hacemos frente y justifica todo lo que estamos haciendo para ayudar a Ucrania y preparar las capacidades y medios para Europa», dijo Charles Michel, el presidente del Consejo. «Desde el mismo día de la invasión de Ucrania hace dos años se negaban a reconocer que estaban en guerra, ahora lo reconocen, lo que demuestra que teníamos razón aumentando nuestra preparación. Como se suele decir, si queremos paz y seguridad es muy importante preparar nuestras capacidades» para la guerra.
Von der Leyen reconoció, por su parte, que «Rusia está en guerra desde febrero de 2022 y ahora se demuestra que el Kremlin ha traicionado a los rusos» hablándoles todo el tiempo de una simple ‘operación militar especial’ en Ucrania. Hay que decir que la presidenta de la Comisión ya había empezado a tomar algunas decisiones muy reveladoras, como el encargo al expresidente finlandés Sauli Niinistö de un informe sobre la situación de la defensa civil en toda Europa.
Ayer, en los últimos momentos de la reunión del Consejo Europeo, que entonces estaba discutiendo sobre el desarrollo del mercado de capitales en la UE, llegó a Bruselas la noticia de que el portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, había aceptado por primera vez la definición de que Rusia está en guerra. No se trata de una declaración de guerra formal que tendría efectos jurídicos para la sociedad rusa, pero el hecho de que se le diera tanta importancia en la mesa de los líderes demuestra hasta qué punto se trata de una situación muy delicada.
En la reunión de Bruselas estaba el presidente francés, Emmanuel Macron, que ya levantó una acalorada controversia cuando dijo que tal como están las cosas no podía descartar el envío de tropas a Ucrania, lo que había provocado la ira de Rusia. En el Consejo Europeo el francés ha vuelto a denunciar «la indignidad» de las virulentas declaraciones de los dirigentes rusos contra Francia, y en particular contra el actual vicepresidente de la Duma rusa, Piotr Tolstoi, que ha prometido que cualquier soldado francés que entre en Ucrania será eliminado. «Creo que su indignidad es suficiente para no comentar sobre esto», dijo Macron cuando regresaba ayer a París. «Lo que me causa asombro es el nerviosismo y la falta de coraje entre los funcionarios rusos».
El canciller alemán Olaf Scholz está entre los que han criticado la idea de Macron de enviar soldados a Ucrania y, de hecho, la coalición que sostiene su Gobierno no le ha permitido siquiera entregar los misiles de largo alcance Taurus que le solicitan los militares ucranianos y que tal vez podrían cambiar significativamente en curso de la guerra.
Aunque en una reunión previa a la cumbre con Macron y con el polaco Donald Tusk no se llegó a ningún resultado concreto, Scholz prometió a los demás líderes europeos que Alemania se mantendrá firme en su apoyo a Ucrania. Scholz repitió lo que ya había dicho ante el Parlamento: «Si el presidente ruso cree que sólo tiene que esperar a que nuestro apoyo se debilite, entonces ha calculado mal».