ABC (Córdoba)

Las recomendac­iones de ABC

El Cristo de la Caridad por la plaza del Potro, con el regreso de la Legión el Jueves Santo y la Buena Muerte, de Madrugada, entre los muchos atractivos

- JULIA GARCÍA HIGUERAS CÓRDOBA

EL Jueves Santo entremezcl­a la tradición más pura con la novedad, las cofradías históricas con alguna más reciente y, sobre todo, deja poder contemplar­las a horarios que con la aún joven carrera oficial en la Catedral no dejan de ser nuevos. El recorrido regala estampas que parecen recientes, aunque se incardinen en la historia.

Y como primera cita, la que espera a primera hora de la tarde. Es la Caridad, segunda en la carrera oficial, la primera en ponerse en la calle, a las cinco de la tarde, y es muy probable que lo haga entre multitudes porque regresa, cinco años después, el Tercio Gran Capitán, I de La legión, hermano de honor de la corporació­n.

Se trata de una presencia casi inexcusabl­e para muchos y pone el contraste tradiciona­l a una cofradía llena de identidad y detalles en torno a un Crucificad­o y una Dolorosa llenos de belleza. La calle San Fernando, con sus naranjos, es uno de los escenarios más típicos para verla, justo a la salida, pero sobre todo el paso por la plaza del Potro, junto al que fue hospital de la Caridad, en torno a las siete de la tarde.

Viaje por la historia

Es un auténtico viaje por la historia de Córdoba, con su rico guion procesiona­l, cosido a la historia de los Reyes de España, para quien quiera sumergirse en ella. Muy poco tiempo después, a las 17.10, aparece en liza otra cofradía fundamenta­l de la Semana Santa de Córdoba, de las que han faltado pocas veces. Se renueva el momento en que Jesús Caído se asoma a la Cuesta de San Cayetano, siempre un lugar con sabor a Jueves Santo. Es casi imprescind­ible buscarla allí o por Mayor de Santa Marina, hasta la parroquia.

Si se opta por lo primero se escuchará ‘Jesús Caído’, la marcha de Enrique Báez, y tras reparar en la bella mirada del Señor habrá que buscar el paso de palio de la Virgen de la Soledad. No hay que perder detalle de su palio, reformado por completo, y verlo

en movimiento para ver lo que gana con la vuelta a su esencia de los años 30. Será uno de los mayores alicientes de toda la jornada.

A la hermandad de Jesús Nazareno se la puede disfrutar en la calle la Feria, cuando la tarde va perdiendo luz para poder saborear el intimismo del Señor, la belleza de su cruz y todos los detalles de su paso. María Santísima Nazarena le seguirá y permitirá ver con detalle cómo luce ahora su manto, sobre un nuevo pollero.

La Sagrada Cena, desde Poniente, llevará su río de capirotes granates y verdes por Doctor Fleming a la ida a la Catedral, por donde va muy arropada. Puede ser ése un buen momento para admirar a la cofradía. Y, si no, al regreso a su barrio, en torno a la una de la madrugada por la avenida de Guerrita, cuando cada instante se estira hasta el infinito para que no termine, entre sonrisas y deleite por lo vivido.

Se verá en ese momento a la luz de la candelería cómo es la atmósfera que crea el nuevo techo de palio bordado sobre terciopelo granate que cobija a la Esperanza del Valle.

A las Angustias, además de a la salida y a la entrada en San Agustín, se la puede contemplar en la calle que lleva el nombre de su creador, Juan de Mesa, a las 20.30. Pasada la medianoche, habrá que esperar el regreso del Cristo de Gracia por la calle San Fernando, donde sus largos brazos parecerán tocar los naranjos. Tiene siempre un encanto especial. A todo ello se suma que una decena de patios abrirán sus puertas a las visitas para recuperar el sabor de lo antiguo el Jueves Santo, entre saetas y altares. Serán, entre las 20.00 y las 00.00, los de las casas de las calles San Juan de Palomares, 11; Guzmanas, 7; Pastora, 2; Mariano Amaya, 4; Pozanco 6; Pedro Verdugo, 8; Zarco, 13; Zarco, 15; Samuel de los Santos, 5; y Aceite, 8.

La Madrugada es bisagra callada entre el Jueves Santo y el Viernes Santo, cuando de San Hipólito emerge en silencio el Cristo de la Buena Muerte. Momento que no hay que perderse de la Semana Santa es la salida de su templo, en pleno Centro, a las doce en punto de la noche: el andar elegante del palio de la Reina de los Mártires en silencio y, avanzando un puñado de minutos más, admirar los dos pasos saliendo de la Catedral, en una nube de recogimien­to y sin multitudes, y su regreso por la calle Deanes. Son éstas fórmulas óptimas para el deleite.

La iglesia de San Agustín es el alfa y omega del recorrido en el que el Cristo y la Virgen de las Angustias sobrecoger­án a los devotos

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// VALERIO MERINO Nuestro Padre Jesús Caído, con la iglesia de San Cayetano de fondo

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