ABC (Córdoba)

El peso de lo desapareci­do

- FERNANDO CASTRO FLÓREZ

Apesar de la rotundidad de sus esculturas, la inercia hace que Serra aparezca como el extraño maestro de las «desaparici­ones». Si toda su estética puede sintetizar­se con la fórmula de Frank Stella de «lo que ves es lo que ves», también es cierto que introduce un tono enigmático, como si allí hubiera gato encerrado. En la portada del catálogo de la exposición de Richard Serra en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía aparece con siete colegas sosteniend­o unas planchas de acero corten; llama muchísimo la atención el individuo que está de espaldas, con chaqueta, dando la impresión de que aquello no pesa nada. Y, sin embargo, aquello no es leve como una pluma, sino un material que podría aplastar a cualquiera que desmantela­ra el equilibrio. Esa sensación de que todo podía caer «por su propio peso» gravita, literalmen­te, en el imaginario de este artista que afirmaba que le interesaba la escultura no-utilitaria, no funcional.

Se ha especulado con la desaparici­ón de la escultura ‘Equal-Parallel/Guernica-Bengasi’ (1986) que el MNCARS reconoció, en 2006, haber «perdido». Juan Tallón encontró ahí el filón para su novela ‘Obra maestra’. Algo extraño, incluso la ruina o la desidia flotaban en torno a una obra que invocaba a la memoria y terminó extraviada. En cierto sentido, el mantra del «menos es más» perdía su cualidad ascética para dar rienda suelta a especulaci­ones o delirios. Finalmente, la restitució­n demostró que el minimalism­o es esencialme­nte un modelo de clonación del imaginario.

Según cuenta Richard Serra, una de las experienci­as decisivas de su vida fue la visita que realizó en 1970 a los jardines zen de Myohinji, que le llevó a interesars­e por el espacio deambulato­rio. «La dialéctica entre recorrer y mirar el paisaje –apuntó– es lo que fundamenta la experienci­a de la escultura». Todos lo que hayan visitado el Guggenheim de Bilbao han podido disfrutar de la impresiona­nte experienci­a de recorrer las elipses del artista norteameri­cano, un «laberinto» que parece infinito y que nos lleva, en un recorrido que parece evocar la espiral de Smithson, hacia un lugar que desplaza la obsesión por el centro.

En 1969, Serra filma en blanco y negro ‘Hand Catching Lead’, el mero gesto de intentar atrapar con la mano pedacitos de plomo; esa acción obsesiva también da cuenta de algo que termina por escaparse. Como afirmara Jacques Lacan, un objeto solo revela su importanci­a cuando está definitiva­mente perdido. No se trata únicamente de la cuestión de la elaboració­n del duelo, sino de la conciencia de la gravedad de la existencia. «Sísifo empujando –escribe Serra en el maravillos­o texto que titula ‘Peso’– infinitame­nte el peso de su roca montaña arriba no me atrae tanto como la labor del incansable Vulcano en lo más profundo de un cráter humeante, golpeando y dando forma a la materia bruta». Este obsesivo escultor considerab­a que todo lo que elegimos en la vida por su ligereza termina por revelarse en poco tiempo como un peso insoportab­le.

Puede que su escultura «perdida» forme parte de una carretera o de un puente por el que algún día cruzaremos. El peso de la historia y el parpadeo de la imagen que Serra materializ­ó nos servirá, durante mucho tiempo, como memorable fundamento.

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// AFP Richard Serra, en París, en 2008

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