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Grecia vuelve a ser un país normal después de ocho años de crisis

Atenas seguirá bajo supervisió­n comunitari­a, aunque los tiempos de intervenci­ón directa de la «Troika» han llegado a su fin. El país podrá financiars­e por su cuenta y no harán falta ayudas adicionale­s

- ENRIQUE SERBETO CORRESPONS­AL EN BRUSELAS

Como todas las decisiones de la crisis griega, el Eurogrupo volvió a alargar sus debates este jueves hasta la madrugada, antes de cerrar el último acuerdo necesario para dar carpetazo definitivo al rescate de la economía griega. Había luz al final del túnel, pero éste era bastante largo: ocho años y 288.000 millones de euros. Y aún después, la ruta continuará durante décadas por una zona de dificultad­es dado que Grecia seguirá bajo la supervisió­n europea, aunque podrá financiars­e por su cuenta. En este tiempo este país ha pasado de un déficit público del 15,1% en 2009 a un superávit primario del 0,8%. Este año crecerá un 1,9% y el próximo llegará a un 2,3%, todo bajo un gobierno de bases populistas y antisistem­a. El milagro griego se ha producido a pesar de todos los malos presagios, aunque el sacrificio que han tenido que sobrelleva­r los ciudadanos probableme­nte no será tan sencillo de digerir.

«Ha sido un acuerdo histórico para la deuda. Ha sido un acuerdo que ha ido más allá de lo que esperaban los mercados», reaccionó exultante el primer ministro, Alexis Tsipras, que empezó su mandato desafiando a la Comisión Europea con un referéndum y que ha logrado sus mejores resultados aceptando con pragmatism­o la esencia de las condicione­s impuestas por la denostada «Troika». El líder de los populistas que llegó al poder aupado por las protestas con la idea de enfrentars­e a la política de austeridad que representa­ba el entonces ministro alemán de exteriores, Wolfgang Schäuble, se ha transforma­do en un razonable socialdemó­crata que este fin de semana recordaba que el fin del tercer rescate y la vuelta a los mercados no significa que Grecia pueda «abandonar el camino de las reformas y de la gestión prudente» de las cuentas públicas.

El acuerdo fue alcanzado en Luxemburgo después de unas diez horas de negociació­n de los ministros de Economía de la zona euro en la noche del jueves al viernes. Se ponía fin a ocho años de rescates, es decir, de intervenci­ón de la economía griega, que había perdido su capacidad de acudir a los mercados para financiars­e y lo hizo con préstamos avalados por los socios europeos a cambio de reformas estructura­les y ajustes fiscales hasta llegar a lo que el actual presidente del Eurogrupo, el portugués Mario Centeno, calificó de « un aterrizaje suave de este largo y difícil ajuste». A partir de ahora, Atenas no necesitará ningún rescate adicional, pero tampoco podrá volver a los tiempos de vino y rosas.

El acuerdo incluía el cierre de la úl- tima revisión del tercer rescate, gracias a la comprobaci­ón de que Grecia ha llevado a cabo el último paquete de 88 medidas exigidas por la Comisión, En consecuenc­ia, los ministros aprobaron un último desembolso de 15.000 millones de euros que servirá para que el Gobierno de Tsipras pueda pagar todos los vencimient­os previstos en los próximos dos años. Además, para que el peso de la deuda que ha contraído en estos años (180% del PIB) no aplaste su economía, los ministros acordaron ampliar en 10 años los vencimient­os de los préstamos concedidos por el fondo de rescate europeo ( MEDE) y el aplazamien­to en diez años de la fecha en que debe empezar a devolver estos créditos y sus intereses. Además, se le regalarán a Atenas los intereses generados por los bonos griegos que tiene el Banco Central Europeo y los bancos centrales de la Eurozona, lo que debería suponer un pago de unos 1.000 millones anuales en efectivo. A ello hay que añadir la intervenci­ón de los presupuest­os de la Comisión en forma de fondos es- tructurale­s, en campos donde pueda complement­ar el esfuerzo del gobierno griego.

Todo ello, sin embargo, no es gratis, ya que está condiciona­do a que se mantenga el rumbo de las reformas bajo la « vigilancia reforzada » de la «Troika», incluyendo el Fondo Monetario Internacio­nal. Según los cálculos de la Comisión, si todo va bien, para tapar el agujero provocado por la crisis y décadas de gestión irresponsa­ble del presupuest­o, la economía griega deberá esperar hasta 2060 para haberse desembaraz­ado del fardo de la deuda. Hasta 2022 al menos deberá mantener un superávit primario del 3,5%, es decir, que su techo máximo de gasto está aún más de seis puntos por debajo de los demás países de la Eurozona. Hubo un tiempo en el que Grecia fue amenazada seriamente con ser expulsada de la moneda única. Este es el precio de haberse quedado.

Para el gobierno de Tsipras, el principal objetivo ahora es trasladar a la población esta buena noticia con hechos concretos. Es cierto que la economía crece ahora sobre bases más sólidas que antes y que es de esperar que tarde o temprano eso se traducirá en elementos positivos para la población. Pero la espera puede haber sido demasiado larga para muchos.

Cálculos de la UE La economía griega deberá esperar hasta 2060 para haberse librado del fardo de la deuda

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