ARTÍCULO DE MARÍA GÓMEZ AGUSTÍN SOBRE EL SISTEMA DE PENSIONES
«En 2051, por cada 100 personas en edad de trabajar habrá 92,9 inactivas. Es una bomba de relojería, y si no se adopta una solución definitiva, estallará tarde o temprano»
Agravante El salario de una gran parte de las personas que contribuyen a sostener las pensiones en España es bastante menor que la propia prestación por jubilación
Todo el mundo sabe que el sistema de pensiones en España está condenado a muerte pero nadie pone el cascabel al gato y plantea una reforma estructural del modelo español de jubilaciones. La explicación de los motivos es muy sencilla. Si hay dos series temporales de valores en las que en una, las « pensiones», tiene un crecimiento constante y, a veces, exponencial y la otra, las « cotizaciones » , presenta una tendencia sistemática a descender, llegará un punto en que el valor de la primera será superior al de la segunda y, a partir de ahí, el régimen de cobertura del retiro se volverá insostenible.
Según las previsiones demográficas publicadas por el Instituto Nacional de Estadística se producirá un acelerado envejecimiento de la sociedad española en los próximos años. Ello se traducirá en un brutal aumento la tasa de dependencia (la relación cotizantes/ pensionistas) que pasará del 53,5 por 100 en estos momentos al 62,2 por 100 en 2031 y al 92,9 por 100 en 2051. Por cada 100 personas en edad de trabajar habrá 92,9 inactivas. Esto constituye una auténtica bomba de relojería. Por tanto, si no se adopta una solución definitiva, tarde o temprano la situación estallará.
Para agravar más las cosas, el salario de gran parte de las personas que contribuyen a sostener las pensiones de jubilación en España es bastante menor que la propia prestación por jubilación. De acuerdo con los datos de Eurostat, la relación entre el ingreso disponible medio equivalente de las personas de 60 años y más y el percibido por personas de 59 o menos años ha pasado de 0,79 a 1,05 en la última década. En Alemania, este indicador se ha reducido en siete centésimas y en campeones del Estado de bienestar como Dinamarca, Suecia o Países Bajos se mantiene o baja.
Eso significa que, en promedio, los trabajadores españoles tienen una renta disponible inferior a la de los pensionistas que aquellos financian con sus cotizaciones. Este escenario unido a la evolución demográfica de España conduce a una conclusión clara: las reformas par- ciales ensayadas o propuestas hasta el momento no son la solución para hacer viable el sistema de reparto. Su « viabilidad » exigiría bien un drástico recorte de las pensiones o bien hacer recaer sobre las generaciones futuras una carga fiscal insoportable. Cualquiera de esas dos alternativas o una combinación de ambas no sólo tienen unas consecuencias económicas negativas, sino también conducen a una guerra intergeneracional.
A quienes consideran que España gasta poco en pensiones habría que recordarles algo elemental, la participación de esa partida en el PIB (cerca del 13%) se sitúa muy por encima de la de países como Alemania (el 11,8%), Reino Unido ( el 11,2%), Holanda (11,6%) por citar algunos países de nuestro entorno. Ceteris paribus, esa ratio se incrementará en un entorno de aumento de la población pasiva y descenso de la activa en un horizonte temporal en el que se producirán fluctuaciones económicas a la baja que agravarán el ya precario desequilibrio financiero del sistema.
Ante este panorama, las medidas que se han propuesto a lo largo esta semana son un ejercicio demagógico y electoralista que no ofrece ni tan siquiera un parche temporal al problema. Se actúa con una óptica cortoplacista en la que el «pan para hoy y hambre para mañana » parece ser la estrategia básica. Esta actitud ha contagiado en igual medida a todas las formaciones políticas del Parlamento, empeñadas en una fuga hacia adelante en el asunto de las pensiones. Al final todo parece reducirse a pelear por el voto de 9,5 millones de jubilados. Una pena..