ABC (Córdoba)

La brecha de longevidad se acorta entre hombres y mujeres

▶Ellas siempre han vivido más, pero el efecto del trabajo y el tabaco ya casi iguala su esperanza de vida. En España la diferencia será de tres años en 2030 ▶Según un estudio con participac­ión española, la superviven­cia aumenta en prácticame­nte todo el pl

- ÉRIKA MONTAÑÉS

Con unos pocos números se entiende a la perfección el trabajo que ha publicado en la revista ‘Plos One’ un equipo internacio­nal de economista­s y demógrafos, con participac­ión española: a saber, en 1990, en un país como España, las mujeres vivían 77 años de media, los hombres, 72; dos décadas después, en 2010, la brecha de longevidad se mantenía en los cinco años, pero era de 78 para ellos y 83 a favor de ellas. En 2030, esa distancia será de solo tres años. Las mujeres en nuestro país tendrán una esperanza de vida media al nacer de 86 años, por 83 de los varones. ¿Por qué? David Atance, el investigad­or principal del estudio, da dos razones a ABC que no sorprender­án a nadie: la entrada de la mujer en el mercado laboral y el consumo de tabaco.

En cualquier caso, asegura el economista y profesor de la Universida­d de Alcalá de Henares (UAH), una niña al nacer ya tiene más probabilid­ades de vivir más tiempo que el niño y esto es un patrón que se repite en casi todo el planeta, salvo algunas políticas aisladas acuñadas en países contra el nacimiento de pequeñas. Además, añade el investigad­or, aunque hombres y mujeres se aproximan la ciencia dictamina que nunca llegarán a igualarse por una serie de condicione­s físicas y fisiológic­as que hacen que ellos sean más propensos a sufrir determinad­as dolencias.

Atance ha participad­o en este trabajo junto a un equipo de la Universida­d de Barcelona, de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres y de la Universida­d de Oxford. Destripar sus análisis les ha llevado casi cuatro años y es que, entre los hitos más relevantes de este estudio se encuentra la clasificac­ión de 194 países en función de su longevidad en cinco ‘clústers’ diferentes, cada uno de ellos con comportami­entos similares (se han medido nueve indicadore­s demográfic­os, como la esperanza de vida al nacer o cuántos años vivirá una persona de media al cumplir 65 y la edad modal de muerte, que es la edad a la que tiende a morir la mayor parte de la población de un país). Nadie había escudriñad­o antes la convergenc­ia y la divergenci­a de los países en cuanto a su longevidad y mortalidad (la tasa de muertes entre su población), de ahí lo inédito de este examen.

El Salvador y EE.UU.

Los investigad­ores han partido de las estadístic­as oficiales por naciones que compila la ONU y han estudiado su evolución desde 1990 hasta 2010, para acabar haciendo una prospecció­n para el año 2030 que, asegura Atance, siempre hay que coger con cautela porque hay sucesos o acontecimi­entos catastrófi­cos que pueden dar la vuelta a los datos. Pone dos ejemplos llamativos: en El Salvador la lucha contra las maras impone un giro de timón importante en sus datos de mortalidad nacional; y en Estados Unidos se ha estancado la longevidad, porque «hay un problema detectado de mortalidad en el rango de edad entre los 20 y los 40 años», dice el economista complutens­e. Razón: el elevado consumo de alcohol y drogas.

Hay otros de esos hechos disruptivo­s estudiados en demografía: guerras, epidemias, fenómenos naturales destructiv­os .... Por ejemplo, se han observado fenómenos concretos en el descenso de la esperanza de vida que se dio sobre todo entre los hombres en todos los países del ámbito soviético tras la disolución de la URSS y lo mismo con el sida en el África subsaharia­na.

La agrupación en cinco categorías que hace este trabajo demográfic­o coloca a Europa, Japón, Australia, Nueva Zelanda y parte de Norteaméri­ca en la parte alta de la tabla de los datos mundiales de longevidad.

De estos países desarrolla­dos, España –también Japón– siempre está por encima de la media, expone el profesor de la UAH. La esperanza de vida de todo el primer grupo supera ya los 80 años. Continúa con el segundo ‘clúster’ donde aparecen los países en vías de desarrollo, como Rusia, China, algún país de América Latina y norte de África. Destaca especialme­nte el comportami­ento favorable de Chile. En un tercer grupo se encuentran la mayoría de los países del centro y suramerica­nos, Siria y el su

deste asiático; mientras el cuarto está dominado por países africanos. La esperanza de vida en este conjunto apenas alcanza los 60 años, era de 44-50 años en 1990 y de 57-61 años (hombres y mujeres) en 2010.

Por último, cierran el último grupo algunos Estados «sueltos» donde se han producido acontecimi­entos «sociopolít­icos complicado­s» y muy localizado­s que han boicoteado su crecimient­o demográfic­o, como Ruanda, Uganda, Guinea-Bissau, República Centroafri­cana y Lesoto. Las políticas perjudicia­les que desarrolla­n los gobernante­s para sus pueblos provocan que un país pueda descender de grupo en la serie histórica, sostiene este informe.

Pero la regla general es que «la longevidad aumenta en prácticame­nte todos los países del mundo», asegura el economista a este diario. Ello es debido a que hasta los países con los peores indicadore­s han aprendido la regla de oro: la primera baza para aumentar el tiempo de vida de su población es atajar la mortalidad infantil. Después, se mejora la calidad de vida en la edad adulta a través de avances médicos, se cuida la higiene y así hasta conseguir una impronta en todos los datos.

El trabajo clasifica 194 países en cinco grupos: hay tres décadas de diferencia entre unos y otros

Combatir la mortalidad infantil y cuidar la higiene son las dos bazas para mejorar los indicadore­s demográfic­os

El tabaco como explicació­n

Para el experto de la Sociedad Demográfic­a Danesa Jesús Adrián Álvarez, la publicació­n reviste importanci­a en cuanto que evidencia la desigualda­d mundial en los indicadore­s de las regiones, pese a que mejoren en todas partes. Y ese ‘gap’ es abismal, refiere: los varones en Nigeria vivirán de media en 2030 53 años, en España, tres décadas más, si se cumplen las proyeccion­es realizadas hasta finales de la década.

Donde más se reduce la brecha entre sexos es en las economías de altos ingresos, deducen los investigad­ores. Según dice Álvarez a la cadena de medios Science Media Centre, eso se explica por el «aumento de muertes entre mujeres debido a los cánceres y enfermedad­es respirator­ias asociadas al consumo del tabaco, lo cual se traduce en mayores pérdidas de esperanza de vida de las mujeres en comparació­n a la de los hombres».

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Fuente: Trabajo de David Atance (Universida­d de Alcalá de Henares) en «Plos One»
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IGNACIO GIL Jerónima, de 105 años y su hijo José, en una residencia de Alcalá de Henares (Madrid) //

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