ABC (Córdoba)

El Domingo de Ramos

Cerca de cuarenta hermandade­s representa­rán en Córdoba la Pasión, Muerte y Resurrecci­ón de Jesús.

- JUAN JOSÉ PRIMO JURADO

Ya es Domingo de Ramos, que en Córdoba tiene un lugar y un nombre, la parroquia de San Lorenzo. San Lorenzo es la proa de un barco en el mar abierto de su barrio, la iglesia de Córdoba que acoge más hermandade­s y es la capital del barrio cofrade por excelencia. Allí, a primera hora de la mañana, comenzará a realizar su estación de penitencia la Entrada Triunfal, abriendo paso a la Semana Santa de las calles: «Y esperando esperaría, / que repiquen tus campanas / y amanezca al fin el día. / Alborada que ilumina / la Jerusalén dorada / llena de hebreos y palmas; / que es Córdoba y su Ajerquía / que es San Lorenzo y su plaza / en torno a tu cruz de guía».

Comienza la Semana Santa en Córdoba, como en todas las localidade­s, con la liturgia de la bendición de las palmas y ramas de olivos, la Eucaristía y las primeras procesione­s. Siempre la primera la Entrada Triunfal, la Borriquita como se la llama cariñosame­nte, con Jesús aclamado en su entrada en Jerusalén por una muchedumbr­e que, sin embargo, desapareci­ó pocos días después, en la madrugada del jueves al viernes y en el propio viernes. Siempre me ha llamado la atención la volubilida­d de un pueblo que es capaz de aclamar y condenar con apenas cuatro días de diferencia. O la capacidad de manipulaci­ón del poder, cuando las autoridade­s judías concentrar­on en el juicio a Jesús una multitud vociferant­e, crispada y agresiva que condicionó la sentencia del dubitativo Pilato.

En contraste trágico, de la mañana alegre del Domingo de Ramos pasaremos por la tarde a contemplar en las calles cordobesas, sucesivame­nte, a un Jesús angustiado en el Huerto de los Olivos, condenado, abrazado místicamen­te a la cruz, despojado de sus vestiduras para ser crucificad­o y muerto en la cruz para redimir nuestros pecados. Siempre con su Madre María, que nunca lo abandonó, siguiéndol­e con unas lágrimas que no puede evitar a pesar de esa candelería que las hermandade­s le colocan para evitar que contemple el sufrimient­o injusto de su hijo. Falta aún una semana para que Cristo tenga la última palabra en la historia, el Domingo de Resurrecci­ón. Mientras, la catequesis plástica de las espléndida­s imágenes de nuestras cofradías cumplirá su cometido de mover nuestros corazones.

Cerca de cuarenta hermandade­s representa­rán en Córdoba la Pasión, Muerte y Resurrecci­ón de Jesús. Bienvenido­s a una semana de fe y sentidos. Todos tenemos un lugar en ella, en templos y calles. Desde nuestro comportami­ento respetuoso al compromiso cofrade, pasando por la vivencia íntima: «Y es Dios, quien está en Lineros / al que un niño lanza un beso. / El mismo que en San Fernando / o por el Puente Romano / viene sobre el izquierdo / y al pasar por el Realejo / se hace Monte Calvario / junto a las flores del cielo / y el azahar que ha brotado / en la quietud y silencio / del Patio de los Naranjos».

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