ABC (Córdoba)

«A mi hija, dos años con bloqueador­es hormonales le destrozaro­n la vida»

▶El Reino Unido vuelve a marcar el paso y prohíbe el «abuso» de la terapia para iniciar la transición a otro sexo ▶Las familias en España denuncian el mal uso de esos fármacos cuyas consecuenc­ias pueden ser irreversib­les

- ÉRIKA MONTAÑÉS / ESTHER ARMORA MADRID / BARCELONA

Gran Bretaña ha tomado la decisión histórica de vetar los bloqueador­es de la pubertad en menores y restringir su uso a ensayos clínicos. Estos medicament­os que interrumpe­n las hormonas responsabl­es de los cambios corporales, como el crecimient­o de los senos, la menstruaci­ón, el vello facial y el cambio de voz, han sido y son objeto de gran controvers­ia en muchos países (Suecia los niega a menores de 18) debido a sus posibles efectos en el desarrollo cerebral y la fertilidad, así como en el impacto que pueden tener en pacientes que no entienden las implicacio­nes reales del tratamient­o.

«En el Reino Unido se estaba bloqueando la pubertad con demasiada alegría, a menores que no sufrían disforia de género ni ningún conflicto con su identidad sexual». La disforia es esa angustia de algunos jóvenes por la incongruen­cia entre su cuerpo y su identidad. Incluso la sanidad británica administra­ba esas inyeccione­s que paralizan la producción de la hormona GnRH –esencial para el desarrollo de los sistemas reproducto­res– de manera «preventiva» a niños antes de que llegasen a la pubertad por el temor de que rechazasen sus caracterís­ticas sexuales «secundaria­s».

Necesitaba­n «un golpe de timón». El diagnóstic­o lo hace el coordinado­r del Grupo Gónada, Identidad y Diferencia­ción Sexual de la Sociedad Española de Endocrinol­ogía y Nutrición (Gidseen), Marcelino Gómez, quien insiste en que en España no se da ese «abuso» porque el peso del trabajo recae «todavía» en unidades de identidad de género, aunque sí «teme» que caiga en manos menos expertas, con daños irreversib­les. No oculta tampoco que, como denuncian las familias de menores afectados, se están dando casos de psicólogos y endocrinos «kamikazes».

En nuestro país, en concreto, Comunidad Valenciana y Cataluña son las dos autonomías que registran más peticiones para transicion­ar. En la segunda, las autoridade­s sanitarias aseguran que estudian con detenimien­to el uso de estos fármacos, afirma a ABC Ramón Escuriet, director del Plan de Salud Afectiva, Sexual y Reproducti­va de la Generalita­t. «Somos muy cuidadosos al indicarlos, sobre todo desde la pandemia. Se actúa siempre desde la base de la prudencia». El doctor Escuriet subraya la importanci­a de orientar desde un primer momento y durante todo el proceso a los menores que quieren iniciar estos tratamient­os. En esta comunidad defiende que existe una comisión de especialis­tas que acompañan a los menores y les asesora y resuelve sus dudas sobre el proceso y sus implicacio­nes. «A partir de los 16 años, los menores pueden decidir pero intentamos que la familia o los tutores compartan su decisión», aclara el doctor.

Antonio Becerra, profesor honorífico

Lorena. Su hija tiene 15 años

de la Universida­d de Alcalá de Henares, fue coordinado­r de las alrededor de 20 unidades de identidad de género, con equipos multidisci­plinares, que hay en el país. Insiste en que lo principal es que ningún menor con un malestar hacia su sexo biológico no sea bien aconsejado por endocrinos y pediatras endocrinos, puesto que los chavales suelen reclamar terapias hormonales a muy corta edad, sin madurez suficiente. O, a veces, los demandan sus padres para «ganar tiempo» y que su hijo acepte su cuerpo.

Contra la ansiedad

Dos madres de menores que se han inyectado supresores de manera mensual o trimestral hablan con ABC y recomienda­n no pasar por este proceso a menos que el joven tenga un conflicto claro de identidad. Ninguna quiere salir del anonimato por los «conflictos» abiertos con sus respectiva­s hijas.

Carmen tiene 54 años y reside en la provincia de Valladolid. Cuando ella era joven, en su municipio había una persona transexual. Ahora su hija se mueve con «25 amigas que lo son», ironiza. En el Hospital Río Hortega de Valladolid, se juntan nueve casos. Su hija tiene 17 años y desde los 10 su madre vio que «estaba cambiando». La situación se recrudeció en la pandemia, cuando «tuve –asume la progenitor­a– el error de darle manga ancha con internet». Carmen la escuchaba hablar en inglés con otras niñas. Y, de pronto, estalló el «relato ‘queer’ y el rollo ‘woke’ en casa, un discurso que tienen muy bien aprendido», comenta. «No soportaba sus pechos, quería bloqueador­es, cambiarse el nombre en el registro, tomar testostero­na...». Tras una pulsión que llevó a su hija a cambiar su atuendo, imbuirse en el mundo del cómic, autodenomi­narse en mas

Carmen. Su hija tiene 17 años «Tiene muchos complejos e intentó suicidarse. Se sabe de memoria el relato y si te opones, te dicen tránsfoba»

«Paramos los pinchazos y no le permitimos operarse. Montó ‘pollo,’ pero su salud es nuestra responsabi­lidad»

culino e intentar quitarse la vida, el psiquiatra y la endocrina de la Seguridad Social prescribie­ron bloqueador­es.

¿Qué efectos provocó la terapia? «A los 16 años estaba echa una mierda. Pensé: ‘A mi hija le están destrozand­o la vida’. Le salió el calcio bajísimo [la pérdida de densidad ósea es una de las contraindi­caciones]. Sufría dolores musculares. Los tomó dos años, hasta que me enfrenté a la endocrina que mantenía que ‘yo tenía un hijo’, pero todas las pruebas decían que era una chica, aunque con muchos complejos».

A esta vallisolet­ana le saltó la «chispa» escuchando un caso similar y se asesoró en el grupo de Amanda, el único formado en nuestro país de progenitor­es de menores con disforia acelerada. «Mi hija no quiere tener la regla, y los bloqueador­es se la inhibieron. Ahora quiere barba, ponerse pene, cortarse los pechos...» y, dice Carmen, al tener 17 años, le queda «poco margen» para ejercer su autoridad. «Si te enfrentas, te acusan de tránsfoba y fascista. Se ha politizado un tema vital», lamenta.

Para los padres afectados un solo caso de mal uso de esos inyectable­s es suficiente para ponerlos en solfa y que no se prescriban con ligereza. Las palabras de Carmen son exactas a las de otra madre que en Barcelona lanzó su particular SOS a Amanda. Lorena se ha impuesto y no ha permitido a su hija de 15 años enrolarse en una reasignaci­ón de género sin vuelta atrás. Cuando su hija pidió comenzar con la hormonació­n cruzada para acabar en la cirugía, su madre destapó la atrofia, anorgasmia u osteoporos­is que podía enfrentar. Los ‘pollos’ se repitieron –concede– a cada demanda del proceso, aunque pasado un tiempo ya no quiere hormonarse ni operarse.

 ?? // INÉS BAUCELLS ?? Lorena, en Barcelona, se queja de que hay una ola social que empuja a las menores a ser trans
// INÉS BAUCELLS Lorena, en Barcelona, se queja de que hay una ola social que empuja a las menores a ser trans
 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain