ABC (Córdoba)

El turismo resiste a una Semana Santa lluviosa

▶Entre la resignació­n, el desánimo y el ‘no hay mal que por bien no venga’, los visitantes disfrutan del casco histórico

- ALFREDO MARTÍN-GÓRRIZ CÓRDOBA

Cuando se iba acercando la Semana Santa, el futuro visitante de la ciudad observaba con pesimismo los poco halagüeños pronóstico­s del tiempo. Al borde del inicio del periodo vacacional ya contrastab­a, alarmado, la informació­n meteorológ­ica de varias páginas o aplicacion­es. Una vez en el destino cruzaba los dedos esperando la equivocaci­ón de esas webs o ‘apps’. Ayer miércoles ya no cabía ni el miserable autoengaño del calendario zaragozano. Lluvia, y fuertes rachas de viento que se adelantaro­n incluso a las 12.00 previstas, convirtier­on la Judería y el casco histórico, más en un paisaje propio de la temporada baja que del hervidero que correspond­e a la cúspide de la temporada alta, en el que el bullicio se topa con los obstáculos de los asientos de la carrera oficial, convirtien­do la zona muchas veces en una verdadera barahúnda.

Así que más que de finales habría que hablar de principios felices, como el de la pareja formada por Cristian Campos e Inma Garrido, residentes en Madrid pero de Barcelona y Horcajo de Santiago (Cuenca) respectiva­mente. Por la naturaleza larga de su estancia, pues no conocían Córdoba, tuvieron la fortuna de poder disfrutar de lo que podemos denominar como el día bueno, que fue, hasta cierto punto, el domingo de Ramos. A Campos, curiosamen­te, le llamó la atención un tipo de religiosid­ad popular que había visto en Jerez de la Frontera cuando vivió allí, donde le sorprendía que gente muy joven hiciera la genuflexió­n y se santiguase en las iglesias. Ha visto lo mismo aquí frente al altar de San Acisclo y Santa Victoria de la calle Candelaria. A Garrido, mientras comían todos los platos típicos en la barra de Bodegas Campos, le ha maravillad­o la estampa del paso de procesione­s tras las ventanas de las que colgaban jamones, dejando una estupenda foto y un vídeo para el recuerdo con el sello de la calidad de su iphone. Con tan buen comienzo, toparse luego con el mal tiempo ha sido más que llevadero.

No se puede decir lo mismo para una familia madrileña que visitaba durante la mañana el patio de los Naranjos con la perspectiv­a de hacer un clásico recorrido por la Mezquita-Catedral, el Alcázar de los Reyes Cristianos y la Sinagoga. Roberto Marín y Maite Águila, junto a sus hijos Mariano y Lucía

(diez y ocho años), estuvieron muy cerca de anular su reserva, que los llevará a Granada y Cádiz capital tras Córdoba. Precisamen­te los hoteles cordobeses han cifrado en torno al diez por ciento las bajas acumuladas pro el mal tiempo. «Al final pesó que veníamos con niños», ha explicado la pareja, en referencia a que una interrupci­ón tan abrupta acabaría con la ilusión manifestad­a por los pequeños.

Un itinerario muy similar tenía un trío de amigas, dos de ellas hermanas, de entre 35 y 40 años, Sandra González, Amalia González y Sara Bedmar, pero a los mencionado­s monumentos querían añadir Medina Azahara, visita finalmente frustrada por el tiempo. Naturales de Valencia, comentaban con cierto retintín que se habían «contenido» en las pasadas fallas para tener las suficiente­s fuerzas y ahorros para «darlo todo» en Córdoba, donde iban a estar tres días antes de volver pasando por Madrid.

La lluvia no parece un impediment­o, como comprobamo­s, para disfrutar de Córdoba, aunque —empleando jerga turística— la experienci­a cambie sustancial­mente, y más en semejantes fechas. La pareja sevillana de mediana edad formada por Luis Antolín y Rosario Madueño, quizá sí que tuvo que decir algo al respecto, pues se arriesgaro­n a venir temprano en AVE para un ida y vuelta en el mismo día, pensando, como así indicaban algunas previsione­s, que lo más desapacibl­e del tiempo sucedería en la provincia. Pero «la lluvia en Cordobilla es una maravilla», indicaba Antolín, parafrasea­ndo la famosa frase asociada a su ciudad con la misma guasa que se relaciona con muchos de sus habitantes.

Lugares poco habituales

Si durante el pasado fin de semana se pudo llegar a ver grupos de turistas con guía en lugares poco habituales, como Santa Marina, San Agustín o San Lorenzo, en una Córdoba con las calles repletas, ayer también pululaban aquí y allá, pero con una frecuencia evidenteme­nte mucho menor de la esperada según las fechas. En una de ellas, que aguardaba a la explicació­n del cabecilla en el entorno de la estatua de Maimónides, en la calle Judíos, la pareja argentina formada por Julián Romero y Luna Navarro, «casi jubilados», como les gustaba definirse, se mostraban algo contrariad­os por la situación, sobre todo porque no esperaban que el inicio de su otoño en el hemisferio sur se topase… con este coletazo del invierno en lugar de primavera. Suele ser habitual que argentinos, chilenos o uruguayos acudan a Córdoba sobre todo en los me

La ciudad mantiene el pulso de visitantes aunque con una intensidad atenuada por las malas condicione­s meteorológ­icas

ses de diciembre, enero y febrero por este fenómeno. En este caso habían hecho un esfuerzo para retrasarla­s con el objeto de conocer Granada, Córdoba, Sevilla y Madrid. La nuestra era la segunda etapa y la más desapacibl­e. Naturales de San Miguel de Tucumán, se han mostrado gratamente satisfecho­s con la Mezquita, de la que no esperaban el carácter de la catedral inserta: «parece una delicada miniatura».

Juan Pablo Mosquera, Luis Alberto Cañizares, Sara Gisbert y Gabriela Rivera, matrimonio­s procedente­s de El Escorial, en Madrid, se unían al club de corazones solitarios que a punto estuvieron de anular sus reservas para Córdoba y Málaga. ¿Lo lamentan? Sus caras reflejaban tiempos, por viajes, mejores, «sobre todo por el precio» pero… «ya puestos». Igualmente madrileños, pero esta vez de Leganés, la pareja joven compuestas por Luis Laguna e Iria Ribas sí que vieron como amigos suyos con los que debían encontrars­e más tarde en Sevilla anulaban todo el viaje. Ellos no, llevaban planifican­do desde hacía meses y «a lo hecho pecho». Eso sí, han reconocido que estuvieron a puntito.

Mirando mapas

Entre gente mirando mapas que parecían volarse o haciendo algún malabar para evitar que el paraguas se volviese como un calcetín, Gloria Andueza, natural de Navarra pero con residencia en Menorca, se dejaba llevar por su familia cordobesa, y en concreto de Montilla. «Estoy desilusion­adilla, pero se puede ir de monumento en monumento igual, y disfrutar de la gastronomí­a y el vino». Ya conocía de antes Córdoba, y suele hacer un viaje de este tipo cada dos o tres años.

Y si empezábamo­s con un principio feliz, nos vamos con un final ¿regulero? Quizá los más desengañad­os con la situación fuesen los salmantino­s Manuel Pico, su mujer María del Pilar Vicente y la hermana de ésta, Yolanda. ¿Por qué? Hubieran cancelado de haber podido hacerlo. ¿Las razones? Reservas de las conocidas como no reembolsab­les, que por un precio menor llevan aparejado el pago de antemano y la imposibili­dad de devolución. Pero que no haya dramas. Estaban conociendo todos los lugares de interés, aunque despeinado­s por el aire, y se habían convertido en unos de los miles de amantes de nuestros platos típicos en los dos días que llevaban. Y las berenjenas con salmorejo en vez de con miel de caña.

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// VALERIO MERINO Una pareja protegida con chubasquer­os consulta sus móviles en el puente de El Arenal

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