La inflación alimentaria, un desafío continuo
La inflación continúa impactando significativamente en el sector de alimentos y bebidas en España, con un incremento del 5,3% en febrero respecto al año anterior, según el INE. Aunque la tasa anual supera en 2,8 % al IPC nacional, se está produciendo una moderación en el crecimiento, pero no suficiente.
La vivienda y el sector alimentario han contribuido a la desaceleración del IPC, con una notable ralentización en los precios de la carne, hortalizas, legumbres y pescado, tanto fresco como congelado. Sin embargo, aceites y grasas han experimentado las mayores subidas, especialmente el aceite de oliva.
En el caso del pescado, esperamos que su abaratamiento cambie la tendencia de caída de consumo, muy negativa para la calidad nutricional de la alimentación en España. El 40 por ciento de las familias españolas consume pescado menos de una vez a la semana debido a su elevado precio. Se podría revertir con estrategias que incentivaran su consumo, puestas en marcha en supermercados e hipermercados, donde se realiza más del 60% de la compra de pescado fresco.
Como curiosidad, y ya que hace solo unos días se celebró el día mundial de la tortilla de patatas, mencionar también que este producto tan hispano se ha encarecido sustancialmente.
Con respecto a 2022 la tortilla de patata es un 63 por ciento más cara que en 2022. La patata se ha incrementado un 58 por ciento, los huevos un 42 por ciento, el condenado aceite un 166 por ciento y, para los amantes de la tortilla con cebolla, este bulbo se ha encarecido el 59 por ciento.
No obstante, aunque es difícil tener datos de consumo de tortilla de patatas, ya que buena parte es consumo doméstico, cuesta creer que hayamos renunciado a ella.
Claro que si la queremos abaratar siempre tenemos la opción de hacerla con aceite de semillas, usar freidoras de aire o microondas para preparar las patatas, quitarle la cebolla o licuar los huevos con leche.